Aíslate del bullicio

Existe amplia evidencia científica de los peligros que los ruidos de alta intensidad suponen para la salud, pero poca investigación sobre los efectos del ruido ambiental o de fondo, ese que emite el tráfico, los electrodomésticos o una construcción, por ejemplo.

Un nuevo estudio publicado en el Journal of Hygiene and Environmental Health demuestra que el ruido ambiental del día a día perjudica el aprendizaje cognitivo de las personas y los procesos fisiológicos inconscientes. 

Existe amplia evidencia científica de los peligros que los ruidos de alta intensidad suponen para la salud, pero poca investigación sobre los efectos del ruido ambiental o de fondo, ese que emite el tráfico, los electrodomésticos o una construcción, por ejemplo.

Un nuevo estudio publicado en el Journal of Hygiene and Environmental Health demuestra que el ruido ambiental del día a día perjudica el aprendizaje cognitivo de las personas y los procesos fisiológicos inconscientes. 

En el estudio, se evaluó la capacidad de aprendizaje computacional de un grupo de 59 jóvenes austriacos, expuestos a diversos entornos con variaciones en los niveles de sonido, como 46 decibeles de ruido simulado de una aeronave lejana que parecía acercarse a un aeropuerto y un ruido de fondo aún más bajo, a 36 decibeles (una conversación en tono normal transcurre entre 50 y 60 decibeles).

Al tiempo que los participantes estudiaban textos de computación asignados para contestar tres pruebas distintas en 15 minutos, los investigadores midieron dos indicadores de estrés: ritmo cardíaco y cambios en calor y electricidad transmitidos por los nervios a través de la piel.

Se encontró que las tasas de conductancia eléctrica de la piel y el ritmo cardíaco fueron significativamente mayores en el grupo expuesto al ruido de la aeronave, que en aquellos participantes que estudiaron sometidos al ruido de fondo de más bajo nivel de 36 decibeles.

Aquellos cuyo proceso de aprendizaje estuvo sujeto al ruido de fondo de 36 decibeles obtuvieron puntajes de memoria más altos que quienes fueron evaluados mientras  escuchaban de fondo el ruido de la aeronave, a 46 decibeles. 

A decir de investigadores, el control de la atención de los participantes al sentirse amenazados ante el ruido de la aeronave que se aproximaba al aeropuerto –aunado a la presión de tiempo para contestar las pruebas– y la dificultad para cambiar de estrategias mentales durante esta fuente de distracción, es lo que puede explicar estos marcados cambios fisiológicos y la baja del rendimiento cognitivo. 

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