El fin de una era

La economía global se encuentra frente a un punto de inflexión. En el periodo posterior a la crisis global de 2008, el inusual activismo de los principales bancos centrales del mundo se convirtió en la primer y única línea de defensa de la recuperación económica.

 

20,000
millones de euros fue el recorte implementado por el Banco Central Europeo a su programa mensual de compra de bonos, una política de estímulo monetario
El viernes, Fitch cambió la perspectiva de calificación de la deuda soberana de México (BBB+) de estable a negativa. Ello significa que el país tiene una probabilidad de un tercio de perder su grado de inversión

La economía global se encuentra frente a un punto de inflexión. En el periodo posterior a la crisis global de 2008, el inusual activismo de los principales bancos centrales del mundo se convirtió en la primer y única línea de defensa de la recuperación económica.

 

Ante la ausencia de un consenso político para impulsar reformas pro crecimiento en las economías avanzadas, y ante la postura generalizada de austeridad fiscal en el mundo emergente y avanzado, las autoridades monetarias se vieron obligadas a asumir un rol protagónico en la conducción de la economía.

 

La Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra llevaron su tasa de interés de referencia a niveles mínimos históricos cercanos a cero. 

 

Además, durante un periodo considerable, se mantuvieron políticas de estímulo poco ortodoxas como la compra de activos financieros.

 

Esto dio como resultado una nueva normalidad de bajo crecimiento en la que la economía y los mercados financieros se mantuvieron a flote, pero prevaleció una percepción de que estas medidas de política monetaria eran insuficientes por sí solas.

 

El status quo de crecimiento mediocre y de apoyo artificial a los mercados financieros tuvo consecuencias inusitadas. De acuerdo a la firma Tradeweb, el valor de los bonos de deuda con tasas de interés negativas superaron los 13 billones de dólares en agosto de este año. Mohamed El-Erian, asesor económico en jefe de Allianz, calcula que el 30 por ciento de todos los bonos de deuda soberana del mundo presentan tasas de interés negativas.

 

La magnitud de este fenómeno responde a dos factores: las bajas expectativas de crecimiento e 

inflación, así como el riesgo implícito de que el prolongamiento de esta coyuntura implica un incremento en las probabilidades de inestabilidad financiera.

 

Sin embargo, este episodio de la economía global se encuentra en la recta final. La victoria electoral de Donald Trump llegó en un momento en el que los bancos centrales están cambiando su discurso de laxitud monetaria, para privilegiar una postura de aumento gradual en las tasas de interés.

 

Factores de cambio

 

Las promesas del presidente electo de Estados Unidos de recortar impuestos, desmantelar regulaciones e implementar un programa de gasto en infraestructura de hasta un billón de dólares emergen como el principal catalizador que logró cambiar las expectativas de crecimiento e inflación, patente en los diferenciales de las tasas de interés de los bonos del Tesoro.

 

Este cambio en las expectativas coincide con señales en la comunicación de los bancos centrales, de que la política de tasas de interés en mínimos históricos será abandonada poco a poco.

 

El mercado ya ha tomado nota de ello. Michael Hartnett, el estratega de inversión en jefe de Bank of America Merrill Lynch, argumenta que el 11 de julio fue el día más significativo para los mercados en 2016. Ese día, explica, se acabó el mercado alcista de renta fija más importante de toda la historia. 

 

La tasa de interés del bono del Tesoro a 30 años alcanzó un mínimo histórico de 2.088 por ciento.

 

A partir de ese momento, las tasas tomaron un curso ascendente y la dinámica y correlaciones tradicionales del mercado comenzaron a cambiar.

 

Esta semana, la Reserva Federal podría confirmar la tesis de Hartnett en su última reunión de política monetaria del año. El mercado de futuros de la tasa de fondos federales le asigna una probabilidad implícita del 97.2 por ciento a que el banco central eleve su tasa de interés de referencia.

 

Esto implicaría el inicio de un ciclo alcista en los tipos de interés que pondría fin a casi una década de relajamiento monetario.

 

Asimismo, la semana pasada, el Banco Central Europeo redujo la magnitud de su estímulo monetario al recortar en 20 mil millones de euros su programa mensual de compra de bonos.

 

Ambos eventos apuntan hacia un escenario de mayores tasas de interés en el futuro y atienden la crítica recurrente de analistas y organismos multilaterales de que los bancos centrales representan el único frente de la recuperación económica global.

 

Vulnerabilidad emergente

 

Voces influyentes como la de El-Erian; la de Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional; o la de Bill Gross, el legendario inversionista y fundador de PIMCO, han argumentado, a favor de la necesidad de poner fin a la preponderancia de los bancos centrales como única respuesta a la crisis global de 2008.

 

El activismo fiscal propuesto por el quipo de transición de Trump, y el viraje de política monetario de los bancos centrales opera en este sentido.

 

No obstante, esto no necesariamente son buenas noticias para las economías emergentes. Al menos, en el corto plazo.

 

Un escenario de mayores tasas de interés tendrá como consecuencia una salida de flujos de capital desde países como México. Por ello, se espera que los bancos centrales de estos países, altamente reactivos a estos cambios, responderán mediante alzas en sus tasas de interés de referencia, una medida en detrimento del crecimiento económico.

 

Para el caso mexicano, la transición hacia una nueva coyuntura ocurre en un momento crítico para el cuadro macroeconómico del país: el crecimiento se mantiene bajo, los indicadores de las finanzas públicas continúan en deterioro, y la inflación comienza a dar señas de que pudiera elevarse, significativamente.

 

El viernes, Fitch cambió la perspectiva de calificación de la deuda soberana de México (BBB+) ,de estable a negativa. Ello significa que el país tiene una probabilidad de un tercio de perder su grado de inversión.

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