Julio Cortázar y ¿por qué estos escritores nunca ganaron el Premio Nobel de Literatura?

Hubieron varios escritores que cumplieron con una obra destacada; pero, que aun así no fueron reconocidos con el premio
Carlos Ramírez Carlos Ramírez Publicado el
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Cada año se entrega el Premio Nobel de Literatura por parte de la Academia Sueca; sin embargo, los galardones no han estado exentos de la polémica desde su celebración en 1901 hasta la fecha, en lo que se ha distinguido a escritores sobresalientes.

Sin embargo, durante los años hubieron varios escritores que cumplieron con todos los requisitos así como una influencia y obra destacada; pero, que aun así no fueron reconocidos con el premio.

Incluso, en el 2016 surgió una controversia pues se entregó el premio a un músico, Bob Dylan, quien fue reconocido por “haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”.

Julio Cortázar nunca ganó el Premio Nobel de Literatura

En los años 60, Julio Cortázar encabezó el llamado “boom latinoamericano” al revolucionar el estilo y la forma de contar historias.

Para ejemplo, queda su obra Rayuela, la cual supuso todo un desafío para los lectores de su tiempo (y los actuales).

En su momento, se le llegó a preguntar al autor si le gustaría ganar el Nobel de Literatura, a lo que Cortázar contestó “Sí, me gustaría conseguirlo para utilizarlo como arma política contra aquellos escritores latinoamericanos que se vendieron al fascismo”.

Las razones por las que nunca llegó a ganar el Nobel no están claras, pero intuimos que a la Academia nunca le gustaron los autores tan políticamente incorrectos como Cortázar.

León Tolstói, un activista

Nunca están claras las razones por las que destacados escritores nunca ganaron el Nobel, pero en el caso de Tolstói se podría intuir que fue su activismo que siempre incomodó a la Academia Sueca.

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Durante los últimos años de su vida, Tolstói desarrolló un ideario que lo vincula con las corrientes anarco-cristianas, cuyas creencias con respecto al activismo sin violencia influyeron en personajes como Martin Luther King y Mahatma Gandhi. Tal vez ésta sea la razón por la que el autor ruso no obtuvo el Nobel de Literatura.

Proveniente de una familia que pertenecía a la antigua nobleza rusa, Tolstoi desarrolló en su obra un realismo profundamente vinculado con sus experiencias durante la Guerra de Crimea y el ambiente aristocrático del que formaba parte.

Jorge Luis Borges, cercano a Pinochet

La literatura latinoamericana no sería lo mismo sin Jorge Luis Borges, quien cambiaría para siempre la trayectoria de la literatura del siglo XX.

Curiosamente, Borges sonó como candidato durante las dos décadas previas a su muerte en 1986 sin resultar nunca ganador.

De hecho, el año en el que su nombre sonó con más fuerza fue en 1976, si bien su reunión con Pinochet aquel 22 de septiembre sirvió para descartarlo del todo.

James Joyce, adelantado a su época

Joyce fue uno de los autores más ignorados, pero paradójicamente más influyentes de toda la historia.

Joyce recurrió a uno de los textos más reproducidos en la historia de la humanidad La Odisea para narrar una de las historias que modificaron la literatura en todo el mundo a lo largo del siglo XX.

El escritor irlandés refleja en el Ulises sus propios conflictos con muchas de las instituciones religiosas y culturales que imperaban en la Irlanda de principios del siglo pasado, sobre todo la Iglesia católica.

Ante ello, el académico Kjell Espmark dijo: “la Academia no estaba preparada para este nuevo tipo de literatura, apoyándose más en las letras tradicionalistas”.

Franz Kafka, incomprendido

El autor de origen judío es uno de los más influyentes de la literatura del siglo XX al crear historias insólitas, totalmente alejadas de lo concebido hasta el momento.

Escritor de las novelas El proceso, El castillo, El desaparecido y la afamada La metamorfosis, Kafka nunca llegó a ganar el Nobel de Literatura, según los expertos, por una visión literaria para la que la Academia aún no estaba preparada.

Sin embargo, el tiempo ha dado la razón a un autor cuya influencia en las jergas y obras literarias actuales es totalmente palpable.

Virginia Woolf y la sociedad machista

Evidentemente el machismo no podía faltar en esta lista. Se trata de la escritora que fue rescatada por el movimiento feminista de los años 70, particularmente su ensayo Una habitación propia, en el cual Woolf aborda las dificultades que debe enfrentar una mujer que quiere dedicarse a la escritura en un mundo dominado por los hombres.

Su obra más famosa es Orlando, en la que realiza una parodia del género biográfico y con la que expone muchos tabúes sexuales de la época, como la homosexualidad de la protagonista, quien cambia de género, lo que desafió los roles de género en una sociedad profundamente machista.

Emile Zola y los pocos reflectores

Zola es el más grande exponente del naturalismo francés. Su obra aborda muchas de las teorías sociales y científicas que surgieron en el siglo XIX, aplicadas a la realidad de la familia de una forma metódica y experimental, sin concesiones, con una crudeza que causó no pocas críticas entre sus contemporáneos.

Su objetivo era escribir una obra que profundizara en la condición humana de la forma más clara y objetiva posible. De este propósito surge.

Les Rougon-Macquart, una serie de 20 novelas publicadas entre 1871 y 1893, las cuales narran la vida de una familia durante cinco generaciones y la forma en la que se relaciona su pequeña historia con la gran Historia del Segundo Imperio napoleónico.

Algunas de sus obras más destacadas son NanaGerminal La bestia humana.

Las omisiones del Premio Nobel de Literatura

De esta manera podemos concluir que el Nobel de Literatura se caracteriza por una escandalosa lista de omisiones, a la cual podemos añadir desde este año otra tras la muerte de Roberto Calasso, el más grande intelectual europeo de las últimas décadas y seguramente el más importante hombre de letras de los últimos tiempos.

Alguien dijo atinadamente que Calasso merecía ganar el Nobel dos veces, una por su obra como escritor y otra por su obra como editor.

Increíblemente, Calasso nunca figuró en las listas de los candidatos, lo cual nos habla del radical extravío que tiene este premio que pretende celebrar la calidad literaria.

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Curiosamente, se podría argumentar que el verdadero prestigio está en ser un gran escritor y no ganar el Nobel, pues se accede a una compañía más fina de escritores.

Cuando uno observa la lista de los que han ganado el Nobel en los últimos 30 años y la lista histórica de los que no lo han ganado, la diferencia es increíble.

Harold Pinter, Bob Dylan, Olga Tokarczuk, Dario Fo, Elfriede Jelinek, Patrick Modiano, etc., son buenos escritores, pero ningún buen lector podría negar que también lo son Calasso, Borges o Joyce.

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Se podrían añadir otros, muy superiores a todos los Nobel recientes: Chéjov, Virgina Woolf, Wallace Stevens, Vladimir Nabokov, Italo Calvino, Henry James (y su hermano William), Gotfried Benn, Aldous Huxley, Jünger, Chesterton, Rilke, Hofmannsthal, Burroughs y Nicolás Gómez Davila, entre otros.

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