Osorio Chong por la CDMX

Existe un viejo dicho que augura que no es lo mismo renunciar estando en la delantera, que renunciar.

Rodrigo Villegas Rodrigo Villegas Publicado el
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Existe un viejo dicho que augura que no es lo mismo renunciar estando en la delantera, que renunciar.

En la hoguera política de nuestro tiempo, las trompetas de la victoria se pueden convertir en las trompetas de Jericó en tan sólo 140 caracteres. Por eso, cuando se escucha en el desfile de aspirantes presidenciales el soneto “aún no son los tiempos”, considero que el espectro político es el que esta ya fuera de tiempo. Por que en esta era, la del pragmatismo político, el tiempo es una ilusión. Ya no existe tal cosa como el tiempo, destaparse antes o después solía ser una ciencia a resolver por la que cientos de estrategas eran pagados millones.

Hoy, con un eterno candidato como Andrés Manuel López Obrador, un Donald Trump que ganó sin preocuparse por los tiempos, un Emmanuel Macron que desafió los tiempos y un Vladimir Putin que llega a marcar los tiempos; los tiempos ya no son ni forma ni fondo.

Por eso, en la lluvia de destapes presidenciales y especulaciones políticas, lo que un día fue no será en 2018. En ese sentido, resulta por demás curioso las lecturas y análisis político de algunos opinólogos sobre el quinto informe de gobierno del presidente Peña Nieto. Que sí al canciller Videgaray se le notó jubiloso, que si ciertos personajes de la vida pública estaban más cerca o lejos del presídium o que si el secretario de gobernación tenía cara de compungido.

Todos queriendo sacar conclusiones sobre quien será el gallo del presidente. Pero yo me pregunto ¿gallo para qué? Porque si usted analiza las ultimas encuestas, hay datos muy claros. El líder en las encuestas continúa siendo AMLO, lo menos peor del PAN- hasta antes de la conformación del Frente Amplio- era Margarita Zavala y al interior del PRI, quien apuntala las preferencias es Miguel Ángel Osorio Chong.

Pero más allá de las encuestas y escenario político tan cambiante hay escenarios que empiezan a ser factibles. Y aunque para algunos no resulte políticamente lógico, lo cierto es que ya no hay reglas frente al derrumbe del sistema mexicano.

Por ejemplo, si López Obrador no calculó el costo de su propio dedazo para definir quién sería el candidato a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, entonces le esperan más errores. Y es que la fractura que provocó que al frente de la encuesta interna de Morena se colocara a Claudia Sheinbaum, ha abierto las puertas para que más allá de la rebelión –verdadera o ficticia- de Ricardo Monreal, los actores estelares de la trama 2018 exploren sus oportunidades.

Para cuando usted este leyendo esta columna, dudo que de verdad de verdad alguien sepa quien va a ser el candidato priista a la presidencia. Los números están ahí, si. Pero las preferencias y el contexto social también. José Antonio Meade se ha vuelto un rostro probable y probado para algunos, pero aún así no es garantía de nada. Por ello, cuando algunos cuestionan el misterio de las verdaderas aspiraciones de personajes como Osorio Chong, yo no lo encuentro tan descabellado.

La elección presidencial va a ser una contienda única. Y aunque todo puede pasar, al PRI no le favorecen las preferencias, y sea quien sea el candidato, será una especie de Josefina Vásquez Mota en el 2012. Otra cosa es lo que ante el contexto internacional convenga a México.

Por ello, que un planteamiento frío y objetivo de la situación política del país, subrayaría la oportunidad que tiene el PRI de recuperar la capital del país. Osorio Chong, tanto por su relevancia en el gabinete como por ser- junto a Pedro Joaquín Coldwell- los guardianes mejor librados de las casas más vulneradas por los escándalos de corrupción y las problemáticas de coyuntura, así como por su operación política de bajo perfil en la capital, sería un serio contendiente a ser el primer gobernador de la Ciudad de México.

El general hidalguense, Alfonso Corona del Rosal, consiguió una carrera similar en los años 60 y 70, en pleno auge de la Guerra Fría. Gobernador de su Estado, regente del Distrito Federal y presidente nacional del PRI. ¿Sería acaso tan descabellado? Personalmente, creo que ya nada es descabellado ni improbable. Sobre todo cuando se trata del poder y la política.

Porque con un personaje como Osorio haciendo campaña en la Ciudad de México y un personaje priista experimental contendiendo contra corriente por la presidencia, lo único que pasaría que las probabilidades de que ese partido respire aire de poder se eleven. Al tiempo.

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