Fuera de este mundo

La ciencia no se detiene. En medio –y a pesar– de crisis humanitarias, políticas y económicas, el avance en la investigación científica es el campo que nos regresa la capacidad de asombro y las ganas de soñar con un mejor futuro. 

La curiosidad por saber qué hay fuera de este mundo ha estado presente a lo largo de nuestra historia. Recientemente, el reto de sanar y suplir la pérdida de extremidades con prótesis cada vez más avanzadas ha mantenido ocupados a decenas de laboratorios en esa búsqueda. 

2.5
Mil millones de dólares el costo de la misión Curiosity, que está en marcha desde 2004
"Ha sido el mayor honor de mi vida haber trabajado con el brillante equipo que hizo este posible aterrizaje perfecto”
Adam SteltznerJefe del equipo en el Jet Propulsion Laboratory (JPL)

La ciencia no se detiene. En medio –y a pesar– de crisis humanitarias, políticas y económicas, el avance en la investigación científica es el campo que nos regresa la capacidad de asombro y las ganas de soñar con un mejor futuro. 

La curiosidad por saber qué hay fuera de este mundo ha estado presente a lo largo de nuestra historia. Recientemente, el reto de sanar y suplir la pérdida de extremidades con prótesis cada vez más avanzadas ha mantenido ocupados a decenas de laboratorios en esa búsqueda. 

El primer fin de semana de agosto de 2012 será recordado por dos hitos que si bien no guardan una relación directa, son un claro ejemplo de hasta dónde pueden llegar las capacidades físicas e intelectuales del ser humano. 

A nivel olímpico 

El sudafricano Oscar Pistorius hizo historia por partida triple en Londres 2012. 

Primero, al clasificar a estos Juegos Olímpicos superando el debate de si su prótesis de fibra de carbono representaba una ventaja sobre los competidores “de carne y hueso” (discusión que le impidió participar en Bejing 2008); segundo, por el simple hecho de participar en la competencia de los 400mts planos en unas Olimpiadas, una de las pruebas estelares del atletismo que combina velocidad y fuerza; y por último, por ganarse un lugar en las semifinales, compitiendo al más alto nivel al mantenerse dentro de los 45 segundos. 

Pistorious no es el único atleta que utiliza la tecnología diseñada por la compañía islandesa Össur, por lo menos una docena más también lo hace, entre los que destacan los estadounidenses April Holmes y Marlon Shirley. Pero a diferencia de ellos –quienes sufrieron la amputación de uno de sus miembros por debajo de la rodilla–, el sudafricano corre con dos prótesis Flex-Foot Cheetah® por la amputación de ambas piernas por debajo de la rodilla cuando apenas tenía 11 meses de edad. 

Según el sitio de Össur, “el diseño captura las características de funcionamiento del cheetah o guepardo, el animal terrestre más rápido del mundo. (La prótesis) Replica la pata trasera del gran felino, cuyo pie se extiende y alcanza con su garra el suelo mientras los grandes músculos de los muslos empujan el cuerpo hacia adelante”.

El Cheetah® es un pie protésico no–mecanizado que puede devolver alrededor del 90 por ciento de la energía almacenada en la “fase de carga” al correr, esto representa mucho menos de lo que un pie sano “devuelve”: según Össur, se ha demostrado que puede llegar hasta 249 por ciento de la energía almacenada. 

Aunque todavía se está lejos de implementarse, la investigación alrededor de las prótesis está llegando a palabras que antes eran usadas en la ciencia ficción: miembros biónicos. 

Quizá la línea de investigación más osada es la de un proyecto de científicos del MIT –financiado por el Pentágono– que busca que las prótesis del futuro sean impulsadas por el líquido cefalorraquídeo. Falta mucho para que los científicos perfeccionen las interfaces neuronales necesarias para que funcione una extremidad biónica a base de este fluido (tiene que ser probada primero en animales), pero ya se está invirtiendo tiempo y dinero en la búsqueda de esta solución. 

La ciencia alrededor del desarrollo de prótesis y miembros biónicos se ha topado con un reto mayúsculo: 

La revista Wired le dedicó en marzo de este año una portada al tema, afirmando que “(…) la ciencia aún no ha alcanzado a la ficción. Una verdadera extremidad biónica que responda a las órdenes mentales con precisión y fluidez, una que transmita información sensorial, una que su usuario pueda sentir cómo se mueve requeriría de una comprensión profunda y de una complejidad tecnológica que simplemente rebasa a los expertos de prótesis de hoy”.

Sin embargo, la participación de Pistorious en Londres 2012 quedará para la historia como el día en que un hombre amputado de ambas piernas –mal nombrado “discapacitado”– pudo competir en un deporte a nivel olímpico con la asistencia de la ciencia y la tecnología de prótesis.

Aterrizaje perfecto

La NASA tenía mucho tiempo sin festejar por lo alto una misión de éxito redondo. La carrera por el espacio ha sido tema de orgullo nacional desde la época de la Guerra Fría y ahora el espacio no es exclusivo de estadounidenses y rusos, a la fiesta se han invitado solos los europeos bajo la Agencia Espacial Europea (ESA) e incluso la iniciativa privada con SpaceX a la cabeza. 

En ese contexto, dos años y casi mil millones de dólares después, la misión Mars Science Laboratory (MSL) y el vehículo Curiosity es la apuesta más arriesgada de la NASA para justificar años de investigación y financiamiento.

De gran impacto fue el trabajo que realizó el doctor  Rafael Navarro, investigador mexicano del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, para que la NASA decidiera regresar a Marte después de las misiones Vikingo I y Vikingo II en 1976.

Según Navarro, “mi equipo de trabajo y yo descubrimos lo que impidió que se detectara materia orgánica en las misiones anteriores (…) Nuestra colaboración hizo que se modificara el diseño de SAM (Análisis de Muestras en Marte) para evitar caer en las mismas fallas”. SAM es el conjunto de instrumentos dentro de Curiosity que analizarán las muestras recolectadas en busca de materia orgánica en el Planeta Rojo. 

La tecnología empleada para hacer que el aterrizaje del MSL fuera todo un éxito, ha sobrepasado incluso hasta los pronósticos más optimistas. Los ahora famosos “7 minutos de terror” en donde la sonda maniobró por cuenta propia sin el comando humano, tenían a todo el staff de la NASA con los nervios de punta por las condiciones de extrema adversidad en las que aterrizaría el proyecto de 2.5 mil millones de dólares. 

Como ya se ha vuelto costumbre en la era de Twitter, cientos de miles de personas opinaron con asombro y siguieron en vivo la madrugada del lunes el aterrizaje a través de la transmisión en stream desde el sitio Web de la NASA. Para la historia quedará el momento en el que se anuncia con éxito “Touchdown”, seguido de la celebración y gritos de los ingenieros de la NASA desde el Jet Propulsion Laboratory (JPL) en Pasadena, California.

El vehículo Curiosity explorará durante 687 días terrestres –un año marciano– el cráter Gale y el Monte Sharp guiado por las imágenes que reciba de las orbitadores de la NASA en Marte. Las esperanzas están puestas en esta área del planeta en donde se cree que las piedras al fondo del cráter contienen más de 3.5 mil millones de años de historia; y a medida que suba –entre más alto se encuentre Curiosity, más “jóvenes” serán las muestras– por la montaña, se espera que pueda de alguna manera rastrear y reconstruir el hábitat ancestral de Marte para resolver el misterio de la si se dieron las condiciones adecuadas para la vida de organismos.

Por lo pronto, el aterrizaje perfecto de Curiosity es sin duda uno de los mayores logros que han dado la ciencia y la tecnología en la búsqueda de evidencia de vida extraterrestre. La perfección es posible, a base de pruebas y errores constantes. 

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