El desgarro

“Se cierra en Podemos el ciclo del hiperliderazgo de Pablo Iglesias”, así refería el periódico El País respecto a la situación interna del partido, y en cuya editorial asegura que el distanciamiento que tuvo el número dos de la formación, Íñigo Errejón, del “indiscutible” líder del movimiento, Pablo Iglesias, demuestra, por primera vez, que la militancia de Podemos es más que pablista.

Andrea Montes Renaud Andrea Montes Renaud Publicado el
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Pablo Iglesias prefiere recuperar la calle, según él, Podemos no debe, en ninguna circunstancia, renunciar a ‘construir un movimiento popular’
“(Podemos) aconteció muy rápido, quizá demasiado rápido. Se debe identificar ahora su base electoral real y construir una organización que pueda aprovechar las diferentes corrientes”
Pablo SimónPolítologo, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid

“Se cierra en Podemos el ciclo del hiperliderazgo de Pablo Iglesias”, así refería el periódico El País respecto a la situación interna del partido, y en cuya editorial asegura que el distanciamiento que tuvo el número dos de la formación, Íñigo Errejón, del “indiscutible” líder del movimiento, Pablo Iglesias, demuestra, por primera vez, que la militancia de Podemos es más que pablista.

“Se instaló en la formación una cultura del hiperliderazgo que atribuía a los planteamientos del secretario general el único horizonte político posible. Ayer se rompió esa dinámica”, concluye el diario español. 

El responsable de ese giro antipablista dentro de Podemos es Íñigo Errejón, pues si bien se trata de la ruptura de dos viejos amigos, se trata especialmente de dos visiones que chocan. 

Ahora, el partido anti-austeridad, está en una crisis profunda, producto de meses de discrepancia entre estos dos líderes.

El enfrentamiento que opone al Secretario General del partido, contra Errejón, se debe a que cada uno tiene la esperanza de redefinir el proyecto político de la formación en vistas al Congreso “refundador” del partido, bautizado como Vistalegre II, que tendrá lugar en Madrid en febrero.

A mes y medio de la Asamblea, la herida es tan profunda que en un video, Iglesias pidió perdón a sus militantes. 

Pablo Iglesias reconoció que “cometió errores” e instó a los partidarios de ambas corrientes a que dejaran de “lavar su ropa sucia” en las redes sociales. 

En las últimas semanas Podemos dio la peor imagen de su historia.  Ahora la formación está muy lejos del “Sí se puede” de los mítines del partido del “cambio”. 

Juego de tronos

Es importante clarificar que dentro de la formación, la coalición Unidos Podemos también incluye a la formación de sus aliados anticapitalistas, la de Izquierda Unida (IU) y otros nueve partidos de la izquierda radical, que no siempre comparten los mismos objetivos.

Si bien el líder de Podemos ganó la mayoría de las votaciones de los simpatizantes desde la fundación del partido, ahora se percibe una escisión que demarca tres formaciones claras: los pablistas, los errejonistas y el sector anticapitalista; y los tres, miden sus fuerzas en un enfrentamiento político interno.

Errejón busca reforzar su liderazgo para influir en el rumbo del partido y reclama una representación en los órganos de dirección para “fortalecer el espacio tradicional de la izquierda” y abogar por la transversalidad que había atraído a los simpatizantes desde un principio. 

Iglesias, que defiende una línea más radical, prefiere recuperar la calle, pues asegura “que es peligroso acostumbrarse a vivir en el Parlamento”, como declaró el 19 de octubre, al sitio 

Eldiario.es, pues según él, Podemos no debe en, ninguna circunstancia, renunciar a “construir un movimiento popular”, ya que fue capaz de “atraer a los votantes hartos de la clase política tradicional”.

El principal dirigente anticapitalista, el eurodiputado Miguel Urbán, puede ser una pieza clave en este enfrentamiento. Su postura política va en la línea de Pablo Iglesias, coincide con Errejón en cuanto a las cuestiones organizativas del partido. 

Las partes deberán sentarse a negociar, “el primero que se levante, entorpezca el diálogo o busque la confrontación pondrá en bandeja a sus competidores un argumento muy básico y, quizá por eso, eficaz: la acusación de dividir el partido”, concluye Francesco Manetto, analista político de El País. 

Errejonistas contra Pablistas

Las diferencias entre los dos líderes no es algo nuevo. Las primeras fisuras comenzaron en marzo, cuando Pablo Iglesias decidió despedir al Secretario de Organización de Podemos, Sergio Pascual, muy cercano a Íñigo, para nombrar al científico y político español, Pablo Echenique, en sustitución del errejonista. 

El nombramiento de Echenique como Secretario de Organización se produjo luego de destaparse una supuesta “traición conspirativa” encabezada por Pascual, con el conocimiento de Errejón. 

La polarización pronto se pronunció, sin embargo, la virulencia de las recientes discusiones ha tomado por sorpresa a muchos militantes. 

El enfrentamiento llegó a su punto culminante la noche de Navidad, cuando los partidarios de Iglesias lanzaron una campaña en Twitter contra Errejón con el hashtag #IñigoAsíNo, acusándolo de sembrar la discordia.

Los partidarios de cada líder han delimitado sus respectivas trincheras. Echenique, antiguo enemigo de Iglesias , es ahora su principal aliado y una pieza clave en la guerra civil de Podemos. 

Consejero y brazo ejecutor de Iglesias, Secretario general autonómico, presidente del grupo parlamentario de Podemos en las Cortes de Aragón y Secretario de Organización, es también el nexo entre pablistas y anticapitalistas, lo que podría propiciar un aislamiento de Errejón.

El bipartidismo gana la partida

“Podemos está en pleno proceso de institucionalización”, asegura el politólogo Pablo Simón, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. 

El movimiento, que nació en enero de 2014, “aconteció muy rápido, quizá demasiado rápido. Se debe identificar ahora su base electoral real y construir una organización que pueda aprovechar las diferentes corrientes”, dice el académico español.  

Y es que, los resultados de las legislativas del 26 de junio fueron extremadamente decepcionantes. 

No solamente no pudieron superar a los socialistas del PSOE, como se esperaba, sino que además, perdieron un millón de votos en comparación con las elecciones de diciembre del año 2015, a pesar de su alianza con Izquierda Unida.

Y pronto, Podemos se encontró en un pozo en el cual el mismo movimiento aseguró no tener ningún papel qué desempeñar, sobre todo, luego de negarse a formar una alianza con los socialistas de Pedro Sánchez.

Socialistas y conservadores

Y por otro lado está la nueva realidad política española. Dado que el conservador Mariano Rajoy se reeligió como primer ministro el 29 de octubre, y dadas las circunstancias internas de Podemos, el bipartidismo parece haber ganado la partida. 

Los socialistas del PSOE, profundamente debilitados y aún sin liderazgo, luego de forzar el despido de su Secretario General, Pedro Sánchez, el 1 de octubre, intentan ganar tiempo hasta su próxima reunión, que deberá tener lugar en el verano de 2017.

El PSOE prefiere por ahora concluir acuerdos específicos con el Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy, que a su vez está contento de no tener que gobernar con el único apoyo de la formación de centro-derecha, Ciudadanos. 

En las últimas semanas, socialistas y conservadores han adoptado en el Parlamento el aumento del salario mínimo, así como el presupuesto del Estado para el año 2017.

Y en vista de la situación de este saneamiento inesperado después de un año de estancamiento político, “¿hacia donde va Podemos?”, se cuestiona Juan Carlos Monedero desde su blog.

Cercano a Pablo Iglesias, y exnúmero tres del partido, Monedero reconoció que la formación había cometido “errores” antes de lamentar con nostalgia que en los inicios del movimiento, “a pesar de todo, estábamos felices”.

‘Me da igual si se llevan bien o mal’

Miguel Urbán, eurodiputado de Podemos y representante de la corriente anticapitalista, hizo un llamado a “desdramatizar la vida política interna del partido y acabar con las disputas de poder”.

Urbán aseguró que lo único que están consiguiendo con ello es “dar una imagen que está generando desafección y desilusión” a los 5 millones de españoles que votaron por ellos. 

“Me da igual si Pablo e Íñigo se llevan bien o mal. Eso no es lo importante”, dijo en entrevista con Europa Press.

Y dijo que la manera de “simplificar el debate es llevarlo a las cuestiones que todo el mundo comprende y que son las que Podemos no debe desatender mientras se preocupa por las luchas de poder”.

Es decir: concentrarse en hablar de rescates bancarios, desahucios, Derechos Humanos y “de cómo somos la principal fuerza de oposición a un gobierno tripartito de recortes del PP y sus socios de Ciudadanos y PSOE”.

El líder aseguró que “no cree que haya riesgo de ruptura en Podemos, aunque sí de generar desafección entre sus militantes y votantes”. Y en ese caso, “hay que tener voluntad de llegar a acuerdos”.

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