Algodón de azúcar, tiene que ver con la inocencia, por eso la dramaturga optó por utilizar un título que remontara y simbolizara esa etapa de la vida. Foto: Especial

Algodón de azúcar, obra de teatro que revive las pesadillas de la niñez

Algodón de Azúcar, escrita y dirigida por Gabriela Ochoa, es una obra de teatro que atrapará al espectador a través de la historia de un hombre quien, guiado por tres payasos a través una feria abandonada, revivirá sus recuerdos de niño

A pesar de que la directora Gabriela Ochoa mostró interés en hacer teatro desde muy pequeña, fue hasta los 12 años que tuvo su primer contacto con este arte, pues al ser originaria de Monterrey no había muchas referencias ni compañías que llegaran al norte del país.

Sin embargo, gracias a que sus papás le compraron libros de teatro pudo explorar y ahondar en las artes escénicas. Ochoa recuerda esta etapa de su vida, pues fue su principal inspiración para escribir y dirigir Algodón de azúcar, obra que se llevará a cabo en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz, para rendir homenaje a la niñez, etapa en la que opina, las personas son más auténticas y temerarias.

“Todos tenemos que reconectar con nuestra inocencia. Creo que ahí es cuando éramos libres, más auténticos y si bien éramos muy vulnerables, como lo muestra la obra, también teníamos ese arrojo y mucho de eso es lo que intento rescatar con este viaje”, narra Gabriela a Reporte Índigo.

“Todos tenemos recuerdos bellos y oscuros y creo que es importante reconocerlos”
Gabriela OchoaDirectora

Algodón de azúcar presenta a un hombre perdido que, en medio de una tormenta, se encuentra con tres payasos, quienes lo engatusan para entrar en una feria abandonada y, tras hacer un pacto con ellos, en cada una de las atracciones revive episodios de su infancia en un universo onírico, trastocado y delirante.

Se trata de la cuarta pieza de Ochoa, que terminó de escribir durante la pandemia, época que le ayudó para desarrollar la idea de que, a pesar de que el humano, a lo largo de los años, se va colocando máscaras, en esencia sigue siendo esa niña o ese niño que no tenía tantas reglas sociales o familiares en su cabeza.

La obra, aclara, tiene que ver con la inocencia, por eso optó por utilizar un título que remontara y simbolizara esa etapa de la vida.

“A nivel de discurso teatral, es muy simbólico y surrealista, una línea que está presente en mi trabajo; vemos nuestra infancia como un lugar en donde podíamos tener partes idílicas y dolorosas que influyen en nuestra vida adulta: los payasos le proponen al personaje adentrarse a un universo que ellos mismos están generando, un lugar lleno de absurdo y de juegos llevados a sus últimas consecuencias”, sostiene la dramaturga.

El lugar de los claroscuros

La figura del payaso fue seleccionada inconscientemente por Gabriela Ochoa, pero para ella son una especie de arquetipo que tiene que ver con el juego, la felicidad y la ternura, pero también con los miedos y el dolor.

El recorrido lleva al protagonista a desbloquear una memoria olvidada y enfrentarse con ello va a ser la clave que lo ayude a salir de ahí. La obra, que también utiliza el humor, poco a poco, va demostrando las pesadillas más oscuras del ser humano.

“Los payasos con los que se encuentra no son felices, pero generan complicidad con el público y nos hacen entrar en la historia, recrean la casa de su infancia y se hacen pasar por los personajes de su pasado”, detalla la directora.

Algodón de azúcar se presentará hasta el 14 de mayo en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz. Jueves y viernes, a las 20:00 horas; sábados, a las 19:00 y domingos, a las 18 horas

Además de tener formación como actriz, Gabriela se interesó por retomar el teatro de máscaras, gracias a su maestro Jean-Marie Binoche.

Trabajó junto con las actrices y actores para hacer laboratorios de clown y de máscara, técnicas que ayudaron a darle más profundidad a la puesta y a la clase de humor que deseaba abordar con Algodón de azúcar.

“El humor es fundamental en el teatro, no se trata de hacer un chiste, sino de poder entrar en el juego, porque el teatro es juego y aunque estemos tocando temas muy delicados y muy complejos, es la manera en que nos vamos a conectar emocionalmente. De otro modo me parece que el teatro se puede volver panfletario, donde conectamos solamente desde la razón y no desde la emoción”, concluye la directora.

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