Construida a petición de la Emperatriz Carlota esta avenida ha tenido múltiples transformaciones a lo largo del tiempo. Foto: Especial

Paseo de la Reforma, un espacio público como ningún otro

El doctor Salvador Rosas Barrera explica cómo esta avenida es un lugar en el que los intereses y las manifestaciones confluyen de una manera única

En los espacios urbanos se configuran las relaciones entre las personas y las autoridades, como Paseo de la Reforma, la avenida más emblemática de la capital, un boulevard donde la historia se respira y se construye todos los días. El doctor Salvador Rosas Barrera explica este fenómeno.

Para el doctor en urbanismo, el espacio público está creado para la interacción social, es decir, busca facilitar los encuentros de las personas, la convivencia y el intercambio; en otras palabras, es donde se reproducen las prácticas cotidianas que hacen posible que una sociedad se reproduzca y perdure a través del tiempo”.

Habitar un territorio es más que vivir en él, es adueñarse del espacio físico mediante prácticas simbólicas y materiales. Esta apropiación se da tanto en el terreno de lo tangible, como cuando físicamente se ocupa un lugar, como en lo figurativo, las ideas que se tienen sobre los espacios.Debido a ello el espacio público se convierte en un campo disputado por los distintos actores que lo habitan.

Salvador Rosas Barrera, catedrático de la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM, estudió la licenciatura en Economía y la maestría y el doctorado en Urbanismo, una disciplina que combina múltiples aristas en su objeto de estudio

“La gente se apropia de los espacios no solamente utilizándolos como un sitio de tránsito, sino incorporando en ellos sus prácticas cotidianas. Al asumirlos como un espacio para hacer deporte o para pasear, la gente impregna en los lugares sus deseos, sus necesidades y su cultura en estos lugares.

“Al hacerlo les da una funcionalidad específica y si el lugar está pensado, desde el punto de vista del diseño urbano, para coincidir con las necesidades de la población, entonces las personas conciben el lugar como un espacio para satisfacer sus necesidades”, comenta el doctor Rosas Barrera.

Una labor complicada

El doctor comenta que esa es la complejidad del diseño público, pensar en las necesidades de la población para crear espacios habilitados para que la gente se apropie de ellos mediante sus prácticas cotidianas. Si los sitios públicos no están habilitados para que la sociedad se apropie de ellos, si se encuentran alejados de la población o si su acceso es complicado, las personas no harán uso de ellos.

El habitar el espacio público logra que las personas forjen fuertes conexiones con su comunidad, ya que los sitios pasan de ser lugares por los cuales transitar y se convierten en puntos de convivencia pertenecientes a la comunidad.

Si bien el espacio público cumple una función social, este no es su único cometido. “Funciones económicas, ambientales y sociales tienen que ser tomadas en cuenta al momento de diseñar el espacio público, pensar en estas dimensiones es fundamental.

“Por ejemplo, Paseo de la Reforma, esta avenida tiene un contexto histórico muy relevante y el espacio que se diseña tiene su vertiente social, pero también tiene un aspecto económico, y al momento de intervenirlo se busca resaltar algunas de estas funciones.

“La memoria histórica, la función social, porque se diseña para la convivencia y la habitación, para las cuales ponemos bancas y plantamos árboles, pero también está la cuestión económica, porque brinda un lugar de paz y tranquilidad muy propicio para los negocios, todas tienen que ser tomadas en cuenta al momento de diseñar un espacio como este”, explica Rosas Barrera.

“Por más que se cambien los centros de poder no van a cambiar los lugares de las manifestaciones, porque los elementos simbólicos están vinculados al territorio. En Paseo de la Reforma convergen dos símbolos, por un lado es el símbolo del poder económico y por el otro de la resistencia social”
Salvador Rosas BarreraDoctor en urbanismo

El cúmulo de intenciones que hay detrás del diseño urbano es la que lo hace complejo, sin embargo, balancear estos intereses para construir espacios multifuncionales que puedan ser habitados por la población es la meta del urbanismo.

Símbolos y acuerdos

 Quizá ningún sitio en el país ejemplifique este acto de equilibrismo tan bien como Paseo de la Reforma, kilómetros y kilómetros de vía pública que concentran la historia y la actualidad del país, un lugar que la gente no solo transita, sino también convierte en el escaparate del júbilo y, más frecuentemente, de la inconformidad.

“Tendremos que preguntarnos qué hay en Paseo de la Reforma que represente aquello contra lo que se evidencia el rechazo o la confrontación. Están la Bolsa de Valores, firmas muy importantes que son la expresión del capitalismo, y aunque el capital ya tiene otros lugares en los que se expresa visiblemente, como Santa Fe, el contexto histórico lo mantiene como el centro hegemónico del poder. Este eje representa gran parte del poder económico y político, que se manifiesta en las construcciones que representaron el capitalismo”, puntualiza el experto.

Para Rosas Barrera esta relación que hay entre el espacio público y la vida social y económica se manifiesta en Paseo de la Reforma y la renovación que tuvo a principios de este siglo. El rescate que comenzó la administración de López Obrador, en aquel entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, respondió no solamente a la necesidad de dar mantenimiento a una sección icónica de la ciudad, sino también a brindar certeza al capital y conservar sus inversiones.

“¿Por qué se realizan las protestas sobre Paseo de la Reforma? Porque se transita para hacer manifiesto el descontento con esa expresión del capital. Esta avenida representa un eje donde el rechazo social hacia las expresiones del capitalismo puede ser enunciado, es un lugar donde pueda ser observado por aquellos hacia quienes se siente el rechazo”, declara el urbanista.

Son estas relaciones simbólicas las que permiten que las manifestaciones florezcan en la capital. Según Rosas Barrera aún si las secretarías de Estado y los Poderes de la Unión movieran sus sedes los símbolos se mantendrían  firmes, ejemplo de ello son los antimonumentos, cuya ubicación en lugares icónicos de la ciudad pretende llamar la atención ante el agravio sufrido por quienes los erigen.

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