Ni con EPN ni sin él

Ahora mismo a México parece sucederle lo que a un animal en arenas movedizas, mientras más se mueve más se hunde.

Las cosas no marchan bien, los engranes de la maquinaria nacional parecen atorados. En lo económico no vemos aun claridad, la seguridad no aparece por ninguna parte y en lo político los vaivenes son fuertes… muchas las manos mecen la cuna.

Pablo Mier y Terán Pablo Mier y Terán Publicado el
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Ahora mismo a México parece sucederle lo que a un animal en arenas movedizas, mientras más se mueve más se hunde.

Las cosas no marchan bien, los engranes de la maquinaria nacional parecen atorados. En lo económico no vemos aun claridad, la seguridad no aparece por ninguna parte y en lo político los vaivenes son fuertes… muchas las manos mecen la cuna.

No recuerdo un momento tan obscuro en los últimos cinco sexenios. Influye qué duda cabe, las nuevas tecnologías que tienden a hacernos siempre mejor informados y más libres. Nunca había visto tanta sociedad tan indignada y molesta, tan decidida y activa, tan inconforme.

Ayotzinapa fue la gota que derramó el vaso que previamente se había llenado por el descontento en la marcha de la economía de los hogares, por el galopante incremento de la inseguridad, por la corrupción que se desborda por todos sitios, por el desengaño quizá de un nuevo gobierno que prometió lo que no ha podido cumplir.

Estamos ante un problema de compleja solución del que no saldremos ni con Enrique Peña Nieto ni sin él. Las voces que piden la salida de Peña Nieto parecen también simplistas a pesar que el presidente no ha sido modelo de transparencia. Según Amnistía Internacional, en su recién presentado informe 2014, México vuelve a reprobar con 34 puntos de calificación en el lugar 106 de la lista de 177 países del orbe.

No es el ejecutivo ni él único ni el principal problema, como no lo es tampoco el Legislativo a veces tan desconectado de los intereses reales de las mayorías o el Judicial que con frecuencia parece haberse quitado el paño de sus ojos y estar impedido a ejecutar ciegamente la justicia.

Hay otros actores que debemos deben asumir también su responsabilidad. Los medios, por ejemplo, porque muchos de ellos tienen una agenda tan lejana de los verdaderos intereses de sus audiencias y por lo que dicen pero sobre todo por lo que callan hacen a la Patria un bajo servicio. Otros protagonistas del momento también deben revisar la intención de su liderazgo porque en ocasiones vemos que ni las iglesias son lo que deben ser ni los empresarios actúan como deben actuar. La causa de la falta de paz en la sociedad es la falta de moral de quienes la lideran o pretenden hacerlo.

La moral -dijo hace años Gonzalo N. Santos, prototipo de político del sistema- es un árbol moras o vale pa’ una chingada. Esto quizá nos acerca más a la realidad del problema. Cuando vemos a un país tan desgastado y atorado como el nuestro, a una sociedad civil tan inconforme vale la pena ir a la raíz de la raíz y ésta es la corrupción que nos esclaviza.

La casa está desordenada y sucia, la solución del problema va más allá de una renuncia o cambio de gabinete. El diagnóstico es la corrupción, la medicina es la moral. Quizá un pacto moral que supla el pacto de impunidad que nos está asfixiando ayude a que nuevamente salga el sol. Y hablando de cambio debo decir que este o se da y pronto o los problemas serán mayores, la gente no aguanta más.

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