En este momento del año, la segunda mitad de agosto, los niveles de agua en las presas de la entidad demuestran que volverá a presentarse la crisis del año pasado. Foto: Especial

Se ‘seca’ optimismo

Pese al entusiasmo mostrado por las autoridades neoleonesas por las lluvias que llegarían en julio y abastecerían de líquido a las presas de la entidad, las precipitaciones no han sido suficientes

El pasado 23 de junio, el gobernador de Nuevo León, Samuel García, aseguró que julio traería consigo una buena cantidad de lluvia, por lo que el abasto de agua para el consumo humano e industrial estaría garantizado para la Zona Metropolitana de Monterrey (ZMM) durante la segunda mitad del año.

“Afortunadamente, julio es un buen mes de lluvias; aparte de agua, traerá mejores temperaturas (…) Según la estadística meteorológica, julio es un buen mes y estamos esperando lluvia por encima de lo normal”, explicó animadamente el mandatario estatal a través de su cuenta de Instagram.

El pronóstico de García buscaba dar ánimos sobre  la situación actual de la entidad con la vivida durante el verano de 2022, cuando la falta de agua puso en jaque a buena parte de la población en la ZMM, quienes se vieron forzados a sustituir con pipas, tinacos y cubetas la falta de agua.

Sin embargo, a menos de dos meses de que se pintara este panorama optimista por parte del mandatario estatal, las lluvias parecen haberse ‘olvidado’ de Nuevo León, retrasando su llegada y preocupando a las autoridades, especialmente a Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey.

Juan Ignacio Barragán, titular de esta empresa, no tuvo más remedio que reconocerlo a inicios de agosto, cuando informó que el porcentaje de almacenamiento de la presa Cerro Prieto era de apenas un 12.2 por ciento.

“Esta cifra sí nos empieza a preocupar, debido a que hemos tenido un fuerte atraso en la temporada de lluvias que estaban previstas para el mes de julio, pero quedaron muy por debajo”, afirmó el funcionario en conferencia de prensa.

Crónica de una dificultad anunciada

La preocupación de las autoridades está plenamente justificada, debido a que en este momento del año, la segunda mitad de agosto, los niveles de agua en las presas de la entidad demuestran que volverá a presentarse la crisis del año pasado.

La presa La Boca, que puede almacenar hasta 35 millones de metros cúbicos de agua, actualmente reporta un volumen menor al 24 por ciento de su capacidad, con 8 millones 300 metros cúbicos.

Por su parte, la mencionada presa Cerro Prieto registra apenas un 11 por ciento de llenado, con 33 millones de metros cúbicos acumulados en una presa diseñada para albergar 300.

Lo más parecido a un caso exitoso es el de la presa El Cuchillo, la más grande de la entidad, que reporta un almacenamiento de 507 millones de metros cúbicos, aunque esto no representa ni siquiera la mitad de su capacidad total.

Estas cifras se registran a pesar de la modulación de presiones y la reparación de tuberías dañadas a cargo del Gobierno estatal, mismas que mantuvieron a distintos municipios con fallas en el suministro de agua.

Sequía, canícula y cortes de agua

Por si fuera poco, al preocupante panorama hídrico se deben sumar las altas temperaturas registradas en Nuevo León aún durante el tercer trimestre del año; con la entrada oficial de la canícula, los termómetros no suelen bajar de los 40 grados centígrados, provocando un consumo de agua atípico y, en consecuencia, una baja sustancial en las reservas.

Aunque las autoridades aseguran que no hay cortes de agua, la baja presión sigue siendo una constante en muchas colonias de los municipios de la Zona Metropolitana, tales como San Nicolás y Santa Catarina, donde incluso hay usuarios que denuncian una suspensión total del servicio durante días.

Todos estos factores  tendrían el potencial de desembocar en uno de los escenarios más ‘temidos’ por la sociedad regiomontana: una nueva crisis hídrica en Nuevo León, con cortes forzosos, desabasto de agua embotellada, kilométricas filas para utilizar pipas y un clima de caos generalizado, agravado por el extenuante calor y las posibles fallas en el servicio eléctrico, incapaz de sostener el uso generalizado de aires acondicionados para mitigar la temperatura.

Hace poco más de un mes, el gobernador Samuel García recibió un peculiar regalo de parte de Francisco Cervantes, del Consejo Coordinador Empresarial; una estatua de Tláloc, deidad mesoamericana del agua y principal ‘encargado’ de verter las lluvias sobre el pueblo.

La efigie fue colocada a la entrada del Palacio de Gobierno por orden expresa del gobernador, quien no perdió la oportunidad de subir la imagen a su cuenta de Instagram.

“Ya lo instalamos, a ver si es cierto… ¡Qué se deje venir la lluvia!”, fue el mensaje de García.

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