Lejos de la ‘hora de comida’

Si trabajas y estás apurado día y noche, detente por un instante y hazte la siguiente pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que invertiste una hora de tu tiempo para disfrutar, literalmente, del placer de comer?  

Seguramente nuestra saturada agenda cotidiana, marcada por el ritmo frenético de la vida moderna, ha sido la “culpable” de que en ocasiones tengamos días en los que “no hay tiempo ni para comer".

Si trabajas y estás apurado día y noche, detente por un instante y hazte la siguiente pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que invertiste una hora de tu tiempo para disfrutar, literalmente, del placer de comer?  

Seguramente nuestra saturada agenda cotidiana, marcada por el ritmo frenético de la vida moderna, ha sido la “culpable” de que en ocasiones tengamos días en los que “no hay tiempo ni para comer”.

Una encuesta reciente realizada en Reino Unido, por ejemplo, demostró que el trabajador promedio británico invierte escasos 29 minutos para comer antes de abandonarse al resto de la jornada laboral, pues solo el 20 por ciento se toma en serio la tradicional hora de comida. 

Parece ser que la tendencia apunta a obedecer las demandas que exige el comportamiento de la economía, pues un año atrás, el promedio de hora de comida del trabajador británico rondaba en los 33 minutos; cerca del 25 por ciento reportó hoy tomar una menor cantidad de tiempo para comer.

En otra encuesta, realizada por la consultora OnePull a dos mil empleados de la compañía británica de alimentos y bebidas “Princes”, se demostró que la razón por la cual dos tercios de los trabajadores no se daban el tiempo de una hora para comer, era porque “simplemente tenían mucho que hacer”. 

Excusa insuficiente para poner en riesgo la salud, pues no solo se ha comprobado que comer a contrarreloj, sin darse el tiempo siquiera para masticar –por no decir atragantarse–, está asociado al aumento de peso y a la ingesta de alimento en exceso, además de conducir a problemas de indigestión. Incluso incrementa 2.5 veces la probabilidad de sufrir de diabetes. 

Otro detalle a considerar para quienes a “falta” de tiempo hacen de su escritorio un comedor: “Las migajas que se acumulan en el teclado y en el escritorio proporcionan un ambiente perfecto para que los hongos y las bacterias se desarrollen”, dijo para el diario británico Daily Mail el microbiólogo Ron Culter, de la Universidad Queen Mary de Londres.

Si darse un break que implique respetar 60 minutos de comida es sinónimo de pérdida de tiempo, no estaría de más preguntarse, entonces, si en realidad vale la pena “ahorrar” tiempo hoy para que nuestra salud cobre factura después. 

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