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Los productos presidenciables

Las campañas electorales #Marketing se han convertido en un supermercado donde los mexicanos están frente a cinco productos políticos con ideologías y propuestas diferentes. Al final, solo uno será comprado

“Los mexicanos son más exigentes y están mejor informados”
Gerardo SordoCEO y fundador de BrandMe

Los candidatos a la presidencia son productos. En la carrera por convertirse en el nuevo inquilino de Los Pinos se valen de estrategias para promocionar su imagen y las cualidades que los hacen ser diferentes al resto de los demás.

Sin embargo, los mexicanos están más preparados y son más exigentes, algo que dificulta la tarea de los presidenciables para conseguir su voto.

“A los mexicanos ya no los convence cualquier producto político. Se interesan más por conocer a sus candidatos y son más críticos al momento de votar”, dice Gerardo Sordo, CEO y fundador de BrandMe.

En las actuales campañas las redes sociales se han convertido en pieza clave, pero, Octavio Regalado, cofundador de Marketeros Nocturnos, asegura que una mayor cantidad de spots no ha sido sinónimo de calidad.

“Los candidatos se han valido de estas plataformas para acercarse a los votantes, lo malo es que no hemos visto algo novedoso. La gente está muy confundida y eso pesará el día de la elección”, comenta.

Anaya: El novedoso

En los estantes del supermercado, el candidato de la coalición ‘Por México al Frente’ destaca por su empaque fresco, llamativo e innovador.

Es un producto preparado que ha sabido conectar con el público joven, cuenta con buenas cartas de presentación, maneja idiomas y se ha valido de la tecnología para llegar a más consumidores.

El problema está en que cuando el consumidor abre la caja del producto para conocerlo más se encuentra con que es un candidato híbrido, que busca dar la imagen de alguien fresco, pero, que al mismo tiempo le habla a un segmento de la población más conservadora y de tradiciones arraigadas.

Para Gerardo Sordo esto le resta puntos a favor, ya que su discurso híbrido hace que una gran parte de los mexicanos no crea en sus promesas.

“Ricardo Anaya tiene buenas características aunque no es un producto de masas. Es una marca novedosa que no se había visto antes, pero, esta imagen contrasta con los valores tradicionales que defiende, algo que le impide que la gente lo quiera comprar”, precisa el CEO de BrandMe.

AMLO: El popular

El abanderado de la coalición ‘Juntos Haremos Historia’ es un producto poderoso que después de haber estado por años en el mercado, las personas ya lo han empezado a consumir hasta convertirlo en el actual producto de moda.

Su principal ventaja es que le habla a la base de la pirámide para poder venderse de manera masiva, además de que su lenguaje es coloquial y cercano a la gente.

Hoy, la clase media ya lo consume, a pesar de las críticas que existen sobre la funcionalidad de sus propuestas.

Sin embargo, Octavio Regalado, consultor de estrategias de marketing digital , explica que las desventajas que ve en este producto, por principio, es que “ofrece ideas obsoletas” sin una visión hacia el futuro y aunque su manera de comunicar está muy bien definida es un poco ambigua porque se reserva sus ideas en el momento en que tiene que hablar, como en el primer debate presidencial.

“AMLO es el clásico producto milagro que se vende en los mercados, que promete curarte de todo y como las personas lo mencionan tanto, llegas a creer que te puede sanar; por ello lo compran aunque nos les dure nada”, comenta el también conferencista.

‘El Bronco’: El disruptivo

El candidato independiente es un producto que llama la atención y entró al mercado para demostrar que las cosas se pueden hacer de diferente forma, sin embargo, tiene antecedentes negativos que evidencian que no cumple lo que promete.

“Es un producto con un marketing disruptivo y que habla el lenguaje de la gente. A los consumidores les divierte, pero, no lo comprarían”, precisa Regalado.

El especialista destaca que otro factor en su contra es que en ocasiones su mensaje es agresivo y con iniciativas radicales que en México no son viables.

“Plantea ideas extremistas que han llamado la atención, pero, sólo generan ruido”, explica.

Además, la poca difusión del producto es un limitante para que pueda llegar a más consumidores. El experto comenta que más allá del debate no ha tenido visibilidad.

“Es un producto pequeño compitiendo en las ligas mayores”, detalla.

Meade: El incomprable

Aunque el candidato por la coalición ‘Todos por México’ ha cambiado el rostro del partido que lo respalda, la realidad es que se ha quedado estancado.

Durante muchos años este producto mantuvo el monopolio del mercado, las personas lo consumieron y se dieron cuenta que tenía defectos, se decepcionaron y ahora, pese a que está en descuento, no lo quieren comprar.

“A los consumidores no les gusta este producto y nadie lo quiere comprar porque José Antonio Meade representa una marca que dañó a la sociedad mexicana por años”, manifiesta Octavio Regalado.

A pesar de que este producto tiene una etiqueta de ‘Nuevo’, Gerardo Sordo coincide en que el empaque es el mismo con el que se ha vendido desde hace décadas, algo que más que ayudarlo lo ha perjudicado.

“La estrategia ahora es: ‘Todo lo que siempre has soñado ahora sí te lo podemos dar con este producto’, sin embargo, la gente ya no va a comprarlo aunque esté mejorado”, añade Sordo.

Zavala: La desconocida

Apesar de tener un empaque atractivo y ser el único producto femenino en el supermercado, la candidata independiente no es muy atractiva.

Con este producto, las consumidoras se sienten identificadas, ya que en el empaque dice “Soy mujer”, el problema surge cuando buscan algo diferente en sus propuestas y no lo encuentran.

“La principal desventaja de Margarita Zavala es que la gente no confía en ella porque muchos se quedaron con la imagen negativa de su esposo por el tema de la guerra contra el narcotráfico”, destaca Gerardo Sordo.

De igual forma, el CEO de BrandMe considera que la candidata independiente representa para algunos consumidores la imagen del ‘viejo PAN’, por lo tanto no termina de convencer y no se vende.

“Es un producto que, aunque es bueno, las personas que están a su lado opacan su imagen y esto la hacen invisible para el consumidor”, comenta.

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