Oportunidad o encrucijada

La participación de México en la geopolítica americana es histórica. Pasamos de ser punto de reunión y una casa de seguridad en el auge de la Guerra Fría, a ser completamente irrelevantes. Desde la época de Don Fernando Gutierrez Barrios, aquel que llevaba unas únicas relaciones con Cuba, y por ende actuaba como mediador entre el gobierno de los Estados Unidos, el resto de Sudamérica y la entonces Unión Soviética, dejó un legado que nadie ha sabido aprovechar.

Rodrigo Villegas Rodrigo Villegas Publicado el
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La participación de México en la geopolítica americana es histórica. Pasamos de ser punto de reunión y una casa de seguridad en el auge de la Guerra Fría, a ser completamente irrelevantes. Desde la época de Don Fernando Gutierrez Barrios, aquel que llevaba unas únicas relaciones con Cuba, y por ende actuaba como mediador entre el gobierno de los Estados Unidos, el resto de Sudamérica y la entonces Unión Soviética, dejó un legado que nadie ha sabido aprovechar.

Ahora, en el contexto del Russiangate y la guerra casi civil que celebra en Venezuela, pone de nuevo a México como un punto medular en el cual se treguan las más importantes negociaciones y el cruce de información entre los Estados Unidos, Rusia, Venezuela y, algunos dicen que Irán y China. Para suponer que todo lo que está en contra de Trump tendrá que pasar al menos por su frontera sur; y todo lo malo de Venezuela tendrá que pasar al menos por la frontera sur, pero de México.

Esto representa una oportunidad o una encrucijada, para aquellos que suponen, o al menos creen que tienen oportunidad, de contender de manera realista por la Presidencia de la república el primero de julio de 2018.

Y es que mucho se ha hablado de AMLO y su familiaridad, favoritismo e incluso su similitud con el gobierno socialista más radical de sudamérica y como punto referencial se encuentra el Chavismo. Sin embargo, hasta ahora, AMLO solamente se ha deslindado de ser un clon o una similitud del Chavismo y de la representatividad que tiene el socialismo Bolivariano en el sur de nuestro continente.

Por otro lado, el gobierno “oficialista” del presidente Enrique Peña Nieto,  solo se ha limitado a través del canciller Luis Videgaray, a condenar las acciones del presidente Nicolás Maduro y se ha limitado a recibir forzadamente a Lilian Tintori esposa del principal opositor venezolano Leopoldo López.

Los demás desde Miguel Ángel Mancera hasta Margarita Zavala han permanecido callados, algunos espasmos de rechazo hacia lo que acontece en el país bolivariano, la nación con mayor reserva de petróleo del mundo y han decidido seguir con la política mexicana.

Ahí es donde yo opino que hay o una encrucijada entre opinar y no opinar, o un área oportunidad que es la de marcar un fuerte  enérgico de rechazo hacia lo que está pasando en el país venezolano; porque Venezuela es solamente el país. Es decir, las fuerzas políticas sudamericanas que le acompañan o que se encuentran huérfanas y que representan una oportunidad de apoyar a un régimen único, que bien podría ser el de AMLO, o que el resto de las naciones sudamericanas respalden el brazo fuerte de México para devolverle su participación en la geopolítica del subcontinente y así poderse afianzar como el líder en contra de los extremos tales como el de Trump y tales como el de Maduro.

El tiempo pasa, el primero de Julio del 2018 se acerca  y aún no se ven claras las posiciones, ni la de AMLO, ni la de los demás, mientras tanto el gobierno pretende ser una voz baja, un susurro más bien, que rechaza lo acontecido en Venezuela pero que poco pone en marcha; es decir pocas acciones ha tomado para que cambie esa situación. Yo me pregunto dónde están nuestras agencias de inteligencia, donde están paradas nuestras fuerzas armadas, en donde está el lobby norteamericano y el lobby sudamericano y español que pretenden que México sea punta de lanza para ayudar a derrocar lo que sobra de Nicolás Maduro.

Por ello creo que de aquí al final del año AMLO, el PRI – lo  que quede –, Margarita Zavala y el resto de las fuerzas políticas que por lo menos tienen alguna oportunidad tienen de decidir si se mantienen al margen de la catástrofe Venezolana o si de verdad aprovechan para entrarle al ruedo fijar una postura y, de paso, asegurarle a nuestros socios y nuestros aliados internacionales que en México hay alguien que puede hacer algo al respecto. Al tiempo.

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