Hace muchos años, en una galaxia muy lejana, un jefe nuevo fue presentado al equipo. El pobre no sabía lo que le esperaba

De jefes (y equipos) tóxicos

Hace muchos años, en una galaxia muy lejana, un jefe nuevo fue presentado al equipo. El pobre no sabía lo que le esperaba: un equipo tóxico. Los siguientes días, meses y años que estuvo al frente de este equipo, este jefe fue testigo de muchas situaciones que hasta la fecha le parecen incomprensibles. Aquí les […]

Hace muchos años, en una galaxia muy lejana, un jefe nuevo fue presentado al equipo. El pobre no sabía lo que le esperaba: un equipo tóxico.

Los siguientes días, meses y años que estuvo al frente de este equipo, este jefe fue testigo de muchas situaciones que hasta la fecha le parecen incomprensibles. Aquí les comparto tres escenas de muestra.

Escena uno. Cuando este jefe llegó, lo primero que notó es que una de las coordinadoras ganaba una tercera parte de lo que ganaba un coordinador con sus mismas funciones y responsabilidades. Eso estaba mal: durante el siguiente año, promovió tres aumentos de sueldo para ella hasta que casi homologó ambos sueldos.

¿Qué pasó después? Esta coordinadora nunca dejó de quejarse por todo: de los sueldos de los demás, de los permisos y descansos de sus compañeros, de si alguien llegaba tarde o se iba temprano y, sobre todo, se quejaba del jefe que no la valoraba ni apoyaba.

Escena dos. El jefe se sorprendió desde el primer contacto con la encargada de marketing. Lo recibió con un beso y un abrazo efusivos. “Cuentas conmigo como aliada en todo, jefe”, le dijo.

¿Qué pasó después? Esta colaboradora se dedicó a intrigar, meter chismes y denostar al jefe con todo el resto del equipo. Además, cuando ninguno de los jefes la veía, mostraba su verdadera cara con sus compañeros: era grosera, les gritaba, los pendejeaba.

Escena tres. El colaborador que la empresa había contratado desde antes como segundo al mando no daba resultados. El jefe habló con él varias veces: “Necesitas reafirmar tu confianza, dejar tu actitud pasiva y poco propositiva.” Se ofreció a ser su mentor e, incluso, a pagarle cursos de management. Él dijo que haría lo necesario para crecer y empoderarse.

¿Qué pasó después? Siguió haciendo el mínimo esfuerzo, dejándose mangonear por todos. Cuando el jefe empezó a impulsar a otro miembro del equipo para analizar un posible cambio en el liderazgo, la respuesta de su segundo a bordo fue ir a Recursos Humanos a acusarlo de traición máxima.

En esta época se habla hasta el cansancio de los jefes tóxicos, de lo qué tienen qué hacer, de cómo combatirlos, pero poco se habla de los equipos tóxicos y de lo difícil que es para cualquier líder trabajar y lograr resultados con colaboradores que no han crecido como seres humanos integrales.

Las tres escenas descritas que vivió de cerca este jefe hablan de tres personas que eran talentosas y con capacidades de alto desempeño, pero, como dice el gurú Simon Sinek, a este tipo de colaboradores les falta confianza en sí mismos, son incapaces de confiar en los demás y, por lo tanto, nadie puede confiar en ellos. Por eso se vuelven tóxicos para el resto del equipo.

Sinek recomienda tratar de mentorear a estos colaboradores y enseñarles otra manera de trabajo en equipo. Pero si el entrenamiento no funciona, dice, “entonces despídelos”.

¿Te ha tocado trabajar en equipos tóxicos? ¿Qué soluciones encontraron para mejorar? Mi amigo, el jefe de esta historia, decidió mejor renunciar.

Genaro Mejía es periodista digital y de negocios con más de 20 años de experiencia y LinkedIn Top Voices 2019

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