Un modelo replicable

La posibilidad de que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sea cancelado supone un dilema existencial para el modelo de desarrollo económico que ha regido a México en las últimas dos décadas.

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Millones de dólares es el capital de los fondos dirigidos del gobierno chino en 2015, para dar seguimiento a su plan de desarrollo industrial CM2025
Daniel PoonOficial de Asuntos Económicos de la Conferencia de Comercio y Desarrollo de la ONU
El CM2025 pretende crear compañías chinas multinacionales que se posicionen en la cadena de valores global y que adquieran una participación de mercado preponderante en la economía doméstica
“El gran peligro de las deudas es cuando muchas personas deciden, o están forzadas, a pagarlas al mismo tiempo”
Paul Krugman Economista estadounidense

La posibilidad de que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sea cancelado supone un dilema existencial para el modelo de desarrollo económico que ha regido a México en las últimas dos décadas.

El mensaje de la administración de Donald Trump ha sido claro: Estados Unidos está listo para retirarse del acuerdo si éste no se modifica “en términos favorables para todas las partes”. Ayer, el secretario de Comercio, Wilbur Ross, dijo que, en el mejor de los casos, el TLCAN representaba un acuerdo obsoleto. También, dijo que se está explorando la posibilidad de negociar dos acuerdos bilaterales separados con México y Canadá.

Para México, el posible desmantelamiento del TLCAN plantea dudas que, en la ausencia de la presión ejercida por la administración de Donald Trump, probablemente jamás habrían sido respondidas.

El TLCAN representa el corazón de una apuesta por el crecimiento basado en las exportaciones y en la inversión extranjera directa atraída a partir de esta plataforma de exportación manufacturera.

Desventajas de un modelo obsoleto

Sin embargo, la coyuntura ha puesto de relieve las desventajas de este modelo.  La más evidente es la dependencia de Estados Unidos. El 80 por ciento de las exportaciones mexicanas se destinan al mercado estadounidense.

Otra desventaja radica en el relativamente bajo valor agregado que la manufactura mexicana aporta a sus productos de exportación. Esta condición ha llevado a las autoridades de política económica de México a preguntarse si la única ventaja competitiva del país, como parte de una región profundamente integrada como es América del Norte, es la de bajos costos laborales.

Esta pregunta adquiere mayor relevancia en un contexto en el que el ritmo de la automatización y la robotización de las industrias es creciente. El Foro Económico Mundial se refiere a este fenómeno como la cuarta revolución industrial.

Para el consenso de analistas, la economía de México, un país exportador de manufacturas de bajo valor agregado, quedaría arrasada por esta tendencia.

En Estados Unidos, una economía cuyo proceso de desindustrialización comenzó hace décadas, el desplazamiento de empleos del sector secundario ha generado fuertes tensiones sociales, evidenciadas en el proceso electoral de 2016.

La firma de consultoría McKinsey estima que alrededor del 45 por ciento de los empleos estadounidenses pueden ser automatizados con tecnología existente.

En ese sentido, con o sin TLCAN, el modelo de desarrollo mexicano se enfrenta a una fecha de caducidad en el no muy largo plazo.

Mientras tanto, la prioridad número uno de las autoridades económicas del país continúa siendo la de preservar el status quo de la relación comercial con Estados Unidos mediante la defensa del TLCAN o, en un escenario adverso, la defensa de las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que también están en entredicho.

China mira al futuro

El grueso de los economistas especializados en desarrollo sostienen que el dilema económico de un país no parte de la dicotomía entre proteccionismo y apertura comercial, sino en el rol que debe jugar la política industrial en la apuesta de crecimiento de una nación: es decir, hasta dónde debe intervenir el Estado, y bajo qué mecanismos, para ayudar a construir industrias nacionales fuertes.

Para Richard Kozul-Wright, director de la División de la Estrategia de Globalización y Desarrollo de la Conferencia de Comercio y Desarrollo de la Organización de Naciones Unidas, la estrategia industrial de China ofrece lecciones valiosas para aquellas economías emergentes que buscan salir de la trampa del ingreso medio.

En el 2015, el Premier de China, Li Keqiang puso en marcha el plan Manufactura China 2025 (CM 2025). La idea toral de esta estrategia pretende crear compañías chinas multinacionales que se posicionen en la cadena de valores global y que adquieran una participación de mercado preponderante en la economía doméstica. A grandes rasgos, es una versión moderna con enfoque de mercado de un modelo de sustitución de importaciones.

Lo relevante del CM2025 es que privilegia el desarrollo de industrias nacionales, a través de financiamiento dirigido mediante nuevos fondos de inversión del Estado o mediante los bancos de desarrollo del gobierno.

El CM2025 busca promover la innovación a gran escala en 10 sectores clave entre los que se incluyen: tecnologías de información de nueva generación, vehículos de energía alternativa, robótica, biomedicina y herramientas computarizadas para aplicación industrial y médica.

Para el 2035, el plan contempla que China esté completamente industrializada. Además, para el 2025, se deberán de haber adoptado estándares internacionales en materia energética, ambiental y de consumo de materiales en todas estas industrias.

La estrategia industrial del gobierno chino no sólo impulsa la inversión en sectores estratégicos, sino que mantendrá la tenencia accionaria en las empresas que, se espera, se convertirán en líderes del mercado y referentes de innovación, obteniendo réditos significativos por ello.

Tan sólo en 2015 se crearon casi 300 fondos de recursos públicos abocados a invertir en sectores específicos. Cada fondo tiene un objetivo particular. En conjunto, el capital de estos vehículos de inversión fue de más de 217 mil millones de dólares, cinco veces más que en el 2014.

Aunque los resultados del CM2025 aún son inciertos y los riesgos macroeconómicos podrían descarrilar este programa, es evidente que China cuenta con una estrategia económica para el futuro. En México, la apuesta aún está situada en un mecanismo económico del siglo XX.

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