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Lo que el río se llevó

La novela de Margaret Mitchell de 1939, Gone with the Wind, supuso la airosa historia de un amorío nunca resuelto. En el caso mexicano, es un desamorío basado entre el 26 y 27 de septiembre de 2013, cuando 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa desaparecieron en cuatro camiones y luego de 72 horas, se llegó a la conclusión de que estos habían sido calcinados.

La novela de Margaret Mitchell de 1939, Gone with the Wind, supuso la airosa historia de un amorío nunca resuelto. En el caso mexicano, es un desamorío basado entre el 26 y 27 de septiembre de 2013, cuando 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa desaparecieron en cuatro camiones y luego de 72 horas, se llegó a la conclusión de que estos habían sido calcinados. Algunas de las evidencias finales señalan que el río de Cocula fue el albergue del resto de estos inocentes muchachos que no buscaban más que educar a una sociedad que vive en la desigualdad; pero, en verdad, ¿fue el río quien se llevó la verdad? ¿Hay a quién culpar? Claro que los hay, pero… ¿se puede llegar a la verdad?

El ahora, secretario técnico de la Comisión Nacional de Seguridad, Tomás Zerón, ha comparecido, ante el Senado de la República, recalcando que la verdad histórica es la única verdad. ¿Recae en él la única responsabilidad? No lo sé, no creo que un perito venido a más determine una operación encubierta, descubierta o desnuda de un gobierno federal. Sin embargo, dentro de esta oscuridad que ha cubierto al país desde 2013, seguimos buscando la luz.

El GIEI, grupo interdisciplinario de investigadores, señala que hay pruebas en donde se sugiere que hubo evidencias plantadas y malversaciones en las investigaciones periciales, incluyendo las fotografías del entonces comisionado en el área de la búsqueda. Dejándonos de nuevo en la penumbra de la verdad.

¿Será la verdad histórica la única verdad?

Será que la verdad histórica es lo que va a llevar al ex procurador Jesús Murillo Karam, a Tómas Zerón y a toda la planilla de jurídicos periciales a estar a salvo de una jurisdicción internacional, permitiéndonos salir de esta sombra que continúa siendo una piedra en el camino, no sólo del gobierno, sino del país en sí.

Lo que sí sé es que, mientras el padre de uno de los normalistas le reclama a Andrés Manuel López Obrador en las calles de Nueva York, mientras cada plantón que existe en el centro de la ciudad se hace presente, el grupo se  resiste a la verdad histórica.

Me convenzo de que esta verdad o alegato legará más allá del 2018. La verdad histórica perseguirá a quien sea que llegue, ya sea PAN, PRI, PRD o Morena. Nadie está vacunado contra el fenómeno de Ayotzinapa, y nadie lo estará a menos que encuentren un culpable real, que no sea la mala broma de que fue el Estado.

Ahora todo recae en lo que, a todas luces parece que será el nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Por lo que, si fue crimen de Estado, el líder tabasqueño se verá obligado a desterrar la verdad o dejarnos en una oscuridad sombría encubierta de verdad histórica.

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