‘¡Güerito!’

Que dice el INEGI que siempre no. Que no hay que creer eso de que somos una raza de cobre con bastante autoestima como para “salir adelante” pese a vivir en este país de la eterna queja y crisis.

Indira Kempis Indira Kempis Publicado el
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Que dice el INEGI que siempre no. Que no hay que creer eso de que somos una raza de cobre con bastante autoestima como para “salir adelante” pese a vivir en este país de la eterna queja y crisis.

No. Digamos que científicamente el Instituto Nacional de Estadística y Geografía desmintió eso que las marchantas o los comerciantes nos gritan a todos en los mercados: “güerito” y que en automático pienses que la vida será muy fácil porque bastaba que alguien te dijera que no eres tan “morenito” -en diminutivo para que nadie se ofenda- como pensabas y entonces sí la vas a hacer para “ser alguien”.

Los resultados de tal estudio encontraron hay una relación íntima entre el color de piel y el acceso a la educación, como a las oportunidades laborales. Es decir, entre más moreno más difícil lograr ambas y entre más güero menos.

Lo lamentable de conocer esta información no es ésta en sí misma. Porque más de uno después de más de 500 años de aparentar lo que no somos, seguramente, lo intuía. Vaya en el sentido de que no es absolutamente nada nuevo ni trascedente.

Sin embargo, lo que ha resaltado en la opinión pública son los comentarios al estilo “los güeros también lloran”, destacando casi casi que eso es una información salida de los complejos más profundos del propia INEGI.

He leído tanta sarta de comentarios en ese sentido que sólo confirman que los mexicanos queremos seguir aparentando que este es un país donde no discriminamos a partir del color de piel y que si eso existe es porque no le echamos ganitas, porque no tenemos disciplina o porque no sabemos luchar por las oportunidades. O como diría nuestro Presidente, todo está en la mente.

Lo peor es que cuando ves quién sale en la defensa de que no hay limitaciones por ser moreno, ¡son morenos! ¿De verdad viven en México o son expertos en hacerse como que la virgen -también de piel oscura, por cierto- les habla?

La pregunta es seria mientras en este país no destapemos eso que no hemos querido ver por cientos de años. Que nos vamos poniendo el disfraz del güerito porque sólo así nuestros propios connacionales nos aceptan… Que tenemos expresiones como “qué bonito es… ¡está tan güerito!”… Que los morenos estamos asociados según los publicistas, los cineastas, los cadeneros de antros, los de recursos humanos y un largo etcétera con “pobres, nacos, cholos, malandros, delincuentes, narcos, violadores”… ¡Ah! Pero no es Trump, son los mismos mexicanos, ¡morenos!

Por eso, a mí que me han confundido con la sirvienta de mi esposo (que sí es güerito de verdad) afirmo que nada tiene que ver el dinero o la autoestima. Las cosas como son y sin pretender tapar el sol con un dedo. Somos un país de piel morena en su mayoría. Se llama genética, aunque todas las marcas nos quieran convencer de lo contrario. Cierto con un comentario que me encontré en mi muro en Facebook y por el cual se desató esta misma reflexión respecto a las #whitetears, gracias Cecilia Vázquez Ramírez porque qué flojera seguir viviendo entre güeritos que ni son pero cómo lo defienden:

“No sólo niegan el racismo en nuestro país, sino que estúpidamente culpan a las personas de no ‘echarle ganas’ y llaman racista al mismo INEGI. Porque han visto casos contados que contradicen estas estadísticas, o porque ellos mismos no han sufrido las consecuencias, piensan que no pasa. La aceptación es el primer paso para resolver cualquier problema y ahora veo, triste, tristemente, que estamos muy lejos de empezar”.

Hay que empezar...

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