Tu propio México

Los que nos dedicamos a la comunicación sostenemos que ganará aquel que haya hecho la mejor campaña. En lo personal pienso que no ganará la mejor opción para el país, sino quien supo estructurar mejor sus mensajes y quien supo difundirlos de un modo más ordenado, quizá también quien contó con un mejor aparato y mayores recursos. 

Los medios de comunicación han hecho su trabajo y en un equilibrio informativo civilizado han difundido la información, unos con mayor pluralidad informativa que otros. Mención especial a las redes sociales cuyo mayor análisis haremos después. 

Pablo Mier y Terán Pablo Mier y Terán Publicado el
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Los que nos dedicamos a la comunicación sostenemos que ganará aquel que haya hecho la mejor campaña. En lo personal pienso que no ganará la mejor opción para el país, sino quien supo estructurar mejor sus mensajes y quien supo difundirlos de un modo más ordenado, quizá también quien contó con un mejor aparato y mayores recursos. 

Los medios de comunicación han hecho su trabajo y en un equilibrio informativo civilizado han difundido la información, unos con mayor pluralidad informativa que otros. Mención especial a las redes sociales cuyo mayor análisis haremos después. 

Si no gana quien usted eligió no se estrese, el México que usted quiere, su México, su realidad, lo puede construir solo usted mismo.

El primero de julio acudirán a las urnas tres grandes grupos de votantes, unos buscando, según se ofreció en las campañas, un México que quiere orden, compromisos cumplidos y rendimiento del salario; dicen los encuestólogos que será el mayor grupo.

Otro grupo acudirá a las urnas en búsqueda de un México que quiere cambiar, que pide justicia y equidad, y finalmente un tercer grupo que no sabemos bien a bien qué pide, pero que siempre ha votado por el PAN por razones ideológicas, económicas y políticas.

Es muy posible que la noche del primero de julio tengamos una idea clara de cuál de esos tres grupos fue el mayor, o dicho de otro modo, qué es lo que busca la población: estabilidad, justicia, ganar más…

El primero de julio es un día muy importante, es un día de respeto que vale la pena preparar. Hay quienes lo preparan ya con ilusión y a su estilo, desde quien ya ubicó su casilla y programó la hora de su sufragio hasta quien peregrinará a la villa pidiendo justicia y paz en las elecciones.

Sí sabemos que habrá una votación abundante, sabemos que se cometerán algunos fraudes, sabemos que habrá violencia, poca, pero la habrá, y sabemos que Calderón se sentará con el ganador a preparar la transición. Los perdedores deberán reconocer su derrota.

La transición se llevará a cabo y habrá un más o menos tenso relevo de poderes, sin embargo, permítame decirle, amigo lector, el cambio por el que usted votó no se llevará a cabo al menos del modo que se lo ofrecieron, ni su sueldo rendirá más ni se acabará la corrupción. 

Si usted está esperando que el cambio llegue de arriba, permítame decirle que ese cambio no llegará, como no llegó cuando ganó Fox o cuando llegó Calderón.

Un país tan complejo como el nuestro no cambia de la noche a la mañana, ni cambia por decreto, cambia cuando cambian quienes lo integran.

Si no hay cambio en las personas, no hay cambio en las familias; si no hay cambio en las personas, no hay cambio en las instituciones.

Las cosas podrán mejorar o empeorar, pero el cambio, el verdadero cambio, viene de abajo para arriba, no de arriba para abajo. Si pensamos que nuestro deber es únicamente votar por alguien y que ese alguien nos solucionará la vida, estamos muy equivocados.

Es por ello que lo  invito a ver el primero de julio como el día de la definición y del compromiso. Aquellas razones que le llevarán a emitir su voto, aquel proyecto de país por el que usted votó, que sean las mismas que le lleven a construir en su persona y su entorno ese México que usted desea.

El nuevo gobierno podrá facilitar o complicar su proyecto, pero le corresponde a usted implementarla en su micro México: su familia, su entorno. Nadie, y menos las ofertas de campaña de un candidato, mejorarán su realidad. Si quiere para usted y sus hijos otro México, constrúyalo usted mismo.

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