‘Explotar’ puede ser fatal

Está claro que la represión de las emociones es dañina para nuestra salud física y mental. Pero sacar toda esa ira que llevamos dentro no tiene nada de sano, al menos no para nuestro sistema cardiovascular. 

Tras explotar en cólera, lo único que logramos es aumentar el riesgo de sufrir un ataque cardiaco. Así lo demostró un amplio estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, realizado con miles de pacientes que habían tenido un infarto de miocardio. 

Eugenia Rodríguez Eugenia Rodríguez Publicado el
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"A diferencia del mito urbano que dice que es mejor manifestar la ira, hacerlo afecta al organismo, y no hay nada realmente catártico en ello”
James O’Keefe Jr.Cardiólogo

Está claro que la represión de las emociones es dañina para nuestra salud física y mental. Pero sacar toda esa ira que llevamos dentro no tiene nada de sano, al menos no para nuestro sistema cardiovascular. 

Tras explotar en cólera, lo único que logramos es aumentar el riesgo de sufrir un ataque cardiaco. Así lo demostró un amplio estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, realizado con miles de pacientes que habían tenido un infarto de miocardio. 

Quienes reportaron haber tenido un ataque de ira, tuvieron doble probabilidad de sufrir un infarto dentro de las dos horas después de que ocurrió el episodio. 

Y conforme incrementaba la intensidad de la ira, creció el riesgo de ser víctima de un infarto dentro de las dos horas posteriores: 1.7 veces más después de sentirse “moderadamente enojado”; 2.3 veces más luego de sentirse “muy tenso”, con tensión corporal y tener los puños cerrados o las mandíbulas apretadas; y 4.5 veces más tras sentirse “enfurecido y perder el control, lanzar objetos, autolesionarse o dañar a terceros”.

Los resultados se publicaron en mayo de este año en The American Journal of Cardiology. Los investigadores analizaron datos de 3 mil 886 pacientes que entre 1989 y 1996 participaron en un estudio realizado para determinar la causa de sus infartos.

A los cuatro días de sufrir un infarto, los participantes reportaron datos sobre distintas experiencias que habían vivido el año anterior, además de la alimentación, el estilo de vida, el ejercicio y el uso de fármacos. 

En 110 del total de mil 484 participantes que tuvieron brotes de ira durante el año anterior, el enojo había ocurrido dos horas antes del infarto.  

 

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