Pueblos mágicos: más intervención estilo Disney que tradición, considera investigador de la UNAM

El experto, del Instituto de Geografía, considera que los pueblos han sido intervenidos sólo para atraer turismo, dejando de lado las tradiciones
Indigo Staff Indigo Staff Publicado el
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Disneyficación es un término académico que últimamente se ha utilizado para describir la transformación de un espacio, en toda su extensión, para asemejarse a los mundialmente conocidos parques temáticos de Walt Disney.

A decir del investigador de la UNAM, Álvaro López López, el término encaja perfectamente en los pueblo mágicos de México que, más que preservar sus tradiciones, resultan intervenidos con un sólo objetivo: atraer turistas.

Para el investigador del Instituto de Geografía, los pueblos que han obtenido esta denominación son una representación de lo que en nuestro imaginario consideramos que puede ser el turismo de “pueblo”.

“Desde el punto de vista académico se le llama espacio disneyzado, por haber sido modificado para representar la imagen del pueblo típico mexicano, pero desde la perspectiva de los planeadores y gestores del turismo”, considera.

“A veces esta visión es generada a partir de referentes que se encuentran en fotografías, en el cine, o se conocen a través de relatos o escritos”, precisa en una entrevista publicada en la DGCS de la máxima casa de estudios.

Para el especialista en geografía del turismo, la designación de Pueblo Mágico incide determinantemente en la transformación del espacio local, sin que sus habitantes decidan ni se beneficien.

Santiago, NL.

“Por lo general se remozan los centros históricos para ofrecer una imagen agradable a los visitantes, pero estos arreglos hacen que el espacio sea elitista, pues al ser intervenido crece el interés por comprar o rentar, lo que eleva el costo; entonces la población local suele vender para irse a lugares retirados, sin ser favorecidos con la derrama turística”, expone.

Entre las desventajas, se encuentra que con la entrada de capital privado, muchas veces extranjero, “se empieza a crear una imagen y un pueblo diferente, al cual llegan a vivir personas retiradas, principalmente de Estados Unidos y Canadá, o mexicanos de clases media y alta”.

Además, en el caso de los pobladores que decidieron vender, estos terminan trabajando en hoteles, posadas y restaurantes en el mismo espacio que alguna vez fue su vivienda.

“Estas políticas benefician sólo a algunas localidades (las incluidas en la lista de pueblos mágicos), cuando deberían ir dirigidas a mejorar las condiciones de vida de la población en general y los entornos, para tener espacios en los que en realidad se muestren las costumbres y tradiciones”, asevera.

“No es suficiente con pintar algunas calles, meter drenaje en el centro histórico y arreglar el quiosco para tener un pueblo mágico. Es necesario ejercer presupuesto en el ámbito turístico y ser la población local quien decida cómo presentar su realidad y la forma de insertarse en esta dinámica”, concluye.

Chiapa de Corzo, Chiapas.

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