Café Budapest, la mejor repostería húngara de México

Gabriela Biringer hornea los pasteles y galletas que su mamá le enseñó con base en los recetarios que trajo consigo de Hungría, después de escapar de la Segunda Guerra Mundial

[kaltura-widget uiconfid=”39952882″ entryid=”0_eaeane1o” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”56.25%” /]Gabriela Biringer cocina con el corazón. A pesar de que ha vivido en México la mayor parte de su vida, la cultura húngara con la que creció no ha desaparecido, la trae más fuerte que nunca. A través de los pasteles y galletas que hornea en Café Budapest busca transmitirle a la gente el mismo amor que ella siente por Hungría.

Siento que a través de la repostería, o de la gastronomía en general, se puede dar a conocer un país, comenta Biringer a Reporte Índigo.

Los papás de Gabriela eran húngaros, pero debido a la Segunda Guerra Mundial decidieron ubicarse en otro país, uno que no los hiciera sentir tan lejos de casa.

Cuando llegaron a México se dieron cuenta que la gente actuaba muy parecido a las personas que dejaron a tras: amigable y unida. Por eso se quedaron en el país latino.

En mi casa se vivía mucho la nostalgia. Con platillos y repostería típica recordábamos a Hungría; y con amigos que emigraron, los cuales llegaron a ser como parte de la familia, detalla Gabi.

Cuando sus papás fallecieron, la fundadora de Café Budapest viajaba frecuentemente a Hungría, sólo ahí podía encontrarse con personas que le recordaban a sus padres. Veía las decoraciones de los lugares públicos y de las casas con nostalgia, pues esos escenarios la transportaban a su infancia.

En México, Gabi continuó haciendo los pasteles que su mamá le enseñó a hornear con base a los recetariso que se trajo desde Hungría. Y un buen día, tuvo que presentarlos ante el público.

Yo tenía miedo, porque si visitas las pastelerías húngaras, todos los postres están súper bien representados, con betunes perfectos, y las recetas de mi mamá eran totalmente caseras, ella las aprendió así de su nana, cuenta Biringer.

A pesar de que Gabi ya tenía el local en donde iba a vender sus pasteles, tardó seis meses en abrirlo.

“Mi hija todos los días me decía ‘¿ya abrimos mañana, ma?’, yo le daba largas y un día me dijo que definitivamente abríamos al día siguiente. Toda la mañana me la pasé haciendo pasteles, algunos los traje en sus refractarios y otros sí los pude voltear. Pero al final la gente quedó fascinada, le encantó que fueran caseros. En ese momento mi alma descansó porque me di cuenta que sí puedo ser yo misma, haciendo las cosas como las sé hacer sin tener que ser tan rebuscada”, asegura.

En Café Budapest, ubicado en Tamaulipas 130, Colonia Condesa, hay merengues (o “besos” como se le llaman en Hungría); una gran vaerieda de galletas como la Fehér Ischeler de zarzamora cubierta de chocolate blanco, Ischler de chabacano con chocolate amargo y avellanas, y Karika Ischler, que son aros de nutella con avellanas y chocolate amargo.

Entre los pasteles que Gabi hornea está el Sacher, elaborado con nuez molida y chocolate; el Fekete Erdo-Selva Negra, con nuez molida, cerezas, crema chantilly y cubierto de chocolate; el Zserbó Szelet, el cual tiene capas de masa de nuez, mermelada de naranja o chabacano y chocolate.

La gente que visite Café Budapest también puede probar los tés e infusiones mientras lee un libro sobre la historia de Hungría u observa las fotografías antiguas de los familiares de Gabi que están colgados en el lugar.

Café Budapest es mi segunda casa. Vengo aquí y es como meterme en mis propios recuerdos. Lo que me gusta es que cuando vienen húngaros y me dicen que mi Gerbaud está más rico que el de la pastelería Gerbeaud en Hungría. Es un logró poder entusiasmar a la gente con mis postres, comenta Gabi. 

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