¿Quién piensa la TV?

A Federico, hasta la Calle Ocho.

“Mitad y mitad, canto al amor”, es un reality show que produce Multimedios Televisión, empresa del consorcio nacional de medios de comunicación al que también pertenecen Milenio TV, Multimedios Radio y Milenio Diario.

Multimedios Televisión abarca en señal abierta parte del Bajío y noreste de la República Mexicana, además de varios estados del sureste de la Unión Americana.

A través de satélite, “La señal que todos vemos” llega a los suscriptores de Sky y, por Internet, llega prácticamente a todo el mundo.

Juan Carlos Altamirano Juan Carlos Altamirano Publicado el
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A Federico, hasta la Calle Ocho.

“Mitad y mitad, canto al amor”, es un reality show que produce Multimedios Televisión, empresa del consorcio nacional de medios de comunicación al que también pertenecen Milenio TV, Multimedios Radio y Milenio Diario.

Multimedios Televisión abarca en señal abierta parte del Bajío y noreste de la República Mexicana, además de varios estados del sureste de la Unión Americana.

A través de satélite, “La señal que todos vemos” llega a los suscriptores de Sky y, por Internet, llega prácticamente a todo el mundo.

Recientemente se desató polémica alrededor del citado show -que recurre al reiterado formato de encontrar pareja a un personaje “famoso”- porque la “producción” indicó a las aspirantes que realizarán palpación rectal a una vaca.

Dicho método es utilizado por ganaderos y veterinarios para diagnosticar preñez y disfuncionalidades reproductivas en el animal.

Más allá de conocer a quién se le ocurrió realizar dicho procedimiento, la primera de varias preguntas es: ¿Quién decidió dar luz verde a esa grabación, que ni siquiera Animal Planet hubiera televisado?

¿Quién editó la “nota” e incluyó los contenidos que vimos el pasado 3 de abril? ¿Por qué “alguien” no levantó la mano y se preguntó si “eso” se debía y se podía transmitir? Y si alguien lo hizo ¿Quién lo autorizó?

Son ya varios años en los que, a fuerza de ganar popularidad en puntos (en México todavía medimos rating), los programas de telerealidad en Monterrey incluyen contenidos que atentan contra todo parámetro ético.

No se trata de caer en moralismo ramplón, pero hasta al más liberal de los televidentes, le pesa ver un show de niños con síndrome de down bailando reggaeton, tristemente transmitido por Televisa Monterrey, competencia de Multimedios.

Al ser un medio cuya naturaleza es magnificar todo lo que proyecta, la hechura de la televisión –al menos la profesional– requiere filtros éticos, cualitativos y estéticos en sus contenidos.

Operativamente, el personaje que carga con la responsabilidad de la transmisión en un programa de TV es el o los productores.

No son los conductores, ni el personal de venta de publicidad, los que deciden lo que se transmite y será expuesto ante millones de televidentes y usuarios.

Ni siquiera los ejecutivos, pues ellos permanecen en sus oficinas, alejados del “calor del aire” y la toma de decisiones inmediatas. Su óptica es a posteriori a la transmisión.

El productor funge como enlace pensante entre la audiencia, la producción y los ejecutivos. Además, es el detonante creativo, de ahí el nombre de su puesto: productor, sinónimo de creador, de fabricante, en este caso de ideas.

Por desgracia, la mentefactura que se hace en la mayoría de las locales al interior de la república padece el síntoma de la “televisión de provincia”.

Pareciera que los responsables de hacerla creen que sus contenidos solo se verán en un reducido circuito de televidentes. No miden las consecuencias que tendrá la transmisión de un evento que ponga en entredicho la moral de una o mil familias.

Es una mentalidad que debe ser desarraigada de dichas generadoras de contenidos, si se quiere evitar más episodios como el de “la vaca de Multimedios” o el feudo de los reality shows del reggaeton.

Detrás de cámaras, siempre debe estar un productor con peso, con nombre y apellido. Una persona capacitada para decidir lo que debe o no ser transmitido a través de una señal que llegará a millones de personas.

Si no existe productor, ¿Quién piensa la TV?

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