Yo sigo buscando a Roy

Silencio. No sé qué decirle. A veces se me acaba la esperanza a mí también. Sé que su mundo está hecho pedazos, no sólo por la injusticia, sino porque la ausencia de su hijo es un vacío inconfundible. 

Vuelvo a mirar fijamente sus ojos y pienso en su pesadilla de ese 11 de enero de 2011. ¿Quién puede sobrellevar este dolor que trae pena y agonía, la incertidumbre que come los huesos, esta gran herida que no deja conciliar bien el sueño?

Indira Kempis Indira Kempis Publicado el
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Silencio. No sé qué decirle. A veces se me acaba la esperanza a mí también. Sé que su mundo está hecho pedazos, no sólo por la injusticia, sino porque la ausencia de su hijo es un vacío inconfundible. 

Vuelvo a mirar fijamente sus ojos y pienso en su pesadilla de ese 11 de enero de 2011. ¿Quién puede sobrellevar este dolor que trae pena y agonía, la incertidumbre que come los huesos, esta gran herida que no deja conciliar bien el sueño?

A pesar de eso, Leticia Hidalgo, “Letty” como la conocemos en el Colectivo FUNDENL, se enjuga las lágrimas, le escuchan mis oídos un “no me dejes”, como si fuera su clamor hacia todos nosotros. Toma el comunicado que se ha preparado entre sus manos y ahí, como si la escuchara Roy Rivera Hidalgo, frente a los medios de comunicación, hace su denuncia pública a dos años de la desaparición forzada de su hijo. 

No sobran los que piensan que eso es un protagonismo político sin sentido, como le ha pasado a Javier Sicilia ante sus mayores críticos. Pero ponte un momento en sus zapatos. Por ejemplo, ¿sabes qué hacer en caso de secuestro, ejecución extrajudicial o desaparición forzada?, ¿sabes cuáles son las autoridades a las que puedes acudir?, ¿dónde queda la Cruz Roja o el Ministerio Público más cercano?, ¿cómo comunicarlo a la familia y amigos? No, no estábamos hace años ni ahora estamos preparados para estas situaciones amenazantes. Nos tomaron en “frío”, a pesar de que estos delitos no son nuevos. Basta recordar el recorrido de doña Rosario Ibarra de Piedra en esta búsqueda que, a veces, parece eterna. 

La desconfianza no es gratuita, no es más que el mero resultado de procesos administrativos que no terminan, de la corrupción y complicidad de las autoridades con los criminales, de la ausencia de nosotros como para vencer el miedo entre todos. Así el grave problema. La parálisis que nos deja tumbados en el silencio. Son pocos los que teniendo la muerte rondando se atreven a dar la cara. A exhibir sus nombres y apellidos que en franca voz abierta dicen: “Estamos buscando”. Son pocos los que conviven con su tristeza en la soledad de sus cuartos. Son trilladas mis palabras, probablemente. Pero imagina un segundo estando en esa escena de desesperación para la que ninguno de nosotros estaba preparado. 

Jesús Robles Maloof, un buen amigo defensor de derechos humanos nos hace un atinado cuestionamiento: “Y cuándo nos pregunten las generaciones que vienen: ¿qué hacías mientras en México desaparecían a miles de personas? ¿Qué les vamos a decir?”

Porque ahí, afuera y adentro del Palacio de Gobierno: “no hay alguien”. En una expresión más infinita del abandono: “estamos”. Alguien que nos escuche, que quiera entender que debemos  hacer algo para buscar a “los muchachos”, como les comienzan a llamar cariñosamente. Alguien que con sus conocimientos, con sus experiencias, con su labor, con su voluntad política, quiera ayudarnos a encontrarlos. 

Pero, ¿sabes qué estamos aprendiendo de todo esto? Que cuando hay esperanza uno puede volver a empezar cuantas veces sea necesario. A tocar cuantas puertas tengamos que tocar. A insistir con una capacidad de afrontarse con entereza a todos. 

Letty lee de manera pausada el comunicado. Atrás de ella hombres y mujeres que conmueven también por su empatía de entender que nos necesitamos en esta causa. Más tarde trabajamos a a puerta cerrada con un experto en seguridad. El día termina, pero no para nosotros. Gustavo Ibargüengoytia, psicólogo voluntario del grupo FUNDENL, se lo escribe muy bien a Letty en un pequeño comentario por redes sociales: “Hoy se cumplieron dos años de que desaparecieron a Roy. Hoy no lo encontramos, pero lo seguimos buscando. Yo sigo buscando a Roy”.

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