El laberinto inconsciente

En un sueño, él vio a un hombre que no conocía, pero sabía que era su destino seguir su camino, y al despertar la premonición se había disuelto, así que decidió adentrarse en la vida de ese que solo era una sombra, que en lo onírico era algo más que solo la representación de un hombre.

Hidalgo Neira Hidalgo Neira Publicado el
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En un sueño, él vio a un hombre que no conocía, pero sabía que era su destino seguir su camino, y al despertar la premonición se había disuelto, así que decidió adentrarse en la vida de ese que solo era una sombra, que en lo onírico era algo más que solo la representación de un hombre.

Esta premisa funciona para describir el cuento que Borges escribió en 1940. “Las Ruinas Circulares” primero fue parte de la colección “El jardín de senderos que se bifurcan”, para posteriormente ser publicado en el compendio “Ficciones” (1944). La analogía de cómo los sueños se convierten en un reflejo de la realidad es uno de los imaginarios más antiguos de la cultura universal, y la constante de “El soñó, que soñaba, que dentro de un sueño había soñado” es parte de un laberinto de psicología inconsciente presente hasta nuestros días.

Un claro ejemplo actual en la cinematografía llega con la cinta “El abrazo de la serpiente”, filme colombiano que está compitiendo en la categoría a Mejor Película en Lengua Extranjera en los Premios Oscar de este año.

Y aunque la producción se basó en los diarios de exploración de los viajeros científicos Theodor Koch-Grünberg y Richard Evans Schultes –que visitaron el bosque tropical más grande del mundo a lo largo del siglo 20–, la trama se embarca en tintes introspectivos.

En la ficción ambos estudiosos van a la jungla por la yakruna, una rara planta sagrada de las tribus amazónicas que hará “soñar” a quien pueda encontrarla y prepararla para su ingesta.

“El abrazo de la serpiente” –que es el primer largometraje colombiano nominado en la terna a Mejor Película Extranjera– fue filmada en 35 milímetros de manera monocromática, resaltando los paisajes de la bella Amazonia, recordando en ocasiones el estilo del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado.

La introspección es ineludible para el espectador, quien tiene que sumergirse en la selva sin color y viajar junto a los exploradores ajenos al hábitat sudamericano.

De manera sutil se plantea parte del marco histórico vivido en el Amazonas, ya que los personajes visitan una misión de padres capuchinos, que antes era una zona explotada por caucheros, quienes de manera despiadada abusaban de la buena voluntad de los aborígenes del lugar.

En la tercera cinta de Ciro Guerra se encuentra una clara manifestación de crítica hacia el ser humano, y se demuestra cómo es que el abuso para destruir lo que tiene a su paso le ha llevado a su propia degeneración.

Tal vez de manera indirecta “El abrazo de la serpiente” sea una invitación a detener el tiempo, a calmar la tempestad mental, para abrazar con tranquilidad los momentos oníricos.

O para tomar un instante e interpretar qué significa el soñar con ojos de arena, qué representa el tener dentro de un sueño otro sueño, o poner atención a los símbolos que ofrece la realidad dentro de esa pausa en el dormir.

A veces no es suficiente con disolver los problemas en el presente, ya bien lo decía Shakespeare en el soliloquio de “Hamlet”: “Morir, dormir… tal vez, soñar”.

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