Realidad alterada en 3 pasos

Desde que comenzó su campaña, Enrique Peña Nieto se ha asumido presidente de México; ha actuado de esa forma y desde ese discurso se ha plantado ante sus adversarios. Peña ha construido una ilusión retórica y sus opositores han caído víctimas de ella. 

No obstante su falsedad, este ejercicio de ficción ha permitido ver y analizar las formas en las que Peña Nieto pudiese desempeñarse de llegar a ser presidente. En ese sentido los últimos días han sido de consternación, se ha reproducido en pequeña escala una suerte de retrato perfecto del PRI más autoritario.

Emilio Lezama Emilio Lezama Publicado el
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Desde que comenzó su campaña, Enrique Peña Nieto se ha asumido presidente de México; ha actuado de esa forma y desde ese discurso se ha plantado ante sus adversarios. Peña ha construido una ilusión retórica y sus opositores han caído víctimas de ella. 

No obstante su falsedad, este ejercicio de ficción ha permitido ver y analizar las formas en las que Peña Nieto pudiese desempeñarse de llegar a ser presidente. En ese sentido los últimos días han sido de consternación, se ha reproducido en pequeña escala una suerte de retrato perfecto del PRI más autoritario.

Todo comenzó en la Universidad Iberoamericana cuando Peña Nieto por fin aceptó acudir a una universidad que -en teoría- sería territorio sin complicación. Es posible que Peña se imaginara a si mismo cayendo una y otra vez en los lugares comunes de su discurso, frenándose de pronto únicamente para lanzar una de esas sonrisas de telenovela que tan bien ha aprendido, acaso cambiar de perfil,  mientras decenas de seguidores copetudos lo vitoreaban.  Acostumbrado al set televisivo y a una nómina de acarreados, Peña Nieto debió sentir confusión y extrañeza cuando se encontró con la protesta generalizada de los estudiantes.

El rey del gel por fin se presentaba ante una comunidad de estudiantes y éstos, numerosos, lo abucheaban. Ante ello, preocupante fue la reacción del llamado nuevo PRI que por un momento creó otra falsa ilusión: aquélla de que aún vivíamos bajo el viejo régimen.

1.-Primero ocurrieron las descalificaciones: A los ojos de los peñistas los alumnos de la Ibero son intolerantes. Para los priistas acostumbrados al autoritarismo, la protesta es una forma de la amenaza. En un clásico discurso que apesta a 68, los manifestantes son acusados de intolerantes y de antidemocráticos. Confunden la protesta legítima de estudiantes con la agresión. Bajo esa lógica muchas veces reprimieron.

2.- Pronto surgió el clásico discurso paranoico: Acusaron a sus contrincantes de haberse infiltrado en la universidad con el fin de provocar un boicot. Según este discurso, los manifestantes no eran estudiantes si no acarreados políticos de la “oposición”. Acostumbrados a pagar por ser vitoreados, los priistas no comprenden cómo un grupo de seres libres puede manifestarse en su contra. La comunidad Ibero reaccionó de manera ejemplar; un video desmintió al viejo régimen.

3.- Los medios de comunicación más cercanos a Peña Nieto presentaron una versión de lo ocurrido que ninguno de los presentes tuvo la suerte de presenciar. Como en las épocas más gloriosas de un PRI que manipulaba la información, El Sol de México declaró en primera plana: Éxito de Peña en la Ibero pese a intento orquestado de boicot. Otros se limitaron a decir que pequeños grupos de estudiantes habían intentando boicotear al candidato del PRI que, sin embargo, había salido avante. Los más, simplemente ignoraron la nota. Así se ha construido la candidatura de Peña como una invención al margen de la realidad.

La protesta de los alumnos de la Universidad Iberoamericana es legítima y democrática. Si apoyar a gritos a un candidato es aceptado e incluso promovido, la protesta también debe serlo. En la Ibero actuaron estudiantes libres, sin afiliaciones partidistas que manifestaron que un sector de los jóvenes no está de acuerdo con Peña Nieto. Lo preocupante ha sido la reacción del PRI y de los medios que ponen en entredicho su profesionalismo. Parece resurgir el viejo monstruo de la maquinaria priista, aquélla que no acepta la protesta y que manipula los medios. Si así son en la campaña, ¿Cómo serían en el poder?

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