Un ‘comunismo’ muy capitalista

Quizá el Partido Comunista de China necesite pensar en un cambio de nombre. Dos noticias de la pasada semana nos recuerdan que no hay igualitarismo o una sociedad sin clases en la máquina política dominante de la nación más poblada: por un lado, la sentencia de la esposa de Bo Xilai; y, por otro, las insinuaciones acerca de que la brecha de la riqueza en China es más grande de lo que se pensaba. 

Ambas están más entrelazadas de lo que parece y muestran que China también tiene el problema del 1 por ciento que frena al otro 99 por ciento.

William Pesek William Pesek Publicado el
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Coeficiente de Gini
Índice de Gini en la China rural
La expulsión de Bo, se podría argumentar, trataba de reforzar la disciplina, la lealtad y el mantenimiento del status quo en un año crucial
"Si los ricos continúan haciéndose más ricos a costa de los pobres, China puede necesitar caminar hacia un comunismo de verdad”
William PesekColumnista de Bloomberg News asentado en Tokyo
Los 70 miembros más ricos de la legislatura de China añadieron casi 90 mil millones de dólares a sus cuentas bancarias en 2011

Quizá el Partido Comunista de China necesite pensar en un cambio de nombre. Dos noticias de la pasada semana nos recuerdan que no hay igualitarismo o una sociedad sin clases en la máquina política dominante de la nación más poblada: por un lado, la sentencia de la esposa de Bo Xilai; y, por otro, las insinuaciones acerca de que la brecha de la riqueza en China es más grande de lo que se pensaba. 

Ambas están más entrelazadas de lo que parece y muestran que China también tiene el problema del 1 por ciento que frena al otro 99 por ciento.

El escándalo Bo no se ve a menudo en términos económicos. Cuando su esposa, Gu Kailai, recibió una sentencia de muerte suspendida por matar al empresario británico Neil Heywood, la atención se volvió hacia el destino político del anterior jefe del Partido Comunista de Chongqing.

En cambio, la mira debería fijarse en la podredumbre institucional que se ha abatido sobre el partido y en la situación precaria del sistema político de China después de 10 años bajo la presidencia de Hu Jintao.

La historia de Bo es un síntoma de la corrupción oficial y de la forma en que se obstaculiza la tan necesaria reforma política y económica. 

Se arrojó una luz brillante y despiadada sobre la obscena riqueza acumulada por los políticos de un partido que es comunista sólo en el nombre. 

¿Cómo Bo, con su salario modesto del gobierno y con las reclamaciones de una esposa que no trabaja, vive tan bien y pudo enviar a su hijo a escuelas caras en Gran Bretaña y en Estados Unidos? 

¿Cómo las hermanas de su esposa llegaron a controlar una red de empresas valoradas en más de 126 millones de dólares?

Los ‘beneficios’ de la política

El problema es que la política está demostrando ser un campo muy lucrativo. 

El Partido Comunista es el partido político más grande en el mundo, con unos 80 millones de miembros. 

En su núcleo está el Politburó de 25 miembros que incluye el Comité todopoderoso Politburó Permanente. La corrupción no puede contaminar a todos los miembros del círculo íntimo de China. 

Sin embargo, los vastos imperios financieros que están siendo acumulados por algunos y la falta de transparencia acerca de la riqueza de los políticos requieren atención y, cuando sea necesario, la acción legal.

Los legisladores estadounidenses son pobres en comparación con China. En una columna de febrero, mencioné una cifra alucinante del Informe Hurun, que mide la riqueza de China y que vale la pena repetir.

Los 70 miembros más ricos de la legislatura de China añadieron casi 90 mil millones de dólares a sus cuentas bancarias en 2011. 

Este incremento es mayor que el valor neto combinado de los 535 miembros del Congreso, el presidente y su gabinete y los nueve jueces de la Suprema Corte. 

¿Por qué empezar una empresa de tecnología, estudiar ciencia o trabajar en las finanzas cuando las riquezas están aumentando en el partido?

Como cada vez más políticos se enriquecen a través de la apropiación cuestionable de tierras, abuso de información privilegiada en sus operaciones y viejas modas de buscadores de arriendo, hay menos incentivos para reestructurar la economía. 

La voluntad política se encoge al tiempo que se hinchan las cuentas bancarias en el extranjero. Todo ese dinero agitándose conspira para ampliar la división entre ricos y pobres en China.

Bo fue destituido de su cargo como secretario del Partido Comunista de Chongqing, en marzo. Sin embargo, aquí hay se produce un giro: apenas unas semanas antes, Bo había advertido que la brecha de la riqueza de China había llegado a la zona de peligro. 

Estaba en lo cierto. El 21 de agosto nos enteramos de que la distancia entre los más ricos y los más pobres en las zonas rurales de China rondaba el nivel de malestar social que alertó a las Naciones Unidas el año anterior.

Desigualdad para el resto

El coeficiente de Gini en la China rural fue 0.3949, ligeramente inferior al nivel de 0.4 que la ONU había establecido como grave, según la Agencia Xinhua citando una encuesta realizada por el Centro para China de Estudios Rurales de la Universidad Normal Central. 

Una lectura de cero indica igualdad absoluta en la distribución del ingreso. Cuanto más se mueva hacia uno, más cerca se está de completar la desigualdad. Como los indicadores económicos señalan, este es un mal año para Hu mientras se prepara para retirarse.

La década de Hu en el poder ha dejado un rápido crecimiento económico, pero pocas de las reformas necesarias para elevar lo suficiente los salarios mínimos de la población trabajadora.

China no ha encontrado la manera de ser más que una economía de un solo truco impulsada por las exportaciones, mano de obra barata y niveles insostenibles de inversión. 

No ha aflojado en la libertad de prensa ni de Internet, planteando preguntas sobre cómo una nación puede innovar y, al mismo tiempo, limitar el acceso a Google. 

No ha ideado una estrategia para reducir la contaminación y evitar que se ahogue en su éxito económico. No ha hecho a sus líderes más responsables.

Para tomar al toro por los cuernos, el caso Bo sugiere avanzar en este último frente. Bo cometió delitos económicos no especificados por los cuales ha sido humillado y su esposa fue castigada, por lo que todo está bien, argumentan. 

Pero la verdad es mucho más complicada, por supuesto. Muchos creen que el verdadero crimen de Bo era su ambición. 

Hasta que la historia se rompió, Bo era lo más parecido que China tenía a una estrella de rock política y un alerón para los planes de remplazar a Hu con Xi Jinping después de este año. 

La expulsión de Bo, se podría argumentar, trataba de reforzar la disciplina, la lealtad y el mantenimiento del status quo en un año crucial. Esto es parte del problema, especialmente mientras la economía del mundo se deteriora. 

China se centra en el mantenimiento del crecimiento del 8 por ciento o más, pero esto parece significar darle poca importancia a recalibrar una economía desequilibrada. 

Lo mismo aplicaría para el sistema político, que también debería equilibrarse y volverse másreceptivo a las necesidades del 99 por ciento. 

(C) 2012, Bloomberg News.

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