¿Dónde quedó la innovación?

El adagio de que cualquier crisis representa una oportunidad se ha vuelto un cliché. Sin embargo, la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) abre una ventana para que México se replantee su política de innovación.

En el 2015, el país tenía registradas 172 patentes en Estados Unidos, cuatro veces más que en 1994, año en el que el TLCAN entró en vigor. Este crecimiento luce poco alentador si se compara con las cifras de Corea del Sur, que pasó de tener 943 patentes registradas en Estados Unidos en 1994 a 17 mil 924 patentes en el 2015.

2.79%
Del PIB es el equivalente al gasto conjunto en investigación y desarrollo del gobierno, empresas, universidades y otras organizaciones en Estados Unidos
“(Las empresas mexicanas) están acostumbradas a la idea de que las grandes innovaciones tienen su origen en Suiza o en Nueva Jersey, y que ellos únicamente serán los socios locales de Novartis o Merck”
Jorge GoldsteinAbogado asociado de patentes en Sterne, Kessler, Goldstein y Fox en entrevista para la agencia Bloomberg
México ni siquiera se encuentra dentro del Índice de Innovación Bloomberg 2017 que compara a los 50 países con la mejor posición en desarrollo de nuevas tecnologías

El adagio de que cualquier crisis representa una oportunidad se ha vuelto un cliché. Sin embargo, la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) abre una ventana para que México se replantee su política de innovación.

En el 2015, el país tenía registradas 172 patentes en Estados Unidos, cuatro veces más que en 1994, año en el que el TLCAN entró en vigor. Este crecimiento luce poco alentador si se compara con las cifras de Corea del Sur, que pasó de tener 943 patentes registradas en Estados Unidos en 1994 a 17 mil 924 patentes en el 2015.

La diferencia abismal entre los resultados de dos políticas de gasto en innovación y desarrollo pone de relieve una pregunta más profunda para México: ¿Cuál es el costo de apostar por un modelo de crecimiento y desarrollo basado en la exportación de productos de bajo valor agregado?.

De acuerdo a un estudio elaborado por la firma Euromonitor, la industria de manufactura en México cuenta con salarios reales promedio más bajos que su contraparte en China. La competitividad de la plataforma exportadora de México depende en gran medida de los bajos costos laborales que ha privilegiado la política económica de las últimas dos décadas.

El consenso de analistas refiere que el acceso que ofreció el TLCAN al mercado estadounidense ha inhibido en cierta forma los incentivos para que las empresas mexicanas desarrollen nueva tecnología.  El raquítico nivel salarial de los trabajadores mexicanos se contrapone a la necesidad de las empresas mexicanas de crear valor para competir.

La administración de Donald Trump, que ha retomado su retórica crítica hacia el TLCAN en las últimas semanas, ha expresado que la falta de convergencia salarial entre México y Estados Unidos representa un problema toral de la relación comercial.

Si la dependencia del modelo económico mexicano respecto de los bajos costos laborales comienza a disiparse gradualmente, el país tendría que recurrir a nuevos esquemas de política industrial o de desarrollo de capital humano.

Lecciones de China

En ese sentido, China ofrece una lección valiosa. En 1994, tenía registradas 48 patentes en Estados Unidos, un nivel muy similar al de México. No obstante, esta cifra alcanzó las 8 mil 116 patentes en el 2015. El contraste con la política de innovación mexicana es brutal.

El caso es de particular relevancia para México porque en las últimas dos décadas China siguió un modelo de crecimiento basado en las exportaciones de manufactura cuya principal fuente de competitividad eran los bajos costos laborales. Una apuesta similar a la mexicana. El esquema chino combinó la depreciación artificial de su moneda con la inyección masiva de gasto público y un régimen relativamente amigable para la atracción de inversión extranjera.

El modelo fue redituable para la creación de una clase media precaria. El éxito de este esquema yace en que se retiró a millones de personas del umbral de pobreza extrema, cuyo ingreso diario era menor a los 1.9 dólares (medidos en paridad de poder de compra).

Sin embargo, el gobierno chino reconoció que el modelo estaba agotado. La economía de China se encuentra en un proceso de transición desde un esquema de inversión y exportaciones hacia un esquema focalizado en el mercado interno.

Una parte fundamental de este plan reside en una agresiva política industrial que direcciona recursos públicos al desarrollo de tecnología de última generación. El proyecto China Manufacturing 2025 pretende crear firmas multinacionales chinas que jueguen un rol preponderante en la cadena de suministro global de sectores incipientes como la inteligencia artificial o los automóviles eléctricos.

En última instancia, el objetivo de China Manufacturing 2025 es convertir a la segunda mayor economía global en un país que transite exitosamente del ingreso medio al ingreso alto.

México rezagado

La necesidad de intensificar los esfuerzos de la política nacional de innovación adquieren mayor relevancia en un escenario en el que crecen las preocupaciones respecto a los riesgos que implicará la eventual automatización de la economía para el empleo.

El desarrollo de capital humano y el gasto en investigación fungen como una cobertura frente a los riesgos de la robotización y la fuga de talento.

“Aunque todavía no contamos con innovación nativa u original en algunos campos, estamos tratando de invertir en esa área”, dijo la semana pasada Ildefonso Guajardo, secretario de Economía de México.

La administración de Enrique Peña Nieto pretende llevar el gasto en investigación y desarrollo del país a una magnitud equivalente al 1 por ciento del producto interno bruto (PIB).

Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el gobierno, las empresas, las universidades y otras organizaciones en México gastan conjuntamente alrededor del 0.55 por ciento del PIB en investigación y desarrollo. En Estados Unidos, esta cifra es de 2.79 por ciento del PIB.

México ni siquiera se encuentra dentro del Índice de Innovación Bloomberg 2017 que compara a los 50 países con la mejor posición en desarrollo de nuevas tecnologías. El índice utiliza el registro de patentes y el gasto en investigación y desarrollo como variables clave.

Esto ubica a México rezagado respecto a países como Polonia, Turquía, Argentina e incluso Marruecos.

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