Obediencia maestra

Las manos de un hombre parecen abrir la piel del vientre con solo el uso de sus dedos, para algunos, la escena grotesca de sanación, impresiona por la supuesta extracción de órganos del interior del cuerpo cansado.

 

Hidalgo Neira Hidalgo Neira Publicado el
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El primer corte de ‘Holy Hell’ tenía más de cinco horas de duración  

Las manos de un hombre parecen abrir la piel del vientre con solo el uso de sus dedos, para algunos, la escena grotesca de sanación, impresiona por la supuesta extracción de órganos del interior del cuerpo cansado.

 

Andy Kaufman –interpretado por Jim Carrey– ve la acción maravillado desde una silla de ruedas, aguardando su turno ante la plancha del curandero en Filipinas.

 

Al dar inicio el ritual de curación para Kaufman, él descubre que tras la mano sanadora se esconden las vísceras frescas de un animal. El acto medicinal resulta una farsa. Kaufman ríe por la ironía, Kaufman muere por consecuencia de un cáncer de pulmón.

 

Así como el final de la película “Man on the moon” retrata las promesas hechas por tratamientos milagro, aprovechándose de las supersticiones de personas que deciden creer en lo sobrenatural, existen gurús, líderes o falsos mesías que prometen una vida mejor, sin explicaciones legítimas de cómo lograrlo, y a veces atentando contra sus propios fieles.

 

El más grande suicidio

 

En 1997 Marshall Applewhite convenció a 38 seguidores de Heaven’s Gate (Puerta del cielo) que una mejor vida les esperaba en una nave espacial que pasaría tras el cometa Hale-Bopp. Applewhite y sus súbditos, cometieron el más grande suicidio colectivo registrado en  Estados Unidos.

 

Desde Minnesota, Estados Unidos, Victor Arden Barnard llevó una vida espiritual y religiosa. En los 90 fundó la comunidad River Road, pero su secreto sucio era que abusaba de menores. El hombre, que era seguido por más de 150 personas que lo creían Dios, fue capturado en Brasil en 2015 y enfrenta 59 litigios por estupro.

 

La oscuridad de Buddhafield

 

En la calma del Océano Pacífico, en las inmediaciones de Hawái, un hombre camina tranquilamente descalzo en la playa de la isla. De edad desconocida y con rasgos alterados por cirugías, le sigue un séquito de gente sin cuestionarle su autoridad.

 

Atrás quedaron los días en que fundó el Buddhafield en California, Estados Unidos, pero el que se dice llamar “Reyji” esconde un perverso pasado lleno de incertidumbre, misterio y depravación sexual.

 

El documental del ‘amor’ 

 

“Holy Hell” es el documental que explora la vida al interior de la que fuera la secta Buddhafield, que inició por 1980 un hombre peculiar que hablaba en bien del amor y de Dios.

 

Michel Rostand se distinguía por ser el gurú detrás del Buddhafield. Vestido solamente con un traje de baño en amarillo, ajustado y lentes Ray-Ban, Rostand sobresalía por su carisma, sin ser un hombre senil en túnica blanca o de barba larga, él era el ejemplo de que ser un maestro de la meditación podía ser cool.

 

“No fumábamos, ni tomábamos, ni usábamos drogas o cualquier cosa negativa, éramos muy sanos (…) pero sí… tengo que decir que me arrepiento de haber permanecido tanto tiempo ahí”, expresó Will Allen, director del documental en entrevista para Reporte Indigo.

 

El filme fue presentado en la pasada edición de Sundance, y ya puede ser visto en Netflix, además de la modalidad de Video On Demand en iTunes y Amazon.

 

 La ceguera intelectual

 

La fe y la espiritualidad siempre han sido un negocio con el que se lucra a expensas de quienes desean un mejor porvenir.

 

Y Michel supo encontrar la manera para también ser parte del mercado de las conciencias y convertirse en un gurú.

 

Así fue como Will Allen llegó al grupo religioso de Rostand en 1985, sintiéndose miserable debido al rechazo de su familia por su homosexualidad. Llegó a los 22 años y permaneció otros 22 al lado del líder espiritual.

 

“Estábamos ciegos ante muchas cosas obvias, porque nuestro intelecto era ensombrecido por la imagen de él (…). Sucede mucho en la iglesia también”, comentó Allen.

 

El miedo era una constante en Allen, sabía que si se iba perdería a sus amigos. “Me arrepiento no haber tenido una personalidad más fuerte (…) los primeros dos años aprendimos lo que necesitábamos, el resto solo fue repetición y dolor”.

 

Cambiar el pensamiento

 

Al cuestionar a Allen con respecto a qué opina del pensamiento radical en México, y de que hay ciertos grupos extremistas religiosos que se oponen al matrimonio del mismo sexo, opina que se debe respetar la libre elección de los individuos.

 

“Todos tenemos libre albedrío, libertad de escoger la religión que queramos, una religión no debe de provocar a las personas, no está bien, imagínalo, si lo intentan hacer en el nombre de Dios, no tienen el derecho de hacerlo”.

 

En la corte te vieres

 

Allen no emprendió acciones legales, pero al menos un exmiembro de la comunidad ha buscado, por la vía legal, ponerle un alto a este sujeto, debido a que le amenazó de muerte.

 

“Hay una persona que salió en mi película que vive en Hawái y cuando la película salió le amenazaron de muerte (…) hay una investigación de por medio.

 

El hombre de los mil rostros

 

Allen le conoció como Michel, pero cuando empezaron a tachar al grupo de “secta”, por miedo se cambió el nombre a Andreas, después a Reyji, y así continuó.

 

“Él llegó al país como Jaime Gomez, de Venezuela, quería ser actor y se cambió el nombre a Michel Rostand en Los Ángeles, yo así lo conocí. Y luego fue Andreas en Austin, y tuvo otros nombres después, para mantenerse oculto, como Bob y Jeff. También tomó dos de mujer, Cindy y Dorothy, porque en público quería que nos refiriéramos a él como mujer”, dijo Allen.

 

Estas actitudes eran para evitar levantar sospechas de que había un hombre gurú a donde iban, además de que él creía que el FBI podía andar tras su grupo religioso.

 

Al día de hoy el líder de la secta reside en Hawái, donde todavía sigue reclutando personas para sus fines.

 

En el nombre de ¿Dios?

 

Atentados, actos de violencia y más perversidades han ocurrido en los últimos 20 años.

 

Kool-aid mortal 1978

 

En la Guyana Esequiba se fraguó uno de los suicidios masivos más grandes de la historia. En el pueblo de Jonestown liderado por Jim Jones, quien había migrado desde Indianápolis, con su congregación en 1950, tras la visita del congresista Leo Ryan, quien acudió por sospecha de fraude y lavado de cerebro, todo salió mal, el encuentro culminó con la muerte del funcionario más la de 912 personas por la ingesta de cianuro en la bebida.

 

campamento del amor 1985

 

Los discípulos de Michel Rostand pagaban 50 dólares por sesión, además de que los miembros donaban el dinero de sus empleos y el de sus propiedades cuando fueron vendidas para vivir en la comuna.

  

Masacre en Waco 1993

 

David Koresh entró en 1981 a la comuna de los Davidianos y creó un movimiento armamentista. En 1993, durante 51 días, el grupo intercambió fuego con el gobierno estadounidense en Waco, dejando 76 decesos.

 

 

Suicidio alienígena 1997

 

El grupo Heaven’s Gate creía que podían alcanzar su plenitud de vida en el espacio, y 38 personas, junto a su líder, cometieron suicidio comunitario, en California.

 

Arrepentíos del pecado

 

A pesar de que Allen sabe que estuvo dentro del culto por decisión propia por más de dos décadas, no quiere verse a si mismo como una víctima de la mano del gurú, pero sí se arrepiente por no haber tenido un sentido de voluntad para abandonar el grupo.

 

“Es cierto que puedes dejar tu voluntad de lado y puedes rendirte (…) él no te dominaba por la fuerza, él es un hombre pequeño, nunca usó fuerza. Era más como tener un sentido de obligación espiritual hacia él y creer que eso me ayudaba”, comentó.

 

Si algo no le parecía entraba en cólera como cualquier otra persona, la soberbia le dominaba, dejando de lado al hombre amoroso que en un principio decía profesar paz y bondad.

 

“Una vez dije, ‘no quiero estar aquí’, porque los días que me trataba a mi, también teníamos una celebración grande con más gente, y dije ‘no quiero estar en la celebración’ y el se molestó conmigo (…). Era muy controlador y manipulador”, indicó.

 

Lealtad y devoción

 

A pesar de que Allen tenía más de 30 horas de grabación, hubo momentos que él hubiera querido tener en video, pero la devoción y respeto por su maestro le ganaron y apagó la cámara.

 

“Hay muchas cosas que habría deseado grabar, pero no era apropiado encender la cámara cuando él estaba enojado o actuando de manera ilógica. Él siempre estaba muy alerta de la cámara”.

 

El primer corte de la cinta fue de unas cinco horas, pero poco a poco Allen tuvo que reducirlo hasta quedar en 103 minutos.

 

“Creo que el propósito de la película es múltiple. Si él estuviera muerto comoquiera la hubiera hecho, porque no es solo para las 100 personas que estuvimos ahí (…) creo que el hecho de que aún esté vivo hace al filme más importante, pero en unos años, cuando las cosas hayan cambiado… Creo que por eso la cinta tiene un gran mensaje para la gente que puede estar pasando por situaciones similares a las de nosotros”.

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