El triunfo de los civiles

“Si Adolf Hitler no era la causa del mal sino su síntoma, entonces la victoria debía traducirse en un mundo mejor y más justo”, narra Joshua Levine dentro de “Dunkerque”, la obra en la que Christopher Nolan basó su más reciente trabajo cinematográfico.

El libro de Levine cuenta a manera de documental histórico la situación que vivieron los soldados en aquel puerto francés en el que fueron acorralados y atacados por los alemanes nazis.

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Testimonios de la Segunda Guerra Mundial recopiló Joshua Levine para su libro
En la década de los 30, la economía afectó la sociedad y eso se reflejó en el desaliento de la población
“Los avatares políticos estaban alentando el sentimiento original de alivio porque la derrota no fuera inevitable y de orgullo, por un esfuerzo épico y desesperado…”
Joshua LevineHistoriador y escritor
El libro de Levine cuenta a manera de documental histórico la situación que vivieron los soldados en Dunkerque

“Si Adolf Hitler no era la causa del mal sino su síntoma, entonces la victoria debía traducirse en un mundo mejor y más justo”, narra Joshua Levine dentro de “Dunkerque”, la obra en la que Christopher Nolan basó su más reciente trabajo cinematográfico.

El libro de Levine cuenta a manera de documental histórico la situación que vivieron los soldados en aquel puerto francés en el que fueron acorralados y atacados por los alemanes nazis.

Por otra parte, explica desde los ojos de los civiles cómo se vivió la guerra y retrata el regreso de soldados, marineros, pilotos, enfermeras y elementos humanos que apoyaron al retorno victorioso de 300 mil hombres prisioneros.

Se trataba de resistir o ceder ante la crisis. Ellos decidieron postergar el sufrimiento y apostar por la dignidad de su pueblo.

Para captar las voces de las personas que vivieron la batalla de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, Levine se dio a la tarea de recolectar 100 testimonios de elementos del ejército y de civiles que sobrevivieron a aquella despiadada guerra.

En su obra, Levine describe la sensación de los ciudadanos en aquel suceso ocurrido hace 67 años y cuyos momentos cambiaron el rumbo del mundo con el estandarte de la libertad.

Una de las historias que recopiló el autor es la de Nella Last, quien escribió en su diario –en 1940– su sentir con las siguientes palabras:

“Esta mañana, mientras desayunaba tranquilamente, estuve leyendo y releyendo las noticias sobre la evacuación de Dunkerque. Tuve la sensación de que un arpa vibraba y resonaba en lo más profundo de mi ser… Las noticias me han hecho pensar que formo parte de algo imperecedero”.

Las batallas parecen ser ganadas sólo si derrotas a tu enemigo luchando cuerpo a cuerpo, pero a pesar de la decepción de los soldados por haber regresado como los sobrevivientes de un “aparente” ejército derrotado, Inglaterra los recibió como los héroes que eran, con festines de comida, tabaco y cerveza.

“Nos metieron en un tren y allá donde paramos, la gente nos recibía con café y tabaco. Dedujimos de aquella tremenda alegría que éramos héroes y que habíamos conseguido una especie de victoria, aunque saltaba a la vista que nos habían derrotado sin paliativos”, expresó el teniente del Regimiento de Infantería Ligera de Durham en 1940, en Dunkerque.

La situación de Dunkerque se originó a raíz de una mala campaña militar y marcó la historia por el rescate de 300 mil soldados replegados en la playa y por la participación de civiles en aquella gran ofensiva alemana.

En el descriptivo libro de Joshua Levine, en el que se pueden escuchar de cerca el sonido de las bombas y se siente el olor de la pólvora en la nariz, se logra vislumbrar el orgullo de haber convertido una aparente derrota en un milagro.

Se reconoce también el liderazgo del primer ministro de Reino Unido, Winston Churchill, durante la Segunda Guerra Mundial, quien admitió que “las guerras no se basan en evacuaciones”. Sin embargo, de no haber sido rescatados, los debilitados soldados en Dunkerque hubieran sido aniquilados por el ejército nazi.

El abandono de las fuerzas aéreas, marítimas y los soldados que se encontraban en tierra, representaron para Levine el parteaguas por el que decidiría retratar a la derrota en gloria por la impresionante manifestación del espíritu de Dunkerque.

“Los avatares políticos estaban alentando el sentimiento original de alivio porque la derrota no fuera inevitable y de orgullo, por un esfuerzo épico y desesperado…”, describe Joshua Levine en su obra literaria.

Por otra parte, el autor de “Dunkerque” hace referencia a la obra de teatro “Thunder Rock” de Robert Ardrey, en la cual se hizo presente el sentir mayoritario de la población inglesa, dos semanas después del regreso de los más de 300 mil hombres.

En la obra se planteaba:

“Tenemos motivos para creer que las guerras cesarán algún día, pero sólo si  nosotros las detenemos. Si no se entra, no se sale. Debemos crear un nuevo orden a partir del caos. Un nuevo orden que erradique la opresión, el desempleo, el hambre y las guerras del mismo modo que el antiguo orden erradicó la peste y las plagas… No se trata de luchar por luchar, sino de crear un mundo nuevo a partir del viejo”.

Desnutrición, un factor de desesperanza

Durante los años 30, la economía comenzaba a sacudir los cimientos de la sociedad.

“Más que pasar hambre, los desempleados británicos y sus familias estaban mal alimentados”, describe Joshua Levine en su libro “Dunkerque”.

Ante la convulsión de la economía que se vio agravada con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, se empezaron a transformar las actitudes y expectativas  de los jóvenes.

Uno de los reflejos en los que se mostraba la debilidad económica era en la fragilidad física y el desaliento de sus hombres pues, en 1935, el 45 por ciento de lo reclutas del ejército británico fue considerado no apto para el servicio militar.

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