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Disfruta de El Niño y la Garza en el cine. Checa nuestra reseña

El más reciente proyecto del director podría ser el más complejo y propositivo de su carrera, y también podría ser el último

No es sencillo saber decir adiós, y Hayao Miyazaki lo sabe. El laureado director japonés comenzó su carrera hace más de 60 años en TOEI Animation y al día de hoy, con más de 25 películas en su haber, la más reciente producción de los Estudios Ghibli llega a las salas de cine de todo el mundo no como una despedida, sino como una lección de vida. El director se sabe viejo, se sabe cansado y muestra su preocupación por dejar un legado que pueda continuar sin él. El Niño y la Garza es una fuerte alegoría de ello, que deja en su trama una aventura que quiere ofrecernos mucho más de lo que aparenta.

CAMINO A LA FANTASÍA

En algún momento antes de que finalice la Segunda Guerra Mundial, en una provincia de Japón despierta Mahito, un niño que sólo alcanza a escuchar que el hospital donde se encuentra su madre esta en llamas y el sale en busca de ella para salvarla. Dos año más tarde, el joven y su padre dejan su pueblo para vivir en un nuevo hogar donde Mahito conoce a Natsuko, la nueva esposa de su padre que es sorprendentemente idéntica a su madre.

Bienvenido por lo trabajadores de su padre y las doncellas de su nueva madre en este nuevo hogar, nuestro protagonista se da cuenta que desde su llegada ha estado siendo observado por una garza, por lo que decir salir en su búsqueda sólo para descubrir que ella habla y quiere que lo siga. ¿Qué es lo hará Mahito al respecto? Antes de poder dar con una respuesta, su madrastra desaparece y él tiene la sospecha de saber que fue lo que ocurrió.

De esta forma da inicio una nueva aventura en la filmografía de los estudios Ghibli, la cual nos presenta otro mundo fantástico donde no hay necesidad de explicar lo que ocurre, como en otras producciones del estudio y del director, la fantasía simplemente ocurre y es cuando su camino se cruza con el nuestro cuando el sentido simple y sencillamente deja de tener importancia.

LECCIÓN ATEMPORAL

El Niño y la Garza es, ante todo, una lección. Más allá de la historia y los personajes que ésta nos pueda presentar, la película se centra en Mahito y la culpa que que siente por no haber podido rescatar a su madre de su destino. La cinta entera en una alegoría de la culpa, el luto y la aceptación que vienen para poder perdonarse y aceptar que, como la fantasía en esta película, la vida sigue. No vamos a engar que la cinta es muy compleja, sobretodo si la comparamos con otras obras más populares del director como El Viaje de Chihiro y El Castillo Vagabundo, pero ésto no impide que su trama misteriosa y extraña obtenga el interés del espectador por saber que pasará después no sólo con el niño, sino también con los demás personajes que encuentra en su camino.

Quizá el único “problema” que tenga este filme es su animación. El estilo y diseño de personajes característicos de los estudios Ghibli esta presente desde el principio y eso es muy reconfortante pero, el camino que toma el dibujo para ser animado y después llegar a la pantalla no sólo es conocido sino que también se siente algo anticuado, logrando en el filme algunas secuencias que se ven simple y sencillamente pobres en comparación con otros momentos que bien podrían ser una postal del precioso arte que ha caracterizado a Miyazaki desde Lupin III.

No se puede quitar esa sensación de que esta producción quería ser una despedida, pero terminó siento un viaje de aceptación y resignación a lo que vida traer y que al final se llevará. Un testamento al gran arte en el que se ha convertido el trabajo de Hayao Miyazaki y el valor que éste espera que todo le puedan dar. Su significado y grandes secuencias animada son la excusa perfecta para ver este filme en una pantalla grande, pero no esperen una alegre animación, sino una historia de reflexión que conmoverá a más de uno. Véanla.

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