La conmemoración de este personaje se ha convertido en un pretexto para el espectáculo y para atraer turismo, lo cual deja de lado la oportunidad de reivindicar a las víctimas o darles un lugar en la historia. Foto: Especial

Pancho Villa ¿héroe o villano?

En el centenario de su muerte, se nombró al caudillo como el personaje histórico del año, lo que abrió el debate respecto a si el ‘Centauro del Norte’ merece ser considerado como un revolucionario del pueblo o como una figura sanguinaria

El 20 de julio, en el aniversario luctuoso del fallecimiento de Francisco Villa, sus esculturas en Parral, Chihuahua, ya no solo reciben coronas de flores.

Sobre su pecho de bronce, también han aparecido pañuelos morados y carteles con consignas feministas que lo acusan de violador y asesino de mujeres.

Estas demostraciones se suman a los memoriales construidos en el siglo pasado en pueblos como San Pedro de la Cueva, Sonora, para recordar a los pobladores fusilados por el Centauro del Norte en 1915.

¿Merece Villa ser considerado un ‘revolucionario del pueblo’ o fue más bien un hombre sanguinario que asoló pueblos y asesinó a inocentes en el norte del país?

Este debate, instalado desde hace mucho en la academia, ha bajado a la arena pública desde que el Congreso de la Unión eligió, casi por unanimidad, declarar 2023 como “Año de Francisco Villa, el revolucionario del pueblo”, para conmemorar los 100 años de su muerte.

Su imagen está estampada en los logos oficiales y, aunque rara vez se le ha escuchado referirse al personaje, hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador encabezará una ceremonia conmemorativa en Durango.

Las instituciones culturales, turísticas, incluso de entretenimiento, se han preparado para recordar con bombo y platillo el asesinato de uno de los caudillos más populares de la Revolución Mexicana.

Mientras en el centro del país se recuerda a Villa con exposiciones y publicaciones que enaltecen sus hazañas revolucionarias y su entrada triunfal a la capital, en Chihuahua y Durango, los gobiernos estatales impulsan cabalgatas, ferias de pueblo, conciertos y estrategias turísticas para atraer derrama económica.

Sin embargo, la sombra de sus atropellos todavía permanece en la memoria de familiares de víctimas asesinadas o violentadas por él o sus tropas.

“En Parral hay colectivos feministas que lo ven como una burla a las mujeres porque Villa fue un abusador y un torturador que ejecutó a decenas de mujeres.

“Lo digo porque los hechos ahí están, hay descendientes de víctimas que han levantado la voz y se han manifestado en contra de que el Gobierno federal nombre el 2023 el Año de Villa porque no los representa en absoluto.

“Consideran que no es un ejemplo a seguir, sobre todo en esta dinámica de violencia que estamos viviendo. Tal vez este sería otro México si no tuviéramos como héroes a personajes tan violentos”, comenta a Reporte Índigo el historiador Reidezel Mendoza Soriano, una de las voces críticas de la conmemoración.

Originario de Ciudad Juárez, Chihuahua, el también cronista ha documentado en sus librosCrimenes de Francisco Villa: testimonios” ( 2017) y “La emboscada, asesinato de Pancho Villa” (2022), los agravios que sufrieron pobladores de Durango, Chihuahua y Sonora a manos del caudillo, así como sus consecuencias.

En su opinión, la conmemoración se ha convertido en un pretexto para el espectáculo y para atraer turismo, lo cual deja de lado la oportunidad de reivindicar a las víctimas o darles un lugar en la historia.

Lamenta que en las mesas de reflexión, en lugar de dar espacio a las voces disidentes, los micrófonos estén tomados únicamente por descendientes del caudillo o historiadores que glorifican sus hazañas, muchas veces sin aceptar la parte oscura del personaje o minimizándola.

Historia de bronce

Felipe Avila, director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), admite que, tal como sucedió en 2022 con el Año de Ricardo Flores Magón, el decreto para conmemorar a Villa ha despertado cuestionamientos entre algunos intelectuales y sectores del norte del país.

Sin embargo, asegura que desde las instituciones no hay ningún interés en monopolizar la historia, sino darle cabida a todas las visiones sobre ese personaje “extremadamente complejo y contradictorio”.

“Han habido protestas de grupos feministas que, con todo su derecho, consideran que no se debería reivindicar a alguien que personifica el machismo y la violencia contra las mujeres y tienen razón, son muy respetables sus puntos de vista y no se puede decir que no es cierto porque sería tergiversar la verdad.

“Villa era mujeriego, hacía alarde de su papel como macho, se casó como 20 veces, tuvo un montón de hijos. Desde luego que no se está justificando ni haciendo apología de eso. Por lo tanto hay que entender y escuchar a esas voces descontentas y valorarlas”, dice.

Considera que las ejecuciones que ordenó contra civiles son injustificables desde cualquier punto de vista y momento, no obstante, hay que entender las circunstancias y el contexto.

“Fue un personaje central en una revolución y eso significa batallas, muertes, violencia, saqueos. Las revoluciones son momentos muy atípicos, hay bandos que se enfrentan a muerte y se tienen que tomar decisiones que en otro momento no se justificarían. Tenemos que reconocer eso y entender que forman parte de un proceso de guerra civil”.

El historiador ve en esta conmemoración la oportunidad de conocer a Villa más a profundidad como un personaje que tuvo sus partes luminosas y oscuras.

“A nosotros no nos interesa hacer una historia de bronce, presentar nada más su lado positivo, sabemos que Villa fue un personaje complejo que hizo cosas espectacularmente importantes y benéficas para el pueblo mexicano, para los más pobres y marginados, pero también tuvo momentos difíciles, sobre todo entre 1916 y 1919, que fueron los años más oscuros del villismo, cuando desapareció la División del Norte y estuvo viviendo a salto de mata por las sierras de Durango y Chihuahua”.

Para él, en la balanza entre lo bueno y lo malo, el “Centauro del Norte” hizo más cosas buenas que malas, por eso ocupa un lugar especial en la historia de México.

Revolucionario de origen popular

El investigador de El Colegio de México (Colmex), Javier Garciadiego, opina que aunque no ha sido lo más atinado, la conmemoración de Pancho Villa es una buena oportunidad para revisar sus claroscuros y conocer más a fondo las etapas de su vida.

“Hay quienes piensan que fue un bandolero, un psicópata y otros que lo consideran un extraordinario revolucionario. Yo pienso que fue las dos cosas en diferentes momentos de su vida”, dice en entrevista.

A pesar de sus episodios violentos, a Pancho Villa no se le puede negar el carácter de revolucionario del pueblo, opina el especialista en historia de la Revolución Mexicana.

“Los líderes de la Revolución en el norte son básicamente hacendados: Madero, Carranza, rancheros como Álvaro Obregón, pero con Villa tenemos al revolucionario de orígenes más populares, incluso inferiores a los de Emiliano Zapata, a quien tenemos que ubicar en la clase media rural, pues siempre se le ve vestido de charro, con grandes caballos. Villa venía de una familia de aparceros y tuvo que vivir la vida delincuencial antes de la Revolución”.

A diferencia del resto de los caudillos, incluido Emiliano Zapata, Francisco Villa fue el de raíces más humildes, por lo que incluso se vio obligado a vivir como delincuente. Foto: Especial
A diferencia del resto de los caudillos, incluido Emiliano Zapata, Francisco Villa fue el de raíces más humildes, por lo que incluso se vio obligado a vivir como delincuente. Foto: Especial

Conmemoración como compromiso político

El investigador se declara partidario de las conmemoraciones porque son una oportunidad para rememorar personajes, procedimientos o hechos históricos.

Sin embargo, se pregunta por qué el Congreso de la Unión optó por Villa, cuando este año había otras efemérides más atractivas.

“Yo he oído al presidente López Obrador que muchas veces dice ‘soy maderista’. Nunca lo he oído decir que es villista.

“Y hay otras efemérides que a mí me parecían más atractivas, más de Estado: los 150 años del nacimiento de Madero o los 70 años del voto femenino, eso hubiera sido muy atinado porque es parte de nuestra transición a la democracia”, expresa.

Reidezel Mendoza Soriano coincide en que el presidente López Obrador no parece ser tan villista.

“Es esta falsa idea de que al conmemorar al personaje se queda bien con las bases sociales, con los que tienen a Villa como defensor de las grandes causas sociales.

“Lo que les interesa es el jolgorio y justificar sus decisiones políticas; la historia de México es eso, historia de bronce, construida desde el Estado, donde estas nuevas perspectivas no son bien recibidas y se asumen como si estuviéramos cuestionando la autoridad”.

Garciadiego apunta que usar la historia para justificar una narrativa política no es nada nuevo ni alarmante.

“La historia siempre ha sido utilizada políticamente tanto por gobiernos para legitimarse, como por movimientos de oposición; también le da identidad a las comunidades, a las corrientes religiosas. Así es el género humano y seguiremos usando la historia para legitimarnos como país, como secta o como sindicato”.

El proyecto de decreto  para declarar 2023 el año de Francisco Villa fue aprobado en la Cámara de Diputados con 422 votos a favor, 3 en contra y 49 abstenciones.

Fue el tercer año de este sexenio en el que se eligió a un personaje de la Revolución mexicana, pues 2022 estuvo dedicado a Ricardo Flores Magón y 2019 a Emiliano Zapata.

En 2021 el acontecimiento fue la Independencia de México y 2020 el personaje fue Leona Vicario.

Claves para entender su asesinato

La noticia de su muerte se desplegó en las primeras planas de los periódicos y la sangrienta escena, así como las imágenes de su cadáver pasaron a la historia.

En términos históricos, su asesinato es un hecho trascendental y digno de recordarse, considera el historiador Javier Garciadiego.

“Fue un hecho importante. Por un lado escenográfico, pero también es uno de los últimos magnicidios de la Revolución Mexicana. Primero fue Madero, luego Zapata y Carranza; Villa en 1923 y, finalmente, Obregón en 1928. A partir de entonces, los revolucionarios morirían en su cama”.

La noticia de su muerte se desplegó en las primeras planas de los periódicos y la sangrienta escena, así como las imágenes de su cadáver pasaron a la historia. Foto: Especial
La noticia de su muerte se desplegó en las primeras planas de los periódicos y la sangrienta escena, así como las imágenes de su cadáver pasaron a la historia. Foto: Especial

Además, la escena misma del crimen ofrece claves para entender la complejidad del personaje y sus distintas etapas de vida. Para entonces, explica Garciadiego, Pancho Villa había dejado de ser el dirigente popular y se había convertido en un hacendado acaudalado al viejo estilo.

Su hacienda en Canutillo, en el norte de Durango, tenía más de 80 mil hectáreas y su cuerpo de seguridad era de más de 50 personas.

“Imagínate hoy qué político o empresario puede tener un cuerpo de seguridad así. Además, tenía negocios en Parral, por ejemplo, el Hotel Hidalgo. Pocos historiadores han reparado que en el momento de su muerte es acribillado en un coche Dodge último modelo de 1922. Villa durante estos años ya no era el revolucionario del pueblo, era un típico hacendado del norte de México, un latifundista”.

Crimen por venganza

El historiador Reidezel Mendoza Soriano, en su libro “La emboscada, asesinato de Pancho Villa” (2022)  sostiene que, contrario a lo que se ha creído, el crimen no fue planeado ni ejecutado por el Gobierno federal ni estatal.

Los responsables fueron miembros de una familia que quería cobrar venganza por la muerte de sus antepasados a manos del caudillo.

“Indagué sobre las personas que abrieron fuego contra Villa en la emboscada y encontré que todos eran parientes, cada uno tenía agravios personales que cobrarle.

“El autor intelectual es Jesús Herrera Cano, que vivía en Torreón. Perdió prácticamente a toda su familia a manos de Villa y planeó el asesinato”, explica.

El autor llega a esta conclusión después de reconstruir de manera detallada los hechos ocurridos aquel 20 de julio de 1923, tomando como base testimonios en archivos históricos y hemerográficos de los tiradores, algunos sobrevivientes al tiroteo, de los vecinos y autoridades policiacas.

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