Vivos se los llevaron…

Juany intenta que sus lágrimas no delaten su profundo dolor. 

Contiene su desesperación en un suspiro. 

Junto con su familia, recuerda la desaparición de Brenda Dámaris González Solís, su hija, el miércoles 31 de julio de 2011. Pero no puede más. Solloza, se recarga en mi hombro para estallar en angustia: “me gana la desesperación”, ¿cómo no le va a “ganar” la batalla si no ha recibido más que escaso apoyo?

Indira Kempis Indira Kempis Publicado el
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Juany intenta que sus lágrimas no delaten su profundo dolor. 

Contiene su desesperación en un suspiro. 

Junto con su familia, recuerda la desaparición de Brenda Dámaris González Solís, su hija, el miércoles 31 de julio de 2011. Pero no puede más. Solloza, se recarga en mi hombro para estallar en angustia: “me gana la desesperación”, ¿cómo no le va a “ganar” la batalla si no ha recibido más que escaso apoyo?

El caso de Damaris es uno de los pocos que hay en el país de víctimas de desaparición forzada. A diferencia de otros, los restos óseos de lo que aparentemente es su cuerpo fueron entregados a la familia asegurando, de acuerdo a su expediente, la coincidencia genética de éste con el ADN de familiares. 

No obstante, el proceso de entrega, de acuerdo con Juany y su familia, estuvo repleto de irregularidades e incongruencias. 

Podríamos darle el beneficio de la duda a la familia por una razón muy importante: en México no contamos con un protocolo de entrega de restos como en otros países. 

Esto significa que la ausencia de un procedimiento estrictamente apegado a la ley, la ciencia y la ética, que nos permita tener el mínimo margen de error para determinar que los restos de un cuerpo son de las personas desaparecidas a las que se buscan. 

Lamentablemente, la voz de esta familia no ha sido escuchada ni apoyada por las autoridades correspondientes, ni siquiera por organizaciones de derechos humanos. 

Juany cuenta las incontables veces en que se ha sentido sola en este difícil proceso… “¿Y si no es mi hija?”… Pregunta desconsolada. 

Para desaparecer cualquier duda lo único que queda es una nueva prueba genética en un laboratorio fuera de la PGR. 

Es la gran ventaja de vivir en los tiempos en donde las pruebas de ADN no se equivocan porque la respuesta que arrojan es dicotómica: sí o no. Punto.

En caso de ser positiva, la familia de Dámaris está dispuesta a aceptar los resultados y la resignación en un país donde pareciera que no queda más que eso. 

En caso contrario, tendrían que seguir con la búsqueda. 

“Si no es Dámaris, alguna otra madre estará buscando ese cuerpo”, afirma empática Leticia Hidalgo, madre de Roy Rivera también desaparecido. 

En cualquiera de los dos escenarios, los familiares de las víctimas estarían ejerciendo su derecho a la verdad. 

El miércoles pasado tanto FUNDENL como la familia de la joven, estuvimos en el Palacio de Gobierno para solicitar, como se ha hecho costumbre, una audiencia con el gobernador Rodrigo Medina y la urgencia de esa prueba genética. 

Esperamos respuesta. 

Definitivamente, necesitamos un país en donde estos crímenes de lesa humanidad sean tratados con la seriedad científica y con apego a la Ley que se requiere, de otra forma sólo nos estamos dando “atole con el dedo”. 

Necesitamos un país en donde nos hagamos corresponsables de las consecuencias de la guerra. 

Si no estamos nosotros, ¿quiénes?… 

Porque como enuncian los que protestan ante las atrocidades de la desaparición forzada: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

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