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Los malabares de Pemex

La caída del precio del petróleo destapó la cloaca laboral de Pemex y ésta vez no será sencillo volver a taparla.

A principios del año el Gobierno Federal anunció una reducción al gasto público necesario para hacer frente al desplome del precio que sufrió el barril de petróleo a el año pasado. El recorte afectó principalmente a Pemex quien tuvo que reducir en un 11.5 por ciento, 62 mil millones de pesos, su presupuesto para el 2015.

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trabajadores son los que se espera que se retiren en los próximos 10 años, plazas laborales que Pemex pretende cancelar definitivamente
Los empleados sindicalizados de Pemex gozan de tantos privilegios gracias a su contrato colectivo de trabajo, que es prácticamente imposible despedirlos

La caída del precio del petróleo destapó la cloaca laboral de Pemex y ésta vez no será sencillo volver a taparla.

A principios del año el Gobierno Federal anunció una reducción al gasto público necesario para hacer frente al desplome del precio que sufrió el barril de petróleo a el año pasado. El recorte afectó principalmente a Pemex quien tuvo que reducir en un 11.5 por ciento, 62 mil millones de pesos, su presupuesto para el 2015.

Los principales rubros de la petrolera que sufrieron ajustes fueron sus planes de inversión para explotar nuevos yacimientos. Sin embargo, Pemex no ha podido restar peso al principal lastre que arrastra desde hace años: su planta laboral.

Calificada por expertos en la industria como demasiado grande e ineficiente, los trabajadores sindicalizados de Pemex gozan de tantos privilegios en su contrato colectivo de trabajo que es prácticamente imposible despedirlos.

En su último reporte anual, la empresa indica que sus pasivos laborales actuales ascienden a más de 1.49 billones de pesos.

En medio del conflicto con el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana que lidera el senador priista Carlos Romero Deschamps, se dio a conocer un nuevo plan de incentivos que Pemex pretende ejercer para retener a trabajadores especializados.

Bajo un nuevo esquema presentado en marzo, la empresa pretende otorgar incentivos a 7 mil 350 puestos claves entre los que destacan un aumento salarial de hasta 50 por ciento y créditos vehiculares e inmobiliarios adicionales.

Pemex espera que estos cambios no afecten el presupuesto que goza el rubro correspondiente que es de 90 mil millones de pesos. Para ser acreedor a uno de estos aumentos, el trabajador debe tener un puesto que Pemex considere como importante y que su director lo nomine.

Se acaban las opciones

Las últimas cifras oficiales apuntan que Pemex cuenta con alrededor de 153 mil empleados en su fuerza laboral. De estos, el 80 por ciento es miembro del sindicato de Romero Deschamps.

El despido de un trabajador sindicalizado es muy costoso, por lo que la empresa anunció de manera reciente que esperará a que se jubilen empleados para cancelar sus plazas y reducir la planta. Se estima que en los próximos 10 años se jubilarán casi 20 mil empleados.

El problema es que parte de los beneficios de los sindicalizados es que su puesto de trabajo es un derecho adquirido que pueden dar como herencia una vez que se retiren de la empresa. Esto otorga un gran poder al sindicato que puede negociar puestos.

De tal modo, la cancelación de las plazas provocó fuertes reacciones por parte del sindicato que la semana pasada decidió emplazar a huelga a partir del 1 de agosto próximo, justo cuando se actualizarán las cláusulas del contrato colectivo de trabajo.

A pesar de las protestas de este grupo, Pemex está cada vez más presionado por la situación financiera. Las principales empresas petroleras del mundo han replanteado sus modelos de negocio a mediano y largo plazo. Por cuestiones de rentabilidad, este es uno de los primeros rubros que estos negocios recortaron fue el tamaño de su fuerza laboral.

Un registro realizado por Bloomberg muestra que se han anunciado más de 100 mil despidos en la industria alrededor del mundo desde que los precios comenzaron a caer.

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