Previo a su concierto en el Teatro Juárez, la directora general del Cervantino le entregó la tercera presea de esta edición al director de orquesta, el cual fue ovacionado por todos los presentes

Enrique Arturo Diemecke recibe la Presea Cervantina por su destacada labor en la música

Previo a su concierto en el Teatro Juárez, la directora general del Cervantino le entregó la tercera presea de esta edición al director de orquesta, el cual fue ovacionado por todos los presentes

Ante un Teatro Juárez lleno y previo al concierto que ofrecería en dicho recinto, el director de orquesta Enrique Arturo Diemecke recibió la tercera Presea Cervantina de la edición 50 del Festival Internacional Cervantino.

“Estamos de gala el día de hoy, gracias por estar aquí. Maestro, es un honor tenerte en este teatro, tenerte dirigiendo esta gran Orquesta. Queremos ser muy breves porque lo que queremos es escuchar el concierto del maestro, pero no podíamos dejar pasar la ocasión”, expresó Mariana Aymerich, directora general del Cervantino.

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La Presea Cervantina se entrega a representantes de la comunidad artística destacados y, de acuerdo con Aymerich, qué mejor que dársela a un guanajuatense tan distinguido e importante, con una trayectoria intachable como la del maestro Arturo Diemecke.

“Me da mucho gusto entregarle esta presea en nombre del Gobierno de México, este es tu escenario, este es tu concierto, este es tu noche, ¡gracias por estar aquí!”, aseguró Mariana, quien estuvo acompañada del rector de la Universidad de Guanajuato Luis Felipe Guerrero y por María Adriana Camarena de Obeso, encargada de Cultura de Guanajuato.

Diemecke agradeció a la Secretaría de Cultura de la nación, a la directora general del Cervantino, al rector de la Universidad de Guanajuato y a todos los presentes, pero, sobre todo, a la Orquesta de la Universidad de Guanajuato, de la que una vez fue parte.

“Me siento muy orgulloso de estar en este Cervantino, de estar aquí presente en el Teatro Juárez, que fue donde puse los primeros pies en un escenario cuando tenía tres años de edad.

“Era para mí la panacea, la cosa más maravillosa del universo, ver ese candelabro que nos decían que tenía esmeraldas y que tenía amatistas y diamantes, tenia, eh, y que nos emocionaba mucho estar tocando con mis hermanos, mi papá y mi mama, y con amigos que ya se fueron a apartarme un lugar por allá”, afirmó el director de orquesta.

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