Casino Royale: A la brava

Minerva Martínez da lectura a cada una de las recomendaciones que está por presentar a la prensa… A veces pienso que en este país hay que tragarse las lágrimas para escuchar información tan tardía y no querer romperse en impotencia.

Indira Kempis Indira Kempis Publicado el
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Minerva Martínez da lectura a cada una de las recomendaciones que está por presentar a la prensa… A veces pienso que en este país hay que tragarse las lágrimas para escuchar información tan tardía y no querer romperse en impotencia.

No soy la única, el semblante de algunos de los familiares me hace suponer que nos quedamos igual que antes porque la información “se queda corta”, afirma Samara, una de las familiares y sobreviviente de la tragedia del Casino Royale, quien se ha dado a la tarea valiente de darle seguimiento al caso. A pesar de eso, las recomendaciones son bien recibidas… De eso a nada, pues eso.

Pero no estamos ahí sólo para escuchar las recomendaciones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Horas antes, quitaron uno de los símbolos más importantes para los familiares de las víctimas: las cruces, mismas que encontraron amontonadas debajo de la malla ciclónica que desde hace meses, además de la lona que enunciaba “propiedad privada”, colocaron en el lugar.

Se determina que las cruces se quedarán en las instalaciones de la Comisión hasta que se gestione un permiso para recolocarlas. Porque es evidente lo que el martes por la mañana afirmaban los periódicos: Felipe Calderón entregó el predio a su dueño, a Carlos Salinas, en noviembre del año pasado. Nos queda claro que incurriremos en un acto ilegal si volvemos a ponerlas sin permiso o previo acuerdo (Mira nomás lo que uno, después de la tragedia, debe aprender a comportarse por la buena y decentemente, pese al dolor).

Si nos ponemos en el lugar de los familiares, podríamos entender el significado que tienen esas cruces. Así que sin dudarlo nos proponemos ir al casino. No vamos a esperar los resultados de las gestiones: ¿ideas?… Podemos colocarlas en el poste, en la banqueta, en la calle, a ver dónde, pero estamos decididos como quien se aferra al único vínculo material con el caso porque ante la injusticia lo que queda es la memoria.

Bajamos las cruces de la camioneta. Frente a nuestros ojos el casino desnudo, en cenizas, en proceso de “limpieza” para que, según el abogado del dueño, puedan cobrar el seguro. Él es Francisco Fernández, quien frente a los medios afirma que viene en representación de Carlos Salinas y que llegó para dar la cara en “la mejor disposición de dialogar”.

Asume a su representado como víctima, “a nosotros también nos robaron” y hace una lista de cosas que perdieron (mira nomás lo que uno, después de la tragedia, tiene que escuchar, sin ánimo de ofender, que los climas, la comida y los cables importan más que las vidas humanas).

Los medios ya preguntan por el memorial. La recomendación de la Comisión dice que debe ser un monumento en el espacio público más cercano al predio.

Ayer, aunque no relacionado directamente con este tema, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad proponía un memorial en la Estela de Luz por todos los muertos.

Pero los familiares del Casino Royale lo han expresado no en estos días, sino desde hace meses junto a un grupo de emprendedores sociales. Quieren un memorial en el predio. No un monumento con una placa. Es distinto y se merecen algo distinto. No obstante, ese predio con su barda en la entrada recién pintada nos recuerda: es propiedad privada.

Fernández dice que Carlos Salinas está en la mejor disposición.

El gobernador y la alcaldesa, también. Entonces, ¿qué hace falta?

Del memorial se pueden encargar expertos, como se ha estado trabajando en los últimos meses. Pero hay una palabra que se asoma entre los escombros: Justicia. Eso implica que no debemos distraernos porque lo que sigue habiendo en el caso del Casino Royale es responsabilidad por omisión y corrupción.

Una tragedia que no sólo es un de las de mayor magnitud de los últimos tiempos, sino que debemos aprender para que no se repita. Eso fue lo que fuimos a expresar de manera simbólica recolocando a las cruces, aunque sea así “a la brava”.

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