Un peligro para México

La lección número uno de la economía pública es que toda reforma fiscal implica una redistribución del ingreso: siempre hay ganadores y perdedores cuando el gobierno cambia la manera en que se cobran los impuestos. Para el caso de la reforma fiscal que pretende implementar la administración de Donald Trump, el claro perdedor es México.

“Si no se incluye (el impuesto de ajuste fronterizo), nuestro código fiscal continuará favoreciendo a los productos hechos en el exterior y continuará ofreciendo incentivos para llevar empleos y empresas hacia fuera”
Kevin BradyCongresista de Texas por el Partido Republicano

La lección número uno de la economía pública es que toda reforma fiscal implica una redistribución del ingreso: siempre hay ganadores y perdedores cuando el gobierno cambia la manera en que se cobran los impuestos. Para el caso de la reforma fiscal que pretende implementar la administración de Donald Trump, el claro perdedor es México.

Aunque el poder ejecutivo aún no ofrece una propuesta que incluya políticas fiscales concretas, el discurso del gobierno ha dejado claro que la reforma fiscal tendrá como principio rector la reducción de incentivos para que las empresas estadounidenses inviertan en el exterior.

México ha basado su modelo económico en ser un destino atractivo para que las empresas globales utilicen al país como plataforma de exportación a Estados Unidos, el mercado más grande del mundo. El año pasado, el capital de origen estadounidense aportó el 38.9 por ciento de la inversión extranjera directa que llegó a México.

El riesgo para el modelo económico mexicano yace en el impuesto de ajuste fronterizo propuesto por Paul Ryan, el vocero de la Cámara de Representantes. Este impuesto representa la espina dorsal de la reforma fiscal del Partido Republicano.

A grandes rasgos, la medida otorga un subsidio a las exportaciones y grava las importaciones de las empresas estadounidenses. Analistas refieren que este cambio significa la transformación más radical del código fiscal en décadas. Esta aseveración descansa en el argumento de que el impuesto de ajuste fronterizo no es un impuesto per se, sino un cambio en la manera en cómo se calcula el impuesto sobre la renta que se le cobra a las empresas.

En el nuevo esquema, las exportaciones no se toman en cuenta como ingresos para el cálculo de la base gravable de las empresas, mientras que la deducción de las importaciones como costos queda prohibida.

Chad Bown, investigador del Instituto Peterson de Economía Internacional (PIIE, por sus siglas en inglés), estima que esta medida es equivalente a la imposición de un arancel de 10 por ciento sobre las importaciones.

Más grave que 
no tener TLCAN

Para la economía mexicana, que destina el 80 por ciento de sus exportaciones hacia Estados Unidos, este cambio sería aún más grave que la derogación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Con la salida del TLCAN, la relación comercial entre México y Estados Unidos estaría regida por las reglas de la Organización Mundial de Comercio, que estipula aranceles de entre 2 y 8 por ciento para los principales productos de exportación mexicanos.

No obstante, la implementación de esta medida es más probable que la derogación del TLCAN. El gabinete económico de la administración de Trump exhibe una diferencia evidente entre dos grupos de funcionarios con visiones divergentes de política económica. Sin embargo, la reforma fiscal representa un punto de encuentro en el que el consenso es prácticamente unánime.

El eje rector de la nueva  política fiscal, el de la repatriación de las ganancias corporativas hacia Estados Unidos, ha encontrado eco en todos los miembros del gabinete y en la bancada del Partido Republicano en el Congreso, que cuenta con mayoría en ambas cámaras.

Inversión a la deriva

El impuesto de ajuste fronterizo no es el único componente de la reforma fiscal estadounidense que tiene la capacidad de generar un efecto disruptivo en la economía mexicana.

La Casa Blanca ha expresado que la tasa de impuesto corporativo debería reducirse a un nivel de entre 15 por ciento y 20 por ciento. Actualmente, Estados Unidos cuenta con una tasa de impuesto corporativo de 35 por ciento, la más alta entre los países miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Por otra parte, la administración de Trump ha insistido en que es necesaria la aplicación de un estímulo de repatriación de capitales del 10 por ciento.

Estas dos políticas derivarían en una reducción significativa de los incentivos que tienen las compañías para enviar su dinero a México.  La pérdida de competitividad fiscal se sumaría al deterioro de las perspectivas de exportación en un contexto en el que las expectativas de inversión extranjera directa son extremadamente pesimistas.

El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), proyecta un escenario en el que la inversión extranjera directa que recibirá México este año podría caer hasta en un 40 por ciento, en relación al monto registrado el año anterior.

Esto continuaría una tendencia de declive.  De acuerdo a cifras oficiales, en el 2016, México recibió 26.7 mil millones de dólares, 5.8 por ciento menos que en el 2015.

El consenso de economistas augura que un impuesto de ajuste fronterizo no debería tener efectos sobre el comercio en el largo plazo debido a que esto propiciaría un ajuste en el valor de dólar que neutralizaría la ventaja competitiva que el impuesto ofrece  a los exportadores estadounidenses.

No obstante, aún en este escenario, la economía mexicana estaría expuesta al deterioro de su cuadro macroeconómico. De acuerdo a analistas consultados por la revista The Economist, el dólar tendría que apreciarse en una magnitud del 25 por ciento frente a las demás divisas para neutralizar la ventaja  competitiva que otorga el impuesto.

Dada la coyuntura actual de la economía mexicana, marcada por la creciente inflación y la incapacidad de las autoridades fiscales para controlar el nivel de deuda pública, una depreciación adicional del peso mexicano frente al dólar tendría implicaciones negativas significativas.

>>38.9% de la inversión extranjera directa que recibe México proviene de Estados Unidos

>>25% necesita apreciarse el dólar frente a otras divisas, para neutralizar la ventaja competitiva que el impuesto de ajuste fronterizo otorga a los exportadores estadounidenses

>>-40% podría reducirse la inversión extranjera directa que recibirá México este año, según el II

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