Por el intento de silenciar las críticas y contener el estallido del COVID-19, los periodistas y ciudadanos chinos se volvieron el foco de la censura y represión. Foto: Especial

Libertad a Fang Bin, divulgador de COVID-19 en Wuhan, China

Tras tres años en prisión, se anunció la liberación del periodista y comerciante chino que difundió el inicio de la crisis del coronavirus en la ciudad de Wuhan; acciones que lo llevaron a ser reprimido por las autoridades

Fang Bin, periodista y comerciante de China, fue liberado de prisión este fin de semana. Hace tres años fue encarcelado por compartir videos que demostraban el inicio de la crisis por COVID-19.

A pesar de que diferentes medios internacionales aseguraron la liberación de Fang, incluso la editora del medio opositor China Change, Yaxie Cao, al cierre de esta edición no se divulgaron imágenes ni alguna otra prueba de ello.

A través de su canal de YouTube, Bin comenzó a subir videos en los que reportaba cómo se encontraba la situación en Wuhan, ciudad en la que vivía y donde comenzó la pandemia por coronavirus a finales de 2019.

Su primer video tiene una duración de casi cuatro minutos. Como descripción, el también llamado “periodista ciudadano” detalla que por la nueva enfermedad su ciudad cerró a las 10:00 horas del 23 de enero de 2020.

Describe que es una situación que no había sucedido antes, por lo que comenzaría a mostrar cómo es la vida de las personas después de darse a conocer el brote del nuevo virus.

“Para ser oportuno y preciso, hablará la voz de la gente de Wuhan (…) Haré todo lo posible para informar la situación real actual en Wuhan tanto como sea posible”, escribió Bin en su primer video publicado el 25 de enero de hace tres años.

Los detalles de sus videos

En sus siguientes videos se muestra cómo Bin recorre la ciudad para visitar diferentes hospitales y filmar a los pacientes y a sus familiares. A través de su cámara se puede ver a personas recostadas en camas a la mitad de los pasillos con oxígeno puesto y a médicos y enfermeros con uniformes que cubren todos sus cuerpos.

Se expone también a una persona desvaneciendo en una silla mientras una mujer se le acerca sollozando. Según la descripción redactada por el periodista, los hospitales estaban “superpoblados” con camas y equipo médico “insuficientes”.

En otro de sus recorridos a las afueras de un hospital de Wuhan, Bin se detiene para explorar el interior de una camioneta abandonada con las puertas abiertas. Adentro se encontraban diferentes bolsas para cadáveres color naranja, las cuales son contadas por el periodista.

“Necesitamos saber exactamente de dónde vino el virus ¿Cuál es la ruta de transmisión?, ¿Qué tipo de personas son fáciles de infectar?, ¿Qué tipo de personas pueden morir después de la infección y qué tipo de personas no son fáciles de morir después?”, se cuestionaba Bin.

Del mismo modo, le pedía a la población china estar abierta a todo tipo de información que recibiera y no sólo escuchar “las tonterías” de algunos en televisión.

Apoyo por desaparición

El último video compartido por Bin en su cuenta de YouTube fue publicado el 7 de febrero de 2020. Después de eso, desapareció.

Se cree que con sus grabaciones avergonzó a las autoridades de Wuhan por exponer la realidad sanitaria de la ciudad, con lo que fue sentenciado a tres años de prisión “por buscar problemas”.

Desde su desaparición, diferentes periodistas y defensores de derechos humanos expusieron su caso a través de redes sociales, pidiendo justicia para él y otros detenidos por mostrar la verdad.

Por parte de Reporteros sin Fronteras, dos periodistas publicaron un video en YouTube con una foto de Fang Bin y el hashtag #periodismoconfinado.

Aseguraron que por el intento de silenciar las críticas y contener el estallido del COVID-19, los periodistas y ciudadanos chinos se volvieron el foco de la censura y represión del gigante asiático.

Bajo esa línea, no sólo difundieron el caso de Fang, sino el de Chen Qiushi, un periodista y defensor de derechos humanos que también desapareció tras divulgar información sobre la realidad que vivía Wuhan por los contagios de coronavirus.

A la fecha, el gobierno chino sigue reprimiendo a los críticos que no sólo señalan a su país como el originario de la pandemia, sino que se manifiestan contra las políticas del Partido Comunista liderado por el presidente Xi Jinping.

Desde 2020, el gobierno chino ha facilitado las detenciones de sus críticos a través de la Ley de Seguridad Nacional, una reforma que castiga cualquier expresión antigubernamental. 

Entre los artículos que integran la Ley se especifica que actividades como el sabotaje al transporte público sería una actividad terrorista que podría ser castigada hasta con cadena perpetua.

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