Sam Esmail es un guionista y director de televisión y cine. Es conocido como el creador de la serie de televisión Mr. Robot. Foto: Especial

Dejar el Mundo Atrás redefine el verdadero terror postapocalíptico

Dejar el Mundo Atrás teje una trama envolvente de intriga y confianza, en la que el simbolismo animal despierta una reflexión profunda sobre la naturaleza humana en medio del caos

El thriller Dejar el Mundo Atrás, del director y guionista Sam Esmail, adentra en el día a día de los Sandford, una familia encabezada por Julia Roberts y Ethan Hawke, acompañados de sus dos hijos adolescentes. La tan esperada tranquilidad de sus vacaciones se ve interrumpida con la llegada de dos personajes, interpretados por Mahershala Ali y Myha’la Herrold, un padre e hija que aseguran ser los dueños de la casa y buscan ingresar a la morada con insistencia.

Basada en la exitosa novela Leave the World Behind de Rumaan Alam, la película, que llegará a la plataforma de Netflix este 8 de diciembre, desafía las convenciones apocalípticas al colocar la amenaza en el corazón de la narrativa. En lugar de centrarse en el evento catastrófico en sí, la trama se convierte en un intrincado juego de confianza y desconfianza, llevando a la audiencia a cuestionar la verdadera identidad de los intrusos y explorar los oscuros secretos que se esconden en las sombras.

Dejar el Mundo Atrás ya está disponible en Netflix

Este enfoque no sólo redefine el género apocalíptico, sino que también ofrece una mirada más profunda a la psicología de los personajes. La trama examina cómo enfrentan la incertidumbre y la amenaza directa a su humanidad en medio del caos creciente, brindando capas de complejidad emocional que elevan la experiencia cinematográfica.

Con la destacada actuación de Julia Roberts como la egocéntrica Amanda y la convincente interpretación de Ethan Hawke como Clay, contribuye a la autenticidad de la película. Kevin Bacon, en su papel, agrega un matiz adicional, consolidando un elenco que no solo ofrece un espectáculo visual, sino también una exploración matizada de la condición humana frente a la adversidad.

El gran acierto de la cinta es que explora las tensiones humanas ante una catástrofe inminente, a la vez de introducir elementos simbólicos que elevan la narrativa a un nivel más profundo. La presencia de animales, especialmente ciervos y flamencos, se convierte en el lienzo de intensas epifanías para los personajes.

La película invita a contemplar la incomunicabilidad con el reino animal, destacando la imposibilidad de comprender completamente sus experiencias. La mirada a los ojos de una fiera en el zoológico se convierte en un reflejo de enfrentarse a lo desconocido y la dificultad de comprender las complejidades del propio ser humano.

Esta adición enriquece la trama al proporcionar capas de significado que provocan la reflexión sobre la interconexión entre la humanidad y la naturaleza. La película se transforma en una experiencia cinematográfica que no solo entretiene, sino que también incita a una reflexión más profunda sobre nuestra conexión con el mundo que nos rodea, planteando la pregunta de si la tecnología nos domina y si su ausencia podría desencadenar el caos.

Una cinta que divide opiniones

A pesar de su sólido 88 por ciento en Rotten Tomatoes, algunos sectores de la audiencia cuestionan la parte cómica, considerándola menos rica narrativamente en comparación con el libro.

Las escenas generadas con animación CGI han recibido críticas por su apariencia falsa y poco convincente. The Hollywood Reporter describe la película como “problemática” y señala cierta monotonía en la representación de la sospecha racial y la catástrofe ambiental.

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