Mentalidad burguesa

En México hay una realidad cotidiana que opera en automático: el clasismo.

Una parte de la clase media se niega a mostrar que también es suprimida, que forma parte de esa base piramidal que sostiene a todo el aparato de poder.

Se vive en un mundo donde se valora más el estatus que la honestidad.

En México hay una realidad cotidiana que opera en automático: el clasismo.

Una parte de la clase media se niega a mostrar que también es suprimida, que forma parte de esa base piramidal que sostiene a todo el aparato de poder.

Se vive en un mundo donde se valora más el estatus que la honestidad.

Un estudio valenciano del mercado mexicano detalla la ventaja que tienen la manufactura española sobre los productos mexicanos: “Además, fruto del clasismo que existe en México, hay un importante grupo de consumidores que, a pesar de disponer de bajos ingresos, está dispuesto a gastar lo que no tienen con tal de figurar un estatus superior”, (IVEX México, sector textil y tejidos, 2009).

Este clasismo nos permite gastar, bajo la mirada complaciente, el dinero que no es nuestro a través de la corrupción y el servilismo partidista.

Aunque en los últimos años la clase media ha visto reducido su poder adquisitivo y su bienestar, nos empeñamos en mostrar que todo ha vuelto a la normalidad y que los pensamientos positivos atraen al dinero.

Quizá es la necesidad de llenarnos de esperanza y de fe ciega frente a las políticas públicas privatizadoras del patrimonio nacional que se avecinan para el 2013, quizá es una regresión infantil a taparnos los ojos con las manos para fingir que no pasa nada.

Con el clasismo se nos distrae de la importancia y las prácticas del bien común. Necesitamos políticas públicas que determinen un salario mínimo digno que favorezca la equidad social y que nos permita generar más iniciativas autónomas, como pueden ser las asociaciones de colonos o de clubes de lectura, de jardines comunitarios, de deporte o de cocina entre amigos. Una sociedad donde se valore la autenticidad sobre el estatus material.

Si las decisiones de los mexicanos no enaltecen el valor de lo nacional, exigiendo calidad y transparencia en las decisiones del país, y si no miramos nuestra riqueza cultural, ni los políticos ni la economía del país mejorarán.

Valeria Villavicencio vive en Holanda y es activista de Amigos de la Tierra Internacional

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