La naturaleza humana parece estar en regresión, no observamos lo suficiente, todos quieren canchas de futbol y más veladoras que encender. Foto: Cuartoscuro/Pedro Kristian López

El Río Santa Catarina debería destruirnos

El lecho del Río Santa Catarina es intermitente razón para estudiar, como tantos fenómenos naturales y sociales

El cauce del Río Santa Catarina ha sido testigo de todo tipo de loqueras humanas de deficiencias múltiples, con eso de que es fascinante clasificar todo. La batalla constante de ciencia versus ocurrencia –imagine el nivel del triple doctorado “trust in the river” en tono de Stu Mackenzie y Ambrose K. Smith.

Al menos los registros del último siglo han descrito destrucciones detalladas, como la de 1909 que inundó medio cuadro del Centro de la ciudad destrozando muchas ideas retadoras del humano; este huracán se llevó más de cinco mil calacas. También se tienen registros de otres como el Gilbertazo en el 88 y Alex en 2010, menos de 20 decesos y acto psicomágico de arrasar con los Juegos Manzo en el primero y en el segundo una inversión de aquel entonces de alrededor de 120 millones de pesos en ciclovía a la par de la Avenida Constitución que no duró ni 24 meses, más toda la infraestructura del ahora fantasmagórico recuerdo Parque Río del lado de la paralela Morones Prieto. Hasta el flujo les fue alterado. El no prevenir –qué bella es la naturaleza.

Teniendo información como esta se continúa retándola, el lecho del Río Santa Catarina es intermitente razón para estudiar, como tantos fenómenos naturales y sociales; todo es sujeto de estudio. Y aquí hay universidades de primera al servicio del Estado. De la mano, desde verificar la supuesta viabilidad política hasta probar la eficacia de tanta ocurrencia. ¿Hay materia intelectual para considerar tal enfrentamiento?

Pero los malos recuerdos no valen la pena mencionarlos, mejor recordar los gratos que han sido muchos -alegrías, bailes, deportes, espectáculos de toda índole y disciplina como la regata de balsas Scouts que se aprovechó por un par de días posteriores que se mantuvo la corriente y llenado a tope por el paso de un temporal allá en septiembre del 1967; y afinidad a dogmas, como la visita de Juan Pablo II (antes San Luisito) que hasta se apropió del nombre que no duró ni tres años en 1979 y unos años después; quien rompió el récord de mayor aforo (370 mil ficción o no, es un número grande) en el lecho del río que convocó el padrino de la onda grupera –tropical– rockstarera Rigo Tovar en el 81; y JPII de nueva cuenta en 1990; hasta los ex The Doors: Ray Manzarek, Robby Krieger y un doble de Jim Morrison en el 2009. Alan Parsons casi se presenta en el puente de la No Unidad en el 2010 en el que debajo de el Atirantado alguna vez se planteó la superidea de hacer un lago artificial allá por el año 2009, hasta el Cabildo de San Pedro Garza García aprobó por unanimidad el proyecto.

También es de recordar las canchas de tierra con iluminación nocturna, albercas públicas, estacionamientos ¿cuántos regios aprendieron a conducir en ese sitio? Incluso el examen se presentaba en un talud, hubo una T de golf, temporadas de circos, entre otros loquerones.

Se dice que el sentido común es el menos común pero ¿es tan complicado acudir a los expertos? El bosque o sistema natural en el cauce tiene 13 años desde la estela de aquel meteoro hídrico del 2010, hace unos años un periodista de esos de lo que están en extinción demostró un ecosistema más vivo de lo que se pensaba, recorrió en kayak, captó imágenes aéreas de fauna silvestre en medio de la ciudad.

Simple y común sería el retirar la basura vegetal, escombros y a la banda que ha encontrado refugio en medio de este cauce que divide la ciudad. No se necesita ser experto, pero ¿para hacer lo contrario? Preguntémonos: ¿Qué onda con todos aquellos activistas que ahora están en el servicio público? No se les ve ni opinando, tampoco se les percibió en la manifestación de la semana pasada.

A la naturaleza le valen madre las concesiones, derechos y respetos; como todo lo hecho por la especie dizque inteligente y dominante, el cauce tiene fuerza propia, destructivamente lo seguirá demostrando, arrastrando todo lo que no le sirve.

La fuerza unida por talentos en el área que quiera da buenos resultados, los australianos King Gizzard & The Lizard Wizard con The River (2015) dan cátedra de ese poderío que podría ser tan destructor. Esta canción podría ser un track de toda una lista para contemplar el próximo diluvio, si tienes tu playlist para el fin de mundo no dudes en agregar esta rola. La naturaleza humana parece estar en regresión, no observamos lo suficiente -a nadie le importa; todos quieren canchas de futbol y más veladoras que encender.

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