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La mezcla perfecta

El terror paralizó a los radioescuchas que se sentían atacados por extraterrestres. Aunque no se trataba de una invasión marciana, era la producción de un joven de 23 años llamado Orson Welles, que junto con una compañía de actores radiofónicos y la orquesta de Bernard Herrmann, llegaron a los estudios de la cadena CBS en Nueva York para realizar un radioteatro dominical.

La novela en la que se basaron fue “La guerra de los mundos”, de H.G. Wells, una obra de ciencia ficción que describe una invasión marciana a la Tierra, publicada en 1898.

El terror paralizó a los radioescuchas que se sentían atacados por extraterrestres. Aunque no se trataba de una invasión marciana, era la producción de un joven de 23 años llamado Orson Welles, que junto con una compañía de actores radiofónicos y la orquesta de Bernard Herrmann, llegaron a los estudios de la cadena CBS en Nueva York para realizar un radioteatro dominical.

La novela en la que se basaron fue “La guerra de los mundos”, de H.G. Wells, una obra de ciencia ficción que describe una invasión marciana a la Tierra, publicada en 1898.

El programa duró casi 59 minutos: los primeros cuarenta correspondieron al falso noticiario, que terminaba con el locutor falleciendo en la azotea de CBS a causa de los gases que los alienígenas dispersaron. Seguía con la narración en tercera persona del profesor Pierson, personaje que describía la muerte de los invasores. 

En la emisión radiofónica, Welles interpretaba al profesor Pierson, el científico que explicaba lo ocurrido; otro actor participaba como el periodista Carl Philips. La ingenuidad de un público –que aún no conocía la televisión– contribuyó al éxito de la propuesta de Wells. 

Los oyentes que sintonizaron la emisión y no escucharon la presentación de dicho programa pensaron que se trataba de un noticiero real, lo que provocó pánico en las calles de Nueva York y Nueva Jersey.

La Comisaría de Policía y las redacciones de noticias estaban bloqueadas por las llamadas de los radioescuchas aterrorizados y desesperados que intentaban protegerse de los supuestos ataques marcianos.

Al día siguiente un público enfurecido protestó, exigiendo la cabeza de Welles que aceptó disculparse por lo que llamó “una broma de Halloween”. La histeria colectiva dejó entrever el poder y la influencia que los medios de comunicación masiva alcanzarían en el siglo 20.

Su controvertido debut le valió a Welles un contrato para tres películas con el estudio cinematográfico RKO, pero no solo eso, también le ofrecieron libertad absoluta en sus realizaciones. El resultado de esto fue la obra maestra: “Citizen Kane” (1941), una de las películas mejor logradas y más populares de todos los tiempos.

A 75 años de la realización de “La guerra de los mundos”, en plena era de las redes sociales, nos percatamos del dominio que aún ejercen los medios masivos sobre nosotros. 

Con ese vigor se pueden crear sistemas de alarmas falsos, como el que la administración de George W. Bush diseñó para imprimir miedo en la población norteamericana después de los atentados terroristas del 11-S, para justificar la guerra contra Irak.

También se pueden manufacturar estrellas de plástico, inflar líderes de opinión, crear mandatarios de “papel”, incluso deponerlos en cualquier momento. Todo es posible si se combina un grupo de actores, música con tintes dramáticos, apetito insaciable de poder y un par de ojos inocentes, pertenecientes a una mente frágil.

Para cualquier tirano o aspirante a serlo, es la mezcla perfecta.

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