Medios locales visitaron a los vecinos de la prisión en Guayaquil y encontraron que las balas llegaron a atravesar los techos de lámina. Foto: Especial

Ingreso de Fuerzas Armadas a cárceles de Ecuador no es la solución para frenar la violencia

Tras las balaceras en la Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil, que dejó a 31 persona sin vida, el gobierno del presidente Guillermo Lasso ordenó que la Policía y militar intervenir en la seguridad de las prisiones

En las últimas horas, las cárceles en las provincias con mayores problemas de inseguridad en Ecuador fueron intervenidas por policías y militares debido a la violencia registrada dentro de las prisiones.

La Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil, fue una de las más analizadas. De acuerdo con el presidente Guillermo Lasso, 2 mil 700 uniformados ingresaron al centro penitenciario luego de que se registraran bombardeos y balaceras.

Al cierre de esta edición, en la prisión de Guayaquil 31 presos perdieron la vida y 14 más resultaron heridos debido a la violencia registrada el pasado 23 de julio.

Las consecuencias de las balaceras dentro de la Penitenciaría del Litoral no solo se mantuvieron al interior de la prisión, sino que llegaron a las casas que rodean el lugar.

Medios locales visitaron a los vecinos de la prisión en Guayaquil y encontraron que las balas llegaron a atravesar los techos de lámina, lo cual ha dejado a las personas sin dormir en las últimas noches.

Presos escondían sus municiones en paredes, dentro de sus celdas y alcantarillas

En la Penitenciaría, miembros de la Policía Nacional intervinieron los pabellones 8, 9 y 10, donde encontraron 13 fusiles, un lanzagranadas con un explosivo listo para ser detonado y 6 mil municiones; armas que fueron escondidas en las paredes de la prisión, dentro de las celdas y hasta en las alcantarillas.

En la prisión de Guayaquil también se encontraron 15 pistolas nueve milímetros, 127 celulares y cuatro mil 300 dólares, además de drogas, electrodomésticos y armas blancas.

La intervención al interior de los centros carcelarios más violentos en Ecuador se dio a través del Decreto 823 de Estado de Excepción, el cual autoriza el acceso de los uniformados a las prisiones para mantener la seguridad.

De acuerdo con información de la Secretaría General de Comunicación del Estado, la violencia en la Penitenciaría se dio por el enfrentamiento entre los presos por el control de la cárcel.

Sobre las acciones implementadas del Gobierno federal, Claudia Edith Serrano Solares, doctora en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), opina que la presencia de las Fuerzas Armadas no servirá de mucho cuando los uniformados se retiren de los centros penitenciarios y la violencia vuelva a regresar.

“Involucrar a las Fuerzas Armadas en el control de la seguridad pública no genera otro tipo de medida que tenga que ver con la readaptación social de los detenidos, que es el objetivo de las penitenciarías.

El ingreso de las Fuerzas Armadas a las cárceles en las provincias con mayores problemas de inseguridad en Ecuador fue autorizado por el Decreto 823. Foto: Especial
El ingreso de las Fuerzas Armadas a las cárceles en las provincias con mayores problemas de inseguridad en Ecuador fue autorizado por el Decreto 823. Foto: Especial

“Lo que debe hacerse es una revisión exhaustiva de las cárceles, estudiar cuáles son sus fallas, porque el que los reos tengan la facilidad de tener armas y municiones significa que la autoridad penitenciaria está involucrada”, asegura.

Así también, agrega que se debe analizar en qué se distribuye el presupuesto que va dirigido a la seguridad de las cárceles para hacerlo funcional.

“El próximo candidato va a tener que colocar este tema en la agenda porque es una de las grandes preocupaciones del país.

“Con la violencia, el sistema penitenciario está reclamando para que volteen a verlo (…) Al final esto ha sido un elemento que ha ensombrecido al gobierno de Lasso y a las administraciones anteriores”, menciona la especialista en la región.

¿Qué proponen los candidatos a la presidencia de Ecuador para acabar con la violencia?

La violencia en las prisiones de Ecuador, al ser un tema para tratar de manera constante y a largo plazo, será un rubro que le heredará el presidente a quien sea su sucesor.

Las elecciones en el país se celebrarán el próximo 20 de agosto, luego de que en mayo pasado el jefe de Estado firmara el Decreto 741 para disolver la Asamblea Nacional y convocar a elecciones.

Fernando Villavicencio, candidato independiente, ha reafirmado que “un gobierno valiente” no debe pactar con las mafias, por lo que se prevé que, en caso de obtener la victoria electoral, comience una guerra contra la delincuencia.

Yaku Pérez, de la alianza Claro que se puede, dijo que era momento de buscar una unidad nacional ante la inseguridad, por lo que propone movilizar a los servidores de la fuerza pública para enfrentar y detener de manera inmediata la ola de delincuencia del país y permitirá que haya patrullaje permanente en las cárceles.

Pérez también promete depurar a los organismos de seguridad separando a los funcionarios vinculados a la delincuencia y al narcotráfico, e intervenir las cárceles despidiendo al personal ligado a la violencia y aplicando nuevos protocolos de mecanismos de control.

Luisa González, del partido Revolución Ciudadana (RC5), grupo político del expresidente Rafael Correa, anunció que el narcotráfico se debe combatir con inteligencia.

“Es momento de que se desarrollen estrategias de investigación para poder acabar con estas redes que hoy tienen tomado al Ecuador en la violencia. Desde mi gobierno dotaremos de tecnología y equipo de primera para fortalecer el trabajo de inteligencia y contribuir a la seguridad ciudadana”, dijo González en una entrevista para Radio La Red.

Por su parte, Otto Sonnenholzner, del partido político Avanza, especificó que en momentos de inseguridad contra la vida humana, su gobierno le dará total respaldo a la Policía para responder con fuerza. Además, remarcó que toda persona que esté involucrada con actos criminales deberá atenerse a un régimen de máxima seguridad.

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