El sindicato de Pemex tomó el cariz de los excesos, los lujos de origen inexplicable y la discreción en el manejo de los recursos. Foto: Especial

STPRM, el sindicato inalterable

El gremio petrolero de México vivió una historia hilada con presuntos actos de corrupción y resistencia a la rendición de cuentas después de la detención en 1989 de su líder Joaquín Hernández Galicia

Señalado de profunda corrupción y opacidad, la detención de Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, en enero de 1989, desafió al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) a modificar su estructura y rendir cuentas sobre la administración de sus recursos.

Pero, 35 años después, el STPRM no logró cambiar su destino y por el contrario, acumuló episodios de corrupción y falta de transparencia. El escándalo del Pemexgate, el préstamo de 500 millones de pesos de Pemex en 2011 y una cláusula secreta en el contrato colectivo de trabajo para recibir flujos de dinero a discreción integran el hilo conductor de la historia tras “el quinazo”.

En estas más de tres décadas, la figura del dirigente de los petroleros no ha cambiado. “… Hay un perfil en lo esencial continuado”, exclama Alfonso Bouzas Ortiz, investigador de sindicatos en la Universidad Nacional Autónoma de México. Y abunda que mientras la conducción del sindicato fue inalterable, para los trabajadores el escenario sí es otro.

“El que se haya fraccionado el proceso productivo petrolero, el que se hayan creado empresas que realizan fases del proceso productivo y que algunas de estas incluso hayan sido puestas en manos privadas trajo como consecuencia una recomposición de la planta de trabajadores”, expresa.

Bouzas Ortiz añade que incluso en el interior del sindicato ocurrió un fenómeno en el que las direcciones locales regionales adquirieron fuerza sin que la dirección sindical se desmoronara, lo que originó una organización con poderíos regionales, una especie de reinado con feudos.

La estafeta

En la persona de “La Quina”, quien fue dirigente de 1961 a 1964, pero en los años posteriores se convirtió en líder moral, el sindicato de Pemex tomó el cariz de los excesos, los lujos de origen inexplicable y la discreción en el manejo de los recursos. Pero los delitos que enfrentó quedaron muy lejos del desvío de dinero o las anomalías administrativas. Hernández Galicia fue condenado a 30 años de prisión por homicidio y acopio ilegal de armas de fuego.

Era el primer año del gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y el golpe al sindicalismo le redundó en legitimidad. Pero, escandaloso en sus primeros años, el “quinazo” se diluyó con el tiempo. La sentencia no se cumplió. En 1997 el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000) concedió la amnistía y Joaquín Hernández Galicia quedó libre. Falleció en noviembre de 2013.

Mientras “La Quina” enfrentaba la defenestración, el sindicato cambiaba de timonel. En febrero de 1989, Sebastián Guzmán Cabrera, apodado como el “gallo giro”, fue elegido en la secretaría general. Formado en las propias huestes de Hernández Galicia, la hechura de fortunas personales continuó mientras el contratismo privado avanzó en Pemex con el despido de unos 100 mil trabajadores. En 1993 informó que estaba enfermo y se retiraría. Siete años después falleció.

La salida de Guzmán Cabrera dio paso a una de las dirigencias más emblemáticas del sindicato. El 25 de junio de 1993 Carlos Antonio Romero Deschamps llegó con la promesa de romper con la tendencia de la falta de transparencia. Y ante el micrófono, al asumir, exclamó: “El sindicato ya no será un Estado dentro de un Estado ni se crearán divisiones artificiales para mantener el poder… No iré tras el personalismo que busca consolidar un prestigio que solo la posteridad puede dar”.

En octubre del año pasado Romero Deschamps falleció. La dirigencia la dejó en 2019, en el primer año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024). Su biografía quedó integrada por acusaciones de corrupción y un patrimonio de autos de lujo, una colección de relojes Rolex, propiedades inmobiliarias y yates. El 31 de enero de 2021 fue elegido en la secretaría general, Ricardo Aldana Prieto, uno de sus alfiles.

Del pasaje de Romero Deschamps, el sindicato aún debe rendir cuentas. De acuerdo con sus propios documentos, en su portal de transparencia, parte del dinero que ahora gasta lo recibió de las negociaciones que el exdirigente hizo a discreción con Pemex. Solo el año pasado el STPRM gastó 179 millones 815 mil 672 millones de pesos. La mayor parte de esta erogación se fue en obras de infraestructura y su aniversario.

El Pemexgate y el préstamo

En el andar de los trabajadores petroleros mexicanos pesan dos episodios cuyas tramas han tenido como tema central el dinero público.

En 2001, una investigación periodística reveló que en las elecciones presidenciales del año anterior el entonces director de Pemex negoció con el dirigente petrolero Carlos Romero Deschamps la entrega de mil 100 millones de pesos al Partido Revolucionario Institucional.

El episodio desembocó con una multa para el partido de mil millones de pesos –la más alta impuesta por autoridades electorales hasta ahora–, pero ninguna de las personas involucradas fue requerida ante los juzgados. El pasaje fue bautizado como Pemexgate.

Más de una década después, el diario Reforma hizo otra revelación: el STPRM recibió en el último año de gobierno de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) un préstamo de 500 millones de pesos para ser pagado en 10 años y sin intereses con la justificación de construir viviendas de las que hasta ahora no ha reportado avances.

Los dos episodios, según Enrique Toussaint Orandain, politólogo por la Universidad de Guadalajara y estudioso de Pemex, fueron posibles en un marco en el que la corrupción “se enquistó” de manera sistemática y sin ningún freno en el sindicato, aun cuando los años pasaron y la legislación obligó a la rendición de cuentas.

“La Quina” y su estilo prevalecieron 35 años después.