Tarzán: Héroe de acción

Ahora la regla parece ser sencilla: tómese al personaje que desee, añada secuencias musicales que emulen una cinta icónica de acción al estilo “Gladiador” (2000), añada a los actores de moda, mezcle bien y sirva en presentación de héroe de acción.

No será un vodka martini seco agitado no revuelto, pero si es un coctel cargado de adrenalina y escenas injustificadas de acción, téngalo por seguro que es un éxito garantizado en taquilla. Pero a la larga, sólo será una película más en la lista de indispensables de la historia del cine.

Hidalgo Neira Hidalgo Neira Publicado el
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Ahora la regla parece ser sencilla: tómese al personaje que desee, añada secuencias musicales que emulen una cinta icónica de acción al estilo “Gladiador” (2000), añada a los actores de moda, mezcle bien y sirva en presentación de héroe de acción.

No será un vodka martini seco agitado no revuelto, pero si es un coctel cargado de adrenalina y escenas injustificadas de acción, téngalo por seguro que es un éxito garantizado en taquilla. Pero a la larga, sólo será una película más en la lista de indispensables de la historia del cine.

Eso es lo que parece estarle pasando a Hollywood en 2016, donde solo se presentan dramas históricos que se les inyectan esteroides de acción justificando que eso les afianzará un público que va al cine por deporte.

Al menos eso es lo que le ha sucedido a “La leyenda de Tarzán”, cinta que revive la accidentada franquicia que inició con películas mudas en 1918, y desde entonces solo se ha pretendido tomar pincelazos del trabajo literario de Edgar Rice Burroughs sin hacer un retrato fiel del hombre crecido entre primates.

El único filme que se acercó de manera significativa y con seriedad al tema, fue “Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos”, protagonizada por Christopher Lambert y estrenada en 1984.

En el largometraje de 143 minutos, observamos a Lambert de cuerpo delgado, casi famélico, algo que sin duda es mucho más creíble de una persona que vive en la selva de manera rudimentaria, gran diferencia presentada en la nueva encarnación personificada por Alexander Skarsgård en la que luce una musculatura trabajada, aunque el heredero de Greystoke, John Clayton ahora lleva años exiliado del mundo salvaje.

Entre los posibles aciertos de la nueva adaptación es que es una ficción que repasa los años posteriores de Tarzán, adormilado por la burguesía que le ha hecho sucumbir a su papel de Lord y aristócrata, pero añorando sus días al brinco de las lianas.

El guión al menos fue trabajado de tal manera que se empata con la memoria histórica de personajes como Leopoldo II de Bélgica, el militar Léon Rom y el afroamericano George Washington Willams, quienes en algún momento estuvieron involucrados en el Estado Libre del Congo, donde se desarrolla la película.

Sin embargo el abuso de encuadres de close up para mostrar la tensión de los personajes, el uso de cámara en mano en secuencias de pelea, y una clara estampida generada por computadora casi al final de la cinta, son recursos que le hacen perder su tensión argumental.

A 14 días de su estreno, el presupuesto de 180 millones de dólares no ha podido ser recuperado en taquilla ya que solo se han recabado 140 millones a nivel internacional, lo que podría verse como deficiente. La adaptación de 1984 se realizó con 30 millones de dólares y logró juntar 45 millones, apenas superando el presupuesto de producción.

Otro de los méritos que tuvo “Greystoke” fue el colarse a tres nominaciones de la Academia, en las categorías de Mejor Maquillaje, Mejor Guión Adaptado y Mejor Actuación en un Papel Secundario, situación que se ve lejana para el nuevo filme.

Hay ideas que mejor vale la pena dejarlas descansar, que necesitan reposarse en el pasado que aunque no sea glorioso, bien pudo funcionar mejor el público. Hacer hoy en día solo una película de acción por el mero pretexto de entretener es más una decepción que una ventana al reconocimiento fílmico futuro.

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