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Ofrecen ‘PAS’ para su secreto

Detrás de donde está sentado Eduardo Cruz, presidente de la Fundación PAS (Prevención del Abuso Sexual Infantil) hay varios cuadros de manos de niños pintadas de colores; los dedos indican números, como los que tiene él por delante en el escritorio: 2 de cada 10 jaliscienses son sobrevivientes del abuso sexual infantil.

La cifra corresponde a un estudio hecho hace cinco años por el especialista Osmar Matsui, de la Universidad de Guadalajara. 

75
por ciento de los casos, es un familiar quien comete el abuso
La Fundación PAS cita indicadores mundiales: 30 por ciento de las mujeres y 15 por ciento de los hombres vivirán abuso sexual infantil antes de los 18 años de edad
"Se debe romper el silencio. La prevención es hablar sobre el abuso. Entre más información se da, más se previene"
Eduardo CruzPresidente
de la Fundación PAS
https://www.youtube.com/watch?v=t1DMVdyPvbc

Detrás de donde está sentado Eduardo Cruz, presidente de la Fundación PAS (Prevención del Abuso Sexual Infantil) hay varios cuadros de manos de niños pintadas de colores; los dedos indican números, como los que tiene él por delante en el escritorio: 2 de cada 10 jaliscienses son sobrevivientes del abuso sexual infantil.

La cifra corresponde a un estudio hecho hace cinco años por el especialista Osmar Matsui, de la Universidad de Guadalajara. 

Exactamente, según el estudio del investigador, 22 por ciento de los habitantes de Jalisco han logrado sobrevivir a tal episodio de su vida.

En ese par de víctimas, una podrá salir avante, y la otra pasará el resto de sus días con una vorágine de emociones que le complicará la existencia.

“La estadística más fuerte de abuso sexual infantil es que uno de cada 10 niños va a poder contar el abuso. Sólo el 10 por ciento de ellos va a poder hablar al momento que sucede o tal vez, ya en una etapa adulta. Pero la otra parte de ellos se llevará eso a la tumba”, dice Cruz.

Fundación PAS nació en 2010 para atender a menores de edad que han sido víctimas de abuso sexual infantil. Entonces era un simple proyecto que poco a poco fue incorporando a especialistas en derecho, en psicología, en trabajo social, en medicina, y ha logrado colar en las aulas escolares, programas de prevención del abuso sexual infantil.

La organización ha atendido a unas 30 mil familias y sólo en el 2014 ofreció cerca de 600 horas de terapia.

Los números envuelven a la problemática que describe el fundador de PAS. Los indicadores mundiales citados por él, manifiestan que un 30 por ciento de las mujeres y que un 15 por ciento de los niños vivirán abuso sexual infantil antes de los 18 años de edad. 

Estados Unidos maneja una estadística en ese sentido, arriba del 20 por ciento; la comunidad europea supera el 22 por ciento.

“El abuso sexual infantil es un tipo de agresión que puede ser directa o indirecta. Directa es desde los tocamientos: ya sea que el niño tenga que tocar al adulto o al revés, y puede llegar a la penetración.

“También puede ser indirecto el abuso: visual o auditivo, como exponer a un niño a que vea pornografía o que presencie un acto sexual o que escuche ciertas cosas de adultos, eso se considera como abuso sexual infantil”, explica.

Una violencia ‘democrática’

El abuso sexual infantil es un tipo de violencia que no tiene límites. No respeta género, clase social o nacionalidad, y se encuentra más cerca de lo que se cree.

“De repente creemos que el abuso sexual está en la Iglesia, en la escuela, con el maestro, al que queremos perseguir o satanizar.

“Pero la realidad es que en el 90 por ciento de los casos sucede por un conocido. Y en el 75 por ciento de los casos es cometido por un familiar: por padres, tíos, abuelos, padrastros, primos. Está dentro del hogar”, añade Eduardo Cruz.

Delgado, de ojos claros y facciones finas, el fundador de PAS conoce como la palma de la mano el problema. Él mismo es un sobreviviente del abuso sexual infantil.

A los 8 años tuvo en sus manos una raqueta de tenis. El deporte se volvió una compulsión en su vida. A los 10 era campeón nacional de su categoría. El tenis lo llevó a viajar en otros países.

Alemania fue el último destino de su breve carrera deportiva. 

“Me tocó vivir en la casa de un pederasta”, relata. Fueron siete meses que interrumpieron su niñez. Después, no volvió a ser el mismo.

“Cuando regresé, mi vida cambió por completo. Dejé de jugar tenis, dejé la escuela, cambié de amigos, pasé por una adolescencia en la que quise quitarme la vida. Llevaba una vida normal hacia el exterior”, añade.

Después de estudiar la universidad, casarse y tener hijos, Eduardo comenzó una terapia psicológica. Recordó que había sido abusado sexualmente cuando era niño.

“Tenía bloqueados mis recuerdos, los únicos que tenía de Alemania era que a las 9 de la noche sonaba un reloj gigante de la sala y uno se iba a dormir. Después de eso no tenía yo un recuerdo de algún olor o sonido, nada. Alemania había sido una experiencia terrible”, describe.

Prevención, blindaje seguro

La prevención es el arma más efectiva contra el abuso sexual infantil. Cruz detalla que hablar sobre el problema a los menores de edad, así como de la sexualidad en general, los fortalece ante una situación de probable agresión sexual.

En la mayoría de los casos, los agresores son personas que fueron abusadas sexualmente en la infancia; conocen cómo abordar a un niño y cómo evitar que éste diga a sus familiares si ha sido víctima de abuso. 

El 85 por ciento de ellos parecen ser personas normales, con una familia estable y una vida laboral exitosa.

Entre los 0 y los 5 años de edad, un niño no posee el lenguaje suficiente para explicar a un adulto si es abusado sexualmente. 

Y entonces puede presentar una serie de síntomas de todo tipo: cambios de actitud, de alimentación, regresiones en el control de esfínteres, miedos, llanto repentino, entre otros.

En la adolescencia, la víctima puede presentar problemas de alcoholismo y drogadicción,  alimentarios (anorexia o bulimia), intentos de suicidio, depresión y conductas delictivas. 

En la adultez habrá impedimentos para entablar relaciones personales, así como problemas laborales, depresiones e intentos suicidas.

En Estados Unidos, estadísticas han mostrado que una persona adulta que ha sido abusada sexualmente en su niñez, será improductiva por un periodo de un mes por cada año, lo que le costará al Estado cerca de 210 mil dólares durante toda su vida.

“¿Quiénes son los niños vulnerables al abuso sexual infantil? Niños bajos en autoestima, con problemas de emociones, niños solos”, dice Cruz.

 “Se debe romper el silencio. La prevención es hablar sobre el abuso, se piensa que si no se habla, no pasa a los niños, y es lo contrario, entre más información se da, más se previene”.

Menores, más agredidos

Entre 2012  y agosto del año pasado, las autoridades estatales habían abierto 2 mil 347 averiguaciones previas por abuso sexual infantil, así lo dio a conocer Reporte Indigo el 24 de septiembre de 2014 en el trabajo “Los niños rotos de Jalisco”.

De acuerdo con la información publicada aquella ocasión, la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ) había emitido hasta entonces, unas 14 recomendaciones por abuso sexual infantil cometido por servidores públicos; la Secretaría de Educación Jalisco (SEJ) acumulaba más de la mitad (ocho), según el organismo defensor.

Según la Red de Prevención de Abuso Sexual Infantil Jalisco (Red ASI Jalisco), en 2013, las denuncias por abuso sexual infantil superaron a las de adultos. Ese año fueron denunciados ante la Fiscalía General del Estado, 435 casos de abuso hacia infantes y 234 casos de agresiones sexuales hacia personas adultas. 

Para no ignorarlos

Un niño abusado sexualmente puede manifestar algunos de los siguientes síntomas, de acuerdo con la Fundación PAS:

Síntomas físicos 

> Dificultad para caminar o sentarse
> Dolor, hinchazón o picazón en zona genital
> Contusiones, laceraciones o sangrado de genitales externo, la vagina o el área anal
> Golpes, lastimaduras o alguna otra evidencia de maltrato físico 

Síntomas de comportamiento

> Trastornos de sueño (duerme más de lo común o tiene dificultades para dormir) Cambios drásticos (agresividad repentina, retraimiento, desconfianza extrema, llanto inexplicable)

> Conductas regresivas (defecar u orinar fuera del baño; dejar de hablar)

> Miedos repentinos (a los padres, al hogar, a vacaciones). Se niega a ir a lugares a los que antes iba con gusto

> Fugas del hogar

> Disminución del rendimiento académico

> Expresiones o comportamientos sexuales avanzados para su edad, ya sea en dibujos o juegos

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