Diseñada para almacenar hasta 307 millones de metros cúbicos de agua, la Presa Libertad se encuentra a solo el 1 por ciento de su capacidad. Foto: Especial

Seca e inconclusa

La presa Libertad, que llevaría hasta mil 600 litros por segundo a la ZMM, sigue mostrando movimiento en sus alrededores para ser concluida, a la vez que no ha logrado recolectar la cantidad de agua prometida por las autoridades estatales

El rasgo más impresionante para quien visita la Presa Libertad, el megaproyecto hídrico de la administración de Samuel García, y con el que se pretende solucionar de una vez por todas la crisis de agua que azota a la región, es constatar que su interior se encuentra prácticamente vacío.

Ubicada en los límites de Linares y Montemorelos, a unos 150 kilómetros de Monterrey, el nuevo embalse de la entidad representa una de las grandes apuestas del Gobierno del estado para aliviar el grave déficit de agua que, desde hace dos años, ha puesto en ‘jaque’ a los neoleoneses, quienes aún sufren cortes y reducciones en el suministro de agua a pesar de que la temporada de calor concluyó hace meses.

En un recorrido realizado por Reporte Índigo Monterrey, se pudo constatar que la presa está todavía muy lejos de cumplir con la promesa de llevar hasta mil 600 litros por segundo a la Zona Metropolitana.

En los alrededores del proyecto, llevado a cabo tanto por la Conagua como por Agua y Drenaje de Monterrey, aún puede observarse a trabajadores llevando a cabo diversas labores, además de material de construcción y numerosos vehículos de trabajo estacionados sobre los terrenos del embalse.

Lejos del objetivo

Diseñada para almacenar hasta 307 millones de metros cúbicos de agua, lo que sería suficiente para abastecer a 24 de los 51 municipios de Nuevo León, la Presa Libertad “presume”, al día de hoy, un llenado de apenas el 1 por ciento de su capacidad.

“Para que dimensionemos, esta presa es ocho veces más grande que la de La Boca, y poco a poco, de aquí a diciembre, con las lluvias, esperamos que se vaya llenando”, declaró el gobernador Samuel García el pasado 26 de julio, durante la ceremonia de inauguración de cierre hidráulico de la presa, mismo que le permitiría al embalse empezar a captar agua de las precipitaciones.

Aunque el ánimo del mandatario era optimista, la temporada de lluvias no fue amable con Nuevo León.

De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua, el nivel de almacenaje en los embalses estatales sigue siendo preocupante: la que goza de “mejor salud” es El Cuchillo, con 43.9 por ciento; mientras que La Boca, con el 15.2 por ciento de almacenamiento; y Cerro Prieto con 10.6 por ciento, siguen con volúmenes preocupantes de cara al próximo verano.

Los niveles de la Presa Libertad, la que sería la más grande de Latinoamérica, y cuya inversión supera los 7 mil millones de pesos, ni siquiera fueron tomados en cuenta por la Conagua para actualizar las estadísticas del pasado mes de diciembre.

El recorrido condujo a otras tres paradas: el Río San Fernando, vecino de la Presa Libertad, el Río Ramos, ubicado en el municipio de Allende, y, por último, la presa La Boca, el embalse más conocido de Nuevo León por su vocación turística y de esparcimiento.

Tristemente, el común denominador de todos ellos es la falta de agua.

En los ríos visitados se pudo constatar que los niveles de sus respectivos cauces son apenas lo suficientemente grandes para ser percibidos; en San Fernando, por ejemplo, la corriente apenas alcanza a desplazarse sobre las piedras del lugar, mismas que le confieren al sitio un lúgubre tinte de abandono.

“Me preocupa porque aquí vive gente y hay animales que necesitan del agua; la gente también sufriría daños porque les va a hacer falta, está todo muy seco”, afirmó una niña de 13 años, vecina del lugar, quien se encontraba acompañada por su padre y su hermana.

En la Presa de ‘La Boca’, José Rodríguez, un pescador aficionado que frecuenta el sitio desde hace más de cuatro años, afirmó que los niveles del embalse parecen disminuir con cada nueva visita.

“Se va bajando casi por semana, antes el nivel estaba más arriba, pero ahora, desde hace algún tiempo, veo que está bajando; hace tres años el agua llegaba hasta el malecón”, recordó Rodríguez, quien encontró en la falta de agua un aliado inesperado para la pesca.

“Ahorita no se batalla nada para pescar; como se está reduciendo el agua, los animalitos no tienen para dónde hacerse”, reconoció.

Con ríos a la baja, escasos niveles de captación en presas y pronósticos de lluvia poco favorables, la crisis hídrica del “nuevo Nuevo León” amenaza con extenderse durante por lo menos un verano más.

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