Soler, hijo de exiliados catalanes residente en Barcelona, España, relata el romance entre Artemisa, una mujer hermosa y un toro blanco emergido de las aguas de un lago. Foto: Especial

En el Reino del Toro Sagrado, un libro que aborda la belleza y la crueldad del clasismo y el racismo en México

Descubre la obra de Jordi Soler donde la selva de Veracruz y Barcelona se encuentran en una narrativa que aborda la violencia y el clasismo

Desde la selva de Veracruz hasta las calles de Barcelona, Jordi Soler desarrolló un método literario único para regresar, de alguna manera, al lugar de su infancia. Este contraste entre la naturaleza selvática y la vida urbana catalana alimentó su creatividad, dando vida a su obra más reciente, En el Reino del Toro Sagrado (Alfaguara).

Soler cerraba los ojos en su estudio barcelonés hasta por 10 horas y se sumergía en la riqueza de la selva, dejando que los sueños y recuerdos se fusionaran para contar la historia de Artemisa, una mujer de ascendencia griega que vive en un pueblo de Veracruz, en donde lo éxotico, bello, primitivo y atroz se mezcla con la mitología griega y la cultura prehispánica mexicana.

“Para esta novela, específicamente, apliqué mi técnica para quedarme dormido. Recorro mentalmente la casa de mi infancia, porque es la más lejana. Lo hago en una ensoñación previa al sueño; conforme la voy recorriendo, me voy quedando dormido antes de llegar a mi habitación.

“En sueños paseaba por la casa de Artemisa, por el castillo de Teodorico y estuve cientos de veces en el establo del toro sagrado. A partir de este ejercicio fui resolviendo muchos nudos narrativos”, narra Jordi Soler a Reporte Índigo.

En En el Reino del Toro Sagrado, se vislumbra la relación entre Artemisa, una mujer rubia cuya belleza es tanta que todos los hombres del pueblo la desean, una característica que bien podría ser su desgracia. Y Teodorico, un hombre mayor que ella, una especie de cacique que manda a matar a quien se cruce en su camino.

La violencia y clasismo

Jordi Soler aborda la violencia y el clasicismo en México, especialmente la desigualdad arraigada en la apariencia. El autor destaca la monstruosidad de un sistema donde la facilidad en la vida está vinculada al aspecto europeo, mientras que las raíces indígenas pueden ser un obstáculo.

La novela electrifica a través de la violencia rural mexicana, que toma un tono mitológico. Soler reflexiona sobre la brutalidad en los mitos griegos y mexicanos, resaltando su dolorosa lectura en la era de los derechos y la igualdad.

“Yo creo que el gran problema de México es la desigualdad basada en el aspecto. Esto es monstruoso. Si tienes pinta de europeo, vas a tenerlo muy fácil en la vida y si vives en México y si tienes pinta indígenate va a costar mucho trabajo abrirte paso. Yo trato de evidenciar la violencia que se vive y los mitos son terriblemente violentos y sangrientos, duele leerlos”, explica.

Soler diseñó la novela como un crescendo continuo, eliminando puntos en las páginas finales para lograr un impacto violento. La última página se legitima con la cita de Robert Graves, dando dimensión a la expresión más cruel y sacudiendo la psique del lector.

El autor también incorpora cuidadosamente zonas de humor para equilibrar la oscuridad, inspirándose en el ambiente de las cantinas.  La novela, a través de sus capítulos, sacude al lector y lo prepara para lo que está por venir, mostrando una realidad compleja y a menudo cruda.

“Cuando empecé a escribirla, me di cuenta que para llegar a donde tenía que llegar y que provocara el impacto que quería, tenía que escribir un crescendo continuo. Como me pasó a mí llegar a tal velocidad que se estrellara con mucha violencia en esa imagen increíblemente violenta cruel y despiadada era importante para mí que pasara eso, porque a mí me pasó así tal cual vértigo ahí total.

“Llegamos a la expresión más cruel, pero también diseñé con mucho cuidado las zonas de humor, a veces, parece una canción de José Alfredo Jiménez”, agrega Soler.

Entre el mito y la realidad

Soler explora la complejidad de los poderes presentes en la trama. Artemisa, una figura central, encarna la dualidad de ser víctima y victimaria. Su belleza es tanto una bendición como una carga, permitiéndole aprovechar su aspecto para alcanzar sus metas. Soler reconoce la polémica inherente a esta dinámica en el siglo XXI, donde los roles de género están en constante evolución.

Hombres y mujeres somos cada vez más iguales en derechos,  en oportunidades laborales somos sujetos legales. Las mujeres han avanzado en las últimas décadas un montón, esto no es tanto para celebrar, sino para lamentar que no haya pasado antes.

“No podemos obviar y hay un poder que tienen las mujeres muy bellas que le sirve para escalar posiciones para conseguir cosas; sin embargo, le molesta que se piense que todo es porque es una mujer guapa, pero simultáneamente no soporta que pase frente a ella una criatura viva y no se arrodille ante su belleza”, detalla.

'Priorizo destacar lo esencial y poner de manifiesto lo que deseo transmitir. Artemisa, envuelta en sombras, representa un enigma que, al intentar iluminar, comprendí que la seducción radica en lo oculto. La sutileza educa más que la total revelación”
Jordi SolerEscritor

En contraste con la figura Teodorico, cuyo poder, a decir de su autor, es incontrolable. Representa un tipo de poder más oscuro y despiadado. Su dominio es absoluto, dejando a sus víctimas sin opción ni conciencia de su destino.

Soler encuentra estimulante la exploración de estos dos poderes opuestos, reconociendo la injusticia inherente al poder de Artemisa, que siempre está teñido de un halo de belleza mágica y mitológica.

“Fue muy estimulante para mí escribir a partir de estos dos poderes, porque el de Artemisa puede ser terrible e injusto y el poder de Teórico es casi de Satanás”, agrega.

El autor de El cuerpo eléctrico reconoce la importancia de contar la historia como debe ser contada, sin sucumbir a la corrección política del siglo XXI, pues para él, la autenticidad y la narrativa efectiva son prioridades fundamentales, incluso cuando enfrenta temas controvertidos como el poder, la belleza y la identidad.

“Tenía que contar lo de Artemisa como lo tenía que contar, por más que moleste, también he contado lo de Wenceslao, se le decía maricón, mariconazo, es la dinámica del gay del pueblo. Una persona que aman y repudian al mismo tiempo. Los dos son los marcianos del pueblo y han crecido así y eso hace que tengan una amistad indestructible, hasta que puede serlo”, concluye.

La imagen del toro

Jordi Soler se maravilla ante la perfección del toro, una criatura surgida del agua, el origen mismo de la vida. Se sumerge en la idea de un proceso evolutivo de millones de años, contrastando las explicaciones divinas con la fascinante noción de que esta criatura especial podría provenir del magma originario.

“El toro, símbolo de poder absoluto, se convierte en la contraparte de Artemisa, la otra gran bestia del pueblo. Su inaccesibilidad y misterio reflejan las sombras que envuelven a la seductora Artemisa, creando una síntesis de las dos fuerzas poderosas en la novela”, informa.

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