El costo de ‘manipular’ el medioambiente

No hay duda de que el hombre es el culpable del cambio climático. Científicos lo corroboraron en el informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la Organización de las  Naciones Unidas (ONU), que fue presentado en septiembre del año pasado en Estocolmo, Suecia.

Además, esta “obra del hombre” ya se ha convertido en “un asunto de Derechos Humanos”, según Mary Robinson, ex Alta Comisionada de la ONU para Derechos Humanos. 

No hay duda de que el hombre es el culpable del cambio climático. Científicos lo corroboraron en el informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la Organización de las  Naciones Unidas (ONU), que fue presentado en septiembre del año pasado en Estocolmo, Suecia.

Además, esta “obra del hombre” ya se ha convertido en “un asunto de Derechos Humanos”, según Mary Robinson, ex Alta Comisionada de la ONU para Derechos Humanos. 

Tal vez la medida para frenar nuestro impacto en el sistema climático sea “enfriar al planeta” a través de la llamada geoingeniería –cuya viabilidad aún es objeto de investigación–, definida por la Royal Society de Londres como “la manipulación a gran escala del medio ambiente y las condiciones atmosféricas planetarias para contrarrestar las consecuencias del cambio climático”. O tal vez no. 

Y es que un nuevo estudio realizado por la Universidad de Reading, en Reino Unido, demostró que puede ser contraproducente inyectar partículas de aerosoles de dióxido de azufre en la estratosfera para reducir la luz solar que calienta la superficie de la Tierra, que es una de las ideas de la geoingeniería que forma parte de la Gestión de la Radiación Solar (GRS). 

Esta posible técnica de la geoingeniería “podría provocar un nuevo efecto secundario no deseado sobre una gran parte del planeta”, dijo a la BBC el doctor Andrew Charlton-Perez, coautor del estudio, cuyos resultados fueron publicados en la revista científica Environmental Research Letters. 

Además, según expresó el también experto en meteorología al diario británico The Guardian, “existen muchas cuestiones relativas al gobierno (que controla el termostato) debido a que los impactos de la geoingeniería no serán uniformes en todas partes”. 

Una consecuencia que arrojó el experimento en el que se hicieron simulaciones de los impactos de los sulfatos de aerosoles mediante modelos climáticos por computadora fue la reducción de hasta 30 por ciento de las precipitaciones en las selvas tropicales de Sudamérica y Asia, además de un aumento en la sequía en África. 

A su vez, este efecto traería consigo problemas de salud para dichas poblaciones. 

Chartlon-Perez advirtió que “podríamos ver cambios ocurriendo tan rápido que las personas tendrían muy poco tiempo para adaptarse a los mismos”.

La Royal Society de Londres enfatizó en un informe publicado el año pasado que evaluó los efectos de investigar y probar los métodos de geoingeniería que “ninguna de estas tecnologías debe ponerse en práctica sin una caracterización profunda de sus potenciales impactos sociales y medioambientales y bajo acuerdos de gestión apropiados”. Las técnicas son un arma de doble filo: pueden resultar “muy beneficiosas o muy peligrosas”.

 

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