La danza como puente entre naciones y religiones

“Matthäus-Passion-2727” es una pieza coreográfica hecha por Tamir Ginz, quién tomó inspiración de “La pasión según San Mateo” de Bach para hablar sobre el amor la paz en tiempos de la guerra
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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Han pasado cerca de 200 años desde que el compositor Johann Sebastian Bach (1685-1750) creó la pieza “La pasión según San Mateo” (1724), la cual es considerada como una de sus obras más ambiciosas y más destacadas de carácter religioso.

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Bajo la mirada del coreógrafo Tamir Ginz, Kamea Dance Company interpretó su concepción de la pasión en la obra dancística “Matthäus-Passion-2727”, la cual construye puentes entre naciones y religiones a través del lenguaje de la danza. La pieza se presentó la noche de este martes a las 21 horas en el Teatro Juárez como parte de las actividades del Festival Internacional Cervantino.

El sufrimiento compartido e individual ocupa lugar en los cuerpos que se desplazan en el espacio escénico para mostrar a Jesús como ente común en la humanidad, como un igual al resto de los seres humanos.

“Mi padre estuvo en el Holocausto y mucho de lo que habla y me gustaría hablar en la pieza es de cómo culpan a los judíos por la muerte de Jesús, el nacimiento del cristianismo, que va de la mano con el nacimiento del antisemitismo, entonces para poder tener el nacimiento de Jesús y del cristianismo tenía que haber un chivo expiatorio y este fue Judas; no solamente fue sacrificado Jesús sino que él también fue sacrificado para que existiera este nacimiento”, indicó en conferencia el director de la compañía Tamir Ginz.

El texto original está basado en las traducciones de Martín Lutero de los capítulos 26 y 27 del Evangelio según San Mateo, fue escrito por Christian Friedrich Henrici (Picander). En la composición, Bach añadió múltiples coros, declamaciones, recitativos, arias y coros, la desarrolló en tres niveles: los personajes, el coro en forma de multitud con otros personajes en el evangelio y el creyente individual.

A través de estos pudo desglosar los nueve episodios de la pasión, comenzando por un coro de apertura introductorio, la unción en Letanía, la Última Cena, el jardín de Getsemaní, la traición de Judas, el juicio a Jesús, Judas en el Templo, los azotes y la crucifixión, el descenso de la cruz, terminando en el entierro.

Escuchar esta obra es introducirse en una de las obras más innovadoras de su época que trasciende el lenguaje operístico en una experiencia profunda. No obstante, el coreógrafo confiesa que tardó cerca de 20 años para poder concebirla, pues retrata parte de un pasado doloroso para el judaísmo.

“La obra habla de la salvación y es muy importante presentarla porque en el mundo estamos viviendo con la guerra y muchísima violencia, esa situación me preocupa, por eso quise retomar la situación; hacer esta pieza fue muy especial por ser hijo de una familia judía”, explicó.

Kamea Dance combina el virtuosismo corporal con estilos dancísticos de distinta índole para comunicar expresivamente a través del movimiento. La compañía, con sede en Beer Sheva, Israel, cuenta con 20 años de experiencia en la escena bajo el propósito de mostrar el potencial de los cuerpos al someterse a estímulos creativos que rompen con lo cotidiano.

“Es un honor estar aquí, es la primera vez que vengo a México, por lo que estoy representando la danza de Israel contemporánea”, añadió Ginz.

Tamir, quien es el segundo coreógrafo en presentar la pieza de Bach en el mundo, busca rescatar el conocimiento de la idea cristiana “y de dar la otra mejilla y del amor en lugar de la culpa”.

Se trata de una pieza comisionada por la farmacéutica Bayer que resignifica la pasión como emoción reacción; como motivo religioso, político amoroso; como palabra o concepto. El sufrimiento compartido e individual ocupan lugar en los cuerpos que se desplazan en el espacio escénico.

En escena, 14 bailarines, 7 hombres y 7 mujeres, se enfrentarán a este reto escénico, donde se narra de forma poética bella un pasado doloroso para la humanidad.

“Para poder crearla contamos con la ayuda de 100 músicos; se volvió algo muy complejo porque ellos tenían una visión más tradicional, fue algo difícil de coreografiar, por el simbolismo de cada recitativo, tenía que haber un espacio, tanto para la danza como el discurso.

“Pero, al final, quisimos hacer un homenaje a todos los judios, hablar a través de su vida para restituir su relación con los alemanes, por todo el daño que se les hizo y que con esta pieza alcancen el perdón. También busco hacer el bien entre los alemanes y la población israelí, unir las religiones a través del amor y la paz”, concluyó Tamir.

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