Malí, el nuevo Afganistán

Si bien la reacción francesa parece ser precipitada no por ello es sorprendente. Malí está situada geopolíticamente en el epicentro de los intereses franceses en África. Al norte de Malí se encuentra Argelia, país fundamental para Francia, no solo por la gran comunidad argelina que habita en Francia, sino porque allí el país galo tiene importantes intereses energéticos.

Emilio Lezama Emilio Lezama Publicado el
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Si bien la reacción francesa parece ser precipitada no por ello es sorprendente. Malí está situada geopolíticamente en el epicentro de los intereses franceses en África. Al norte de Malí se encuentra Argelia, país fundamental para Francia, no solo por la gran comunidad argelina que habita en Francia, sino porque allí el país galo tiene importantes intereses energéticos. Al este de Malí se encuentra Níger, dónde la minería, y especialmente la obtención de uranio, son de interés nacional en Francia, y al sur, la Costa de Marfil, otra ex colonia con la que los franceses aún tienen fuertes vínculos económicos.

Por otra parte está el asunto de la política interna. Desde su llegada a la presidencia, François Hollande ha sido atacado por la prensa de carecer de carácter. Claramente la entrada en acción en Malí es una respuesta contundente, pero a la vez peligrosa, a esas críticas.

Visto desde esa perspectiva la reacción francesa parece natural. De hecho, desde hace meses un contingente de naciones africanas liderado por Nigeria se prepara para intervenir en Mali. Sin embargo, la rapidez con la que Francia ha decidido entrar en el conflicto ha tomado a todos por sorpresa, incluido el contingente africano que está lejos de estar listo para entrar en acción. 

Por ello, las preguntas que muchos analistas se hacen son sencillas, pero medulares, ¿cuál es el objetivo de Francia y cómo lo lograrán? Según el presidente francés, la intervención en Malí sería breve y concisa, pero expertos, incluyendo al ex-ministro de asuntos internacionales Alain Juppé, saben que esto es imposible. El bombardeo francés puede ayudar a debilitar el control de los rebeldes sobre algunas ciudades, pero una vez que el combate pase a geografías menos favorables, la estrategia tendrá que cambiar y los embates aéreos no serán suficientes. Entonces la pregunta será si retirarse y dejar al enemigo reorganizarse y volver a adquirir fuerzas o permanecer allí hasta derrotarlo definitivamente. La lógica sugiere la segunda y es allí que el asunto puede ser costoso para Francia.

Muchas cosas están en juego en Malí. Permitir a los yihadistas llegar al poder significaría un gran peligro para  la seguridad de occidente. Sin embargo, Francia carece de los recursos militares como para llevar acabo por sí misma una operación prolongada y por lo tanto exitosa en Malí. 

Solo la intervención de los Estados Unidos podría ayudarlos en esta encrucijada. Pero últimamente los Estados Unidos parecen menos interesados en actuar como la policía mundial que durante muchos años fueron. El experto en seguridad internacional, George Friedman, ha identificado una tendencia a regresar a la política exterior que caracterizó a EU durante las dos guerras mundiales: La intervención solo como último recurso. Libia y ahora Malí son ejemplos de esto. 

Tarde o temprano, las potencias de occidente iban a tener que hacer algo sobre Malí, pero la precipitada entrada en acción de una Francia que quiere mostrarle al mundo que sigue siendo potencia conlleva demasiados riesgos para un país que no se encuentra ni económica ni políticamente en su mejor momento.

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